Hace ya casi medio año este diario tuvo a bien publicarme un artículo en el que me declaraba militante, pero cada vez menos simpatizante, del PSOE. El caso es que desde que lo publiqué hasta la fecha las cosas no han mejorado mucho para este partido político, con lo cual, desgraciadamente para mí, e imagino que para muchos otros que sienten lo mismo que yo, mi destino parece irremediablemente ligado a vivir ya de manera permanente en la disonancia cognitiva, cuando no en alguna que otra paranoia de peor gusto. La catarata de acontecimientos que han tenido lugar al comienzo de 2013 podría hacer pensar a cualquiera que en realidad la cabalística es mucho más científica de lo que a priori pudiera parecer, y que, por tanto, éste podría ser el año en el que el infierno se consumara para el PSOE. Dios, o su equivalente laico, no lo quiera, por favor.
Dejando a un lado asuntos igualmente lamentables pero de menor enjundia, el año 2013 se estrenaba con un profundo desencuentro entre el PSOE y su partido hermano en Cataluña, el PSC. Este desencuentro se saldó con varios heridos, pero la cosa no acabó ahí, porque acto seguido se produjo una segunda conflagración, esta vez entre el PSOE y el Partido Socialista de Galicia. Finalmente, para poner la guinda a todo lo anterior, se produjo el asunto de Ponferrada, que de todos los anteriores fue el peor, porque ilustra no ya un desencuentro interno, entre familias del PSOE, sino lo que es mucho más grave, un divorcio entre este partido y la gente.
Pues bien, todos estos episodios tienen bastantes cosas en común. Para empezar, todos ellos ponen de manifiesto que el problema que tiene el PSOE en estos momentos está sobre todo en su forma de pensar. El PSOE se ha convertido en un partido reactivo a todo lo que pueda suponer una innovación, una nueva forma de ver las cosas. Yo proponía, en estas mismas páginas, que una de las posibles vías de salida para el asunto catalán podría ser que el PSOE asumiera en su programa una reforma de la Constitución para que las nacionalidades integradas en nuestro país pudieran ejercer el derecho a decidir.
Por JM. Álvarez)
El magistrado Gómez Bermúdez dice que sigue adelante y citará a declarar a los supuestos donantes de dinero negro del PP. Sin embargo, la Fiscalía Anticorrupción ya advertía en su escrito que interponía un recurso de apelación contra la providencia por entender que "su naturaleza es la de un auto resolutivo de un presupuesto procesal relevante para la tramitación de la causa, como es el acuerdo de practicar diligencias". Es decir, que Gómez Bermúdez debería haber dictado un auto y no una providencia para acordar las citaciones. La Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional acordó este jueves suspender la declaración de Bárcenas ante Gómez Bermúdez al considerar que no resulta "necesaria" ni tiene la "reconocida urgencia" que requiere la ley para que los jueves en conflicto de competencia puedan realizar diligencias.
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