sábado, 28 de diciembre de 2013

LO QUE LA VERDAD MIENTE Y LO QUE LA SINCERIDAD MATA, Y ( la semiotecnia llego )

http://youtu.be/7k1sU9tCJow

http://semioticaparatodos.blogspot.com.es/

http://www.casadellibro.com/libro-verdad-y-metodo/9788430104635/100291

A veces me pregunto como es posible que la mentira se haya establecido en nuestra sociedad de una manera tan sólida y firme. Hemos llegado a unas cotas de sofisticación tan altas que la mentira y la manipulación están prácticamente institucionalizadas en todos los ámbitos y actividades humanas. Todo ello a sabiendas que muchas "verdades" son mentiras y así lo creemos en nuestro fuero interno, sin embargo seguimos inmersos en esa especie de apatia en las que la pereza nos hace comodones y nos negamos a mover el culo en pos de la verdad.

Y de la mano de la mentira nos encontramos con la teoría que siempre está respaldada por los correspondientes teóricos, de bata blanca, carpeta y gafas y sus estudios pormenorizados sobre el asunto en cuestión. Hemos llegado a un punto en el que existen teorías para, practicamente, todo. Tenemos teorías sobre economia, sobre el timo-sida, sobre el calentón güeval, sobre la gripe cerda, teorías basadas en la pseudociencias de la psiquiatría y psicología, teorías militares y así, hasta el infinito y más allá... Bueno...¡ejem!..esto es solo una teoría mía.

 La mentira forma parte indisoluble del ser humano. Cuando nos maquillamos o fingimos ciertas actitudes lo estamos haciendo. Según David Livingstone Smith, director del Instituto de Ciencias Cognitivas y Psicología Evolutiva de la Universidad de Nueva Inglaterra, en EEUU, la selección natural así lo ha impuesto.
http://www.casadellibro.com/libro-verdad-y-metodo/9788430104635/100291
"La semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda CONSIDERARSE como signo. Signo es cualquier cosa que pueda considerarse como substituto significante de cualquier otra cosa. Esa cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni debe subsistir de hecho en el momento en que el signo la represente. En ese sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo lo que puede usarse para mentir.  // Tratado de Semiótica General – Umberto Eco P.21 .



VERDAD Y METODO (EN PAPEL)


Obra maestra del gran filósofo alemán de la hermenéutica. Pocos textos contemporáneos de alta erudición han influido tanto en la filosofía, el arte y el pensamiento como este Verdad y método. El fenómeno de la comprensión y la correcta interpretación de lo comprendido no es sólo un problema especifico de la metodología delas ciencias del espíritu- Ya desde su origen histórico el problema de la hermenéutica va más allá de las fronteras impuestas por el concepto de método de la ciencia moderna. Comprender e interpretar textos no es sólo una instancia científica, sino que pertenece con toda evidencia a la experiencia humana del mundo. Su objetivo es rastrear la experiencia de la verdad allí donde se encuentre e indagar su legitimidad. De este modo las ciencias del espíritu viene a confluir con las formas de la experiencia que quedan fuera de la ciencia; con la experiencia de la filosofía, con la del arte, con la de la misma historia. Formas de experiencia en alas que se expresa una verdad que no puede ser verificada con los medios de que dispone la metodología científica. «Verdad y Método» intenta cumplir esta exigencia vinculando lo más estrechamente posible los planteamientos de la historia de los conceptos con la exposición objetiva de su tema. La meticulosidad de la descripción fenomenológica, que Husserl convirtió en un deber, la aplitud del horizonte histórico en el que Dilthey ha colocado todo su filosofar, así como la interpretación de ambos impulsos en la orientación recibida de Heidegger dan la medida que el autor desea aplicar a su trabajo.


