martes, 5 de marzo de 2013

VERDAD o CONSECUENCIA

ROBO    LUEGO    SOY   POLITICO  ((  existo ))   ¿¿ QUE  SERA   DE  MI     SI     NO  ROBARE  MAS ??

                      ¡¡¡¡¡  MIRA   AHORA    COMO ESTAMOS  !!!!
Ecologistas en Acción considera que la mayor parte los 40.000 millones acumulados en deuda entre Fomento, Adif, Aena y otras empresas públicas "no tienen justificación desde el punto de vista del transporte ni del interés social, pero sí de los turbios intereses que se pretenden desvelar con esta querella". Ecologistas en Acción considera que la mayor parte los 40.000 millones acumulados en deuda entre Fomento, Adif, Aena y otras empresas públicas "no tienen justificación desde el punto de vista del transporte ni del interés social, pero sí de los turbios intereses que se pretenden desvelar con esta querella".

En Insurgente
¿Qué desalojo ha marcado tu memoria?
Todos. Es uno de los actos más violentos que hay. Y lo increíble, que una de las cosas más terribles se haya normalizado. No debería normalizarse un acto tan violento como es poner todos los recursos del Estado y su violencia, la Policía, los juzgados, etc., al servicio de unos intereses privados para dejar a alguien en la calle sin realojo alguno. Es imposible no implicarse. Es brutal.



HASTA  AHORA   ERA    COMO  AQUI    ABAJO, PERO    EL  MAL  GOBIERNO    PROVOCA    COSAS    DIFERENTES,  ASI  NOS VA,    
EL  SER  HUMANO   HA  APRENDIDO   A  SER  CAPAZ    PESE  A LAS  CRISIS,  PERO  LAS  CRISIS,  PROVOCADAS  POR  ELLOS,  PARA APRETAR   LAS  ""CLAVIJAS"""   A    LOS  OBREROS,  Y  ESTO   SE LES  HA   IDO   DE LAS  MANOS,  APRETAR   A   LOS    CIUDADANOD   NO  SE HUBIERA  NOTADO,   PERO   SE NOTO  Y  MUCHO.   ¡¡¡  MIRA   AHORA    COMO ESTAMOS  !!!!
Entre los seres humanos siempre hubo y habrá diferenciaciones, por más que todas las razas se mezclen convirtiéndose en una única y se acaben los sectarismos religiosos, políticos, etc.

En nuestra naturaleza intrínseca está la necesidad diferenciadora que es como un puñal de doble hoja (Me refiero a que una hoja apunta hacia adelante y la otra hacia atrás, como si la empuñadora estuviera al medio. De este modo, resulta fácil herirse uno mismo al usarla). La necesidad de diferenciar a las personas es una capacidad igual de peligrosa.

Esta necesidad de diferenciar a los demás, surge de una serie de razones complejas de explicar. La primera y más obvia, es por cuestión de supervivencia. Reconocer a los seres nutrientes cuidadores, de los que pueden dañarnos. Como el bebé a su madre y familiares, de los seres dañinos o que no los tratan bien. O sea: No alejarse o no perder de vista a los “cuidadores”, pero manteniendo distancia de los “peligrosos”.

De este modo, al ir creciendo y ampliando su capacidad de perspectiva, los niños comienzan a ampliar el rango de “amigos” o “propios” de los “peligrosos” o inconvenientes. Que es donde surge la segunda razón obvia para diferenciar a los “más afines” de “inconvenientes para mí” por las razones que fueren las que pueda hacer considerarlos “inconvenientes de trato”. En general, éstas suelen ser imposiciones educativas sociales, como que los niños no deben jugar como niñas y viceversa, o que cada clase social no debe mezclarse con otra, etc.

Sin embargo, eso no es más que una deformación de la necesidad legítima y natural de “buscar a los más afines”, agruparse por naturaleza intrínseca, como las células de un órgano no suelen mezclarse con las de otros, por más que interactúen de modo cooperativo sustentando al organismo. No se trata de menosprecio, sino de re-unirse por “especie” (del mismo tipo o clase), para conformar el órgano social que les corresponde por naturaleza, puesto que la suma de agruparse potencia a todos y a cada uno.

De este modo, es natural que los “combativos” se incorporen al ejército o formen el propio. Si son “justicieros” a la policía. Si son valientes, pero pacíficos solidarios, a organismos como los bomberos, etc. Pues cada quien tiene una impronta interior que comúnmente denominamos como vocación y se logra distinguir por la suma de capacidades e inclinaciones naturales del individuo; no las que le surgen por sugestión social de “lo mejor” o “más conveniente”, que son las que confunden y pervierten el buen funcionamiento de cualquier grupo social.

Hay gente que nace con talentos o habilidades tan destacadas que son fáciles de reconocer. Otras, la auténtica plebe, parecen intelectualmente incapaces de otra cosa que tareas simples y rutinarias, ya que no parecen tener otra habilidad que la paciencia y constancia para tareas que requieren precisamente de eso: paciencia y constancia para tareas rutinarias sostenidas.

Sin embargo, así como en un hormiguero o en una colmena de abejas, las obreras son las que llevan al grueso de las tareas, y se diferencian entre ellas por especialidades, lo mismo acontece entre los seres humanos y, por eso, no cualquiera puede ser un buen líder o destacado profesional universitario en una de las profesiones más rentables o “convenientes” desde lo social y económico. Porque cada quien nace ya con talentos o capacidades que le hacen más apto para ciertas tareas que alguien debe realizar para que la sociedad funcione. Pues ¿qué sería de las ciudades si no existieran obreros especializados, así sean simple recolectores de residuos o personal de limpieza?

Aquí entramos de lleno a un tema meollo: La importancia del reconocimiento social de toda actividad básica, por más humilde que sea. Ya que la estúpida segregación despreciativa hacia las funciones para las cuales no hace falta más que paciencia y constancia, suelen ser consideradas hasta como vergonzosas, además de pésimamente retribuidas, con lo cual se está invitando a que todos traten de evitarlas (aunque sea su vocación natural) por el sólo hecho de que son menospreciadas socialmente y pésimamente retribuidas. Detalle que impulsa a que sólo los más inútiles y desesperados se avengan a realizarlas mientras no tengan otra opción. Con lo cual, de a poco, el personal de servicio es cada vez más costoso en eficiencia, por no tener preparación ni amor por lo que hace. Así es como se desperdician materiales y tiempo en tareas simples que, no por ello, dejan de ser claves. Puesto que un biberón mal lavado puede desembocar en enfermedades estomacales y, un orden y limpieza descuidado, puede implicar accidentes mortales para bebés o niños pequeños y hasta ancianos o minusválidos, sin omitir a desprevenidos o momentos de descuidos.

La cadena del menosprecio y baja remuneración por tareas simples, termina siendo mucho más costosa que si la pagaran bien, valorándola en su justa medida. Observen cómo es la concatenación de detalles:

Se toma a cualquier desesperado como peón de cocina o personal de limpieza. Como no es alguien bien preparado, hay que tener alguien que además de enseñarle, lo supervise de modo constante, estilo capataz.

Como el capataz tampoco es muy bien pagado y preparado, sino tan sólo un poco mejor, suele dejar a otro peón como supervisor del novato.

El peón supervisor, como no recibe extras de compensación, vigila y cuida mediocremente a la labor del novato, incluso teniendo excusa para realizar peor las tareas propias por estar sobrecargado de actividad.

El capataz suele notar eso y tiene dos opciones: Se sobrecarga de trabajo supervisando que el nuevo y el entrenador no dejen detalles descuidados (lo cual no suelen reconocérselo los “manda más”) o sólo supervisa mediocremente, más como intimidación de que “vigila” que por hacer seriamente las cosas.