  1. Encuentra pruebas de la historia o la verdad. Si oíste que tu amigo robó dinero de otra persona y ahora tiene una bicicleta nueva o un Ipod, entonces puedes presentar esta situación ante ellos. Lo más probable es que vayan a confesar que robaron el dinero, ya que no tienen una historia para respaldar la nueva adquisición.
    Utiliza tu propio suero de la verdad. Los adultos pueden dar a otros adultos alcohol para aflojar los labios. La gente tiende a decir la verdad cuando están intoxicados, por lo que esta opción podría ser una buena manera de hacer que alguien diga la verdad. Puedes tratar de darle dulces a los niños, pero es mejor si dicen la verdad sin este tipo de sobornos.
    Habla con tus amigos de la persona. A veces, los amigos te darán un poco de información paraseguir adelante y acercarte a la persona en cuestión. Si lo hacen, puedes acercarte y pretender que ya sabes la verdad.

jueves, 26 de diciembre de 2013

POBRE NAVIDAD ¡¡ QUE NO SE TE OLVIDE !!


Las personas van y vienen descontroladas, arrasando con todo lo que ven en su camino. Por esta época navideña los centros   comerciales  llenos    de  gente: “que si   la cena”, “que el regalo para la abuela”, “que la bicicleta   nueva   para el  niño!" , que tiene ya cinco años”, “que  los  turrones,    que  la  sidra,   que   pun  pin pan ”, “que los zapatos, la cartera…”; parece una fecha ideal para despilfarrar el poco dinero que se tiene.


La Navidad es una época triste. La frase acudió a la mente de Charlie un instante después de que el despertador hubo sonado, y le trajo otra vez la depresión amorfa que lo había perseguido toda la tarde anterior. Al otro lado de la ventana, el cielo estaba negro. Se sentó en la cama y tiró de la cadenilla de la luz que colgaba delante de su nariz. «El día de Navidad es el día más triste del año —pensó—. De todos los millones de personas que viven en Nueva York, yo soy prácticamente el único que tiene que levantarse en la fría oscuridad de las seis de la mañana el día de Navidad; prácticamente el único.»
Se vistió, y al bajar la escalera desde el piso superior de la pensión donde vivía, sólo oyó unos ronquidos, para él groseros; las únicas luces encendidas eran las que habían olvidado apagar. Desayunó en un puesto ambulante que no cerraba en toda la noche, y, en un tren elevado, marchó hacia la parte alta de la ciudad. Recorrió la Tercera Avenida hasta desembocar en Sutton Place. El vecindario estaba a oscuras. Los edificios levantaban, a ambos lados de las luces callejeras, muros de ventanas negras. Millones y millones de personas dormían, y aquella pérdida general de conciencia generaba una impresión de abandono, como si la ciudad se hubiera desmoronado, como si aquel día fuese el fin del tiempo. Charlie abrió las puertas de hierro y cristal del edificio de apartamentos donde trabajaba como ascensorista desde hacía seis meses, cruzó el elegante vestíbulo y entró en el vestidor de la parte trasera. Se puso el chaleco de rayas con botones de latón, un falso fular, unos pantalones con una franja azul cielo en lacostura, y una chaqueta. El ascensorista de noche dormitaba en el banquillo dentro del ascensor. Charlie lo despertó. El hombre le dijo con voz espesa que el portero de día se había puesto enfermo y que no vendría. Enfermo el portero, Charlie no dispondría de tiempo para almorzar, y muchísima gente le pediría que saliera a buscar un taxi.
Charlie llevaba trabajando unos minutos cuando lo llamaron desde el piso catorce. Era una tal señora Hewing, que —Charlie se había enterado por casualidad— tenía fama de inmoral. La señora Hewing todavía no se había acostado, y entró en el ascensor ataviada con un vestido largo bajo el abrigo de pieles. La acompañaban dos perros de aspecto raro. Él la bajó y miró cómo salía a la oscuridad de la calle y acercaba los perros al bordillo. No estuvo fuera más de unos minutos. Volvió a entrar y él subió con ella otra vez a la planta catorce. Al salir del ascensor, ella dijo:
—Felices pascuas, Charlie.
—Bueno, para mí hoy no es precisamente un día festivo, señora Hewing —repuso él—. Creo que las Navidades son las fechas más tristes del año. Y no es porque la gente de esta casa no sea generosa, quiero decir, recibo muchas propinas, pero ¿sabe usted?, vivo solo en un cuarto de alquiler y no tengo familia ni amistades, o sea, que la Navidad no es para mí una fiesta precisamente.
—Lo siento, Charlie —dijo la señora Hewing—. Yo tampoco tengo familia. Es bastante triste estar solo, ¿verdad?
Llamó a sus perros y entró tras ellos en su apartamento. Él volvió a bajar en el ascensor.
Todo estaba tranquilo, y Charlie encendió un cigarrillo. A aquella hora, la calefacción del sótano acompasaba la respiración del edificio con su vibración regular y profunda, y los tétricos ruidos de vapor caliente que despedía la caldera empezaron a resonar primero en el vestíbulo y después en cada uno de los dieciséis pisos. Aquel despertar puramente mecánico no alivió la soledad ni el malhumor del ascensorista. La oscuridad al otro lado de las puertas de cristal se había vuelto azul, pero aquella luz azulada parecía carecer de origen; como surgida en medio del aire. Era una luz lacrimosa, y a medida que iba invadiendo la calle vacía, Charlie tuvo ganas de llorar. Entonces llegó un taxi y los Walser se apearon, borrachos y vestidos con trajes de noche, y él los subió al ático. Los Walser le hicieron reflexionar sobre la diferencia entre su propia vida en un cuarto de pensión y la vida de la gente que residía allí arriba. Era terrible.
Después empezaron a llamar los que madrugaban para ir a la iglesia, que aquella mañana no fueron sino tres personas. Algunos más salieron hacia la iglesia a las ocho en punto, pero la mayoría de los inquilinos siguieron durmiendo, aun cuando el olor a beicon y café ya penetraba en la caja del ascensor.
Poco después de las nueve, una niñera bajó con un niño. Tanto ella como él exhibían un bronceado intenso: Charlie sabía que acababan de volver de las Bermudas. Él nunca había estado en las Bermudas. Él, Charlie, era un prisionero confinado ocho horas al día en una caja de dos metros por dos y medio, a su vez confinada en un hueco de dieciséis pisos. En un inmueble u otro, llevaba diez años ganándose la vida como ascensorista.
Según sus cálculos, el trayecto medio venía a tener unos doscientos metros, y, cuando pensaba en los miles de kilómetros que había recorrido sin moverse del sitio, cuando se imaginaba a sí mismo conduciendo el ascensor a través de la bruma por encima del mar Caribe y posándose en una playa de coral de las Bermudas, no atribuía a la naturaleza misma del ascensor la estrechez de sus viajes: para él, los pasajeros eran los culpables de su confinamiento, como si la presión que aquellas vidas ejercían sobre la suya le hubiese cortado las alas.