De este modo, si acontece algún descuido serio que motiva enojo del “manda más” (dueño del establecimiento o similar) el capataz deslinda responsabilidad en que hizo lo mejor que pudo en enseñar y supervisar al novato, pero que es imposible estar todo el tiempo supervisándole cada detalle. (Pérdidas de dinero y contratiempos varios por personal “barato” poco eficiente y sin amor por lo que hace).

Según qué clase de persona sea el “manda más”, las opciones serán despedir al capataz y nuevo, con el desgaste de tiempo y dinero que ello implica en buscar reemplazos y verificar que cumplan bien sus funciones, o perdonar por esta vez, con el riesgo de que continúen aconteciendo descuidos con relativa frecuencia y la historia se repita en contratiempos y pérdidas de dinero.

Al final, en la sociedad actual todo servicio es mediocre o malo y con un costo económico tan alto como insatisfactorio. Pues los obreros y supervisores trabajan a desgano y con bastante negligencia o impericia y, los dueños o responsables, no están dispuestos a tenerlos bien, capacitándolos de modo idóneo a los empleados a su cargo; quienes, ni bien tengan oportunidad, buscarán un trabajo donde se sientan apreciados, además de mejor retribuidos. Pues en última instancia ¿acaso ellos no son también humanos y merecen ser bien tratados y poder vivir con dignidad, por más humilde que sea su trabajo?

Socialmente se incurre en el constante error o falacia de considerar que, por tener todos derechos iguales, también somos todos iguales en capacidades. Con lo cual, por el menosprecio alevoso a las tareas simples, la inmensa mayoría de las personas intenta lograr acceso a las mejor aceptadas socialmente y bien remuneradas. Ergo: Todos quieren ser jefes y nadie “servidor” u obrero, aún contra lo que es su real vocación y capacidades.

A esto se suma algo muy grave: el orgullo de los que alcanzaron cierto encumbramiento social, que pretenden de sus hijos lo mismo o más que lograron ellos, imponiéndoles el condicionamiento egoísta del mandato “tienes que ser igual o más que yo” al margen de cuál sea tu vocación y capacidades. Más que nada, porque no están dispuestos a que el “imperio” (o territorio) que tanto les ha costado ganar, sea aprovechado por otros o, peor aún, se disgregue y sea fagocitado por competidores. Ya que tal idea les hace sentir que sus vidas han sido un auténtico desperdicio si no hay continuidad de su labor regenteada de algún modo por sus propios hijos. Egoísmo puro, socialmente tóxico. Cada vez son más los ineptos a cargo de empresas o en funciones de alto poder de decisión, porque los han acomodado sin verdadera vocación ni tener capacidad real para la función, ya que en muchos casos hasta detestan haberse formado para eso por mera conveniencia económica o imposición.

Las capacidades son bien diferentes ya de por sí en cada género. Si bien hombres y mujeres tenemos igualdad de aptitud para muchas cosas, hay otras muchas que resultan más fáciles para cada género en particular y no habría que ignorarlo o minimizar tal cuestión. Sobre todo, tener bien claro que las capacidades de los niños no suelen estar relacionadas con la posición social o económica de los padres. Más bien por el contrario, la tendencia es que los más capaces suelen surgir de los ámbitos más humildes y, los más inútiles, de padres muy adinerados. Siendo los de clase media o baja (en lo socio económico) los que mejor suelen desarrollarse para poder dar lo mejor de sí a la sociedad. No es que los adinerados no puedan tener hijos con grandes aptitudes, sino que, cuando los tienen, su modo de vida y mentalidad los pervierte y arruina muy fácilmente, llenándolos de prejuicios y subjetividades, sobre todo en lo humano. Como árboles que crecen torcidos, por estar “a la sombra de”, sin tutor eficiente y con raíces sobre tierra que les resulta inconveniente o tóxica.

Lo mismo es aplicable a capacidades intelectuales. No todos tienen iguales posibilidades con el uso de cada hemisferio cerebral ni circuitos de interconexión entre hemisferios. Tampoco capacidad de profundidad de pensamiento o análisis. Sobre todo, por los condicionamientos propios del ámbito en el que se forman y desarrollan. 