En todo esto pensaba cuando llamaron los DePaul, que vivían en el piso nueve. Le desearon también una feliz Navidad.
—Bueno, son ustedes muy amables por pensar en mí —les dijo mientras bajaban—, pero para mí no se trata de un día festivo. La Navidad es una fecha triste cuando uno es pobre. Vivo solo en un cuarto de alquiler. No tengo familia.
—¿Con quién va a comer hoy, Charlie? —preguntó la señora DePaul.
—No voy a tener comida navideña —dijo Charlie—. Nada más que un bocadillo.
—¡Oh, Charlie! —La señora DePaul era una mujer corpulenta, de corazón vehemente, y la queja de Charlie cayó sobre su talante festivo como un súbito chubasco—. Ojalá pudiéramos compartir con usted nuestra comida de Navidad —dijo—. Yo soy de Vermont, ¿sabe?, y cuando era niña, ¿me entiende?, solíamos invitar a mucha gente a nuestra mesa. El cartero, ¿sabe?, y el maestro, y cualquiera que no tuviese familia propia, ¿no?, y ojalá pudiéramos compartir nuestra comida con usted, digo, como entonces, y no veo por qué no podemos. No podremos sentarlo a nuestra mesa porque no puede usted dejar el ascensor, ¿no es cierto?, pero en cuanto mi marido trinche el pavo, le daré un timbrazo y prepararé una bandeja para usted, ya verá, y quiero que usted suba y comparta, aunque sea así, nuestra comida de Navidad.
Charlie les dio las gracias, sorprendido por tanta generosidad, pero se preguntó si no olvidarían su promesa al llegar los parientes y amigos del matrimonio.
Luego llamó la anciana señora Gadshill, y cuando ella le deseó felices fiestas, él bajó la cabeza.
—Para mí no es precisamente fiesta —repitió—. La Navidad es un día triste para los pobres. No tengo familia, ¿sabe? Vivo solo en una habitación de huéspedes.
—Yo tampoco tengo familia, Charlie —dijo la señora Gadshill. Habló con deliberada amabilidad, pero su buen humor era forzado—. Es decir, hoy no tendré conmigo a ninguno de mis chicos. Tengo tres hijos y siete nietos, pero nadie encuentra manera de venir al este a pasar las Navidades conmigo. Yo entiendo sus problemas, desde luego. Ya sé que es difícil viajar con niños en vacaciones, aunque yo siempre me las arreglaba cuando tenía su edad, pero la gente tiene distintas formas de ver las cosas, y no podemos juzgarla por lo que no entendemos. Pero sé cómo se siente, Charlie. Yo tampoco tengo familia. Estoy tan sola como usted.
El discurso de la anciana no conmovió a Charlie. Sí, quizá estuviese sola, pero tenía un apartamento de diez habitaciones y tres criadas, y mucha, muchísima pasta, y diamantes por todas partes, y había cantidad de niños pobres en los suburbios que se darían sobradamente por satisfechos si tuvieran ocasión de hacerse con la comida que su cocinera tiraba. Entonces pensó en los niños pobres. Se sentó en una silla del vestíbulo y se puso a pensar en ellos.
Ellos se llevaban la peor parte. A partir de otoño comenzaba toda aquella agitación a propósito de las Navidades y de que eran fechas dedicadas a ellos. Después del Día de Acción de Gracias, no podían escaparse; estaba establecido que no podían escaparse. Guirnaldas y adornos por todas partes, campanas repicando, árboles en el parque, Santa Claus en cada esquina y fotos en diarios y revistas, y en todas las paredes y las ventanas de la ciudad les anunciaban que los niños buenos tendrían cuanto quisieran. Aunque no supiesen leer, sabrían esto. Aunque fuesen ciegos. Estaba en la atmósfera que los pobres críos respiraban. Cada vez que salían de paseo, veían todos aquellos juguetes caros en los escaparates; escribían cartas a Santa Claus, y sus padres y madres les prometían echarlas al correo, y cuando los niños se habían ido a la cama, las quemaban en la estufa. Y al llegar la mañana de Navidad, ¿cómo explicarles, cómo decirles que Santa Claus sólo visitaba a los niños ricos, que nada sabía de los niños buenos? ¿Cómo mirarlos a la cara, cuando todo lo que uno podía regalarles era un globo o una piruleta?
Al volver a casa unas cuantas noches atrás, Charlie había visto a una mujer y a una chiquilla que bajaban por la calle Cincuenta y Nueve. La niña lloraba. Adivinó que estaba llorando, y supo que lloraba porque había visto en los escaparates todos los juguetes de las tiendas y no alcanzaba a comprender por qué ninguno era para ella. Imaginó que la madre era sirvienta, o quizá camarera, y las vio camino de vuelta a una habitación como la suya, con paredes verdes y sin calefacción, para cenar una sopa de lata el día de Nochebuena. Y vio luego cómo la niña colgaba en alguna parte sus raídos calcetines y se quedaba dormida, y vio a la madre buscando en su bolso algo quemeter en los calcetines… El timbre del piso once interrumpió su ensoñación.
Subió; el señor y la señora Fuller estaban esperando. Cuando le desearon feliz Navidad, él dijo:
—Bueno, para mí no es precisamente fiesta, señora Fuller. La Navidad es un día triste cuando uno es pobre.
—¿Tiene usted hijos, Charlie? —preguntó ella.
—Cuatro vivos —dijo él—. Dos en la tumba. —Se sintió abrumado por la majestad de su embuste—. Mi mujer está inválida —añadió.
—Qué triste, Charlie —lamentó la señora Fuller. Salió del ascensor cuando llegaron a la planta baja, y dio media vuelta—. Voy a darle algunos regalos para sus hijos, Charlie. Mi marido y yo vamos a hacer una visita, pero cuando volvamos le daremos algo para sus niños.
Él le dio las gracias. Luego llamaron del cuarto piso, y subió a recoger a los Weston.
—No es que sea un día festivo para mí —les dijo cuando