Al margen de esto, bien expresa el dicho: el que mucho abarca, poco apreta. Quienes tienen mucha amplitud suelen tener poca fortaleza o garra. Por el contrario, quienes son muy agudos o especializados, suelen tener mucha profundidad, pero muy limitada en área. Podría alegorizarse con que hay fuertes y romos como pesadas mazas, y quienes son débiles pero filosos y penetrantes como estiletes, sin menospreciar que cada cual es más apto y útil en diferentes cuestiones o usos. Así como no se puede demoler edificios con un estilete o puñal, resulta imposible cortar trozos de carne con una maza.

Se pueden hacer infinidad de subdivisiones de clases de seres humanos, aparte de las propias y muy lógicas de género. Las principales que suelo hacer yo son:

1.- Nivel evolutivo espiritual. (Que permite diferenciar los éticamente nobles de los innobles o egoístas aberrantes). 

2.- Capacidades a) emocionales b) intelectuales y c) físicas.

3.- Formación y experiencia específica afín a la cuestión.

En otras palabras, exactamente al revés de como normalmente suelen elegirse y dar prioridad a los postulantes para empleos. Ya que suele comenzarse por la formación profesional y experiencia, continuando por salud física, intelectual y emocional, para finalizar por las características que denotan el nivel evolutivo espiritual y ¡así estamos!

El nivel de evolución espiritual es lo que suele denotar la nobleza intrínseca y natural de cada individuo. Un espíritu evolucionado, es un alma noble, justa y generosa con amplio sentido del deber y compromiso con lo que emprende o se compromete. Cuanto menor sea su nivel evolutivo espiritual, menos se notarán estas cualidades y más tenderá al egoísmo y defectos morales, como vicios, hipocresía, falsedad, desconsideraciones, irresponsabilidad, etc. ¿De qué sirve un profesional muy inteligente y repleto de títulos si traicionará en su propio beneficio a la primera oportunidad que se le presente o logre fabricarse? (Con el serio perjuicio que ello implica que, cuanto más astuto y profesional, más dañino y difícil reclamarle por el daño mediante la justicia o ley).

En cuanto a las capacidades, pongo en primer lugar a la emocional, ya que es la que permite el verdadero autocontrol sobre el egoísmo que desvirtúa la visión objetiva de necesidades y prioridades. Por esto, recién en segundo lugar a las intelectuales, que permiten analizar y discernir objetivamente si las emociones personales son verdaderamente educadas y sostenidas bajo control, analizando libre de prejuicios o esquemas subjetivos. Lo físico está en tercer lugar, porque tengo muy claro que la salud depende más que nada del modo de vida y la satisfacción que se tiene con la propia. Muchas limitaciones físicas no son más que un estímulo a superarse y demostrar que “puede, a pesar de”. Especialmente, si cumple con los parámetros previos de evolución espiritual y emociones bien formadas.

Por último, la formación específica y experiencia son muy relativas, según función que desempañará tal persona. Pero la mayoría de las veces es preferible el costo de tiempo de entrenar a alguien en el terreno mismo de actividad, antes que continuar buscando y aceptar a quienes no cumplan con los previos.

Si socialmente se reconociera más al mérito de esfuerzos personales en la calidad de las labores que realicen los individuos, por sobre la cantidad que logran y abarcan (para peor medida en resultados económicos que resultan muy capciosos por corta visión), estimulándose a que cada individuo pueda dedicarse a lo que realmente es su vocación innata y se eligiera a las personas con las prioridades que expuse… tendríamos una sociedad idílica por libre de defectos y prejuicios graves, ya que cada uno ocuparía su justo lugar haciendo lo suyo lo mejor posible para el conjunto, en lugar de reinar el sálvese quien y como pueda de la actualidad, en la que ni ricos ni pobres están libres de agotamiento psicofísico y muy alejados de vidas plenas con abundantes momentos de felicidad por satisfacción
 de sus logros.

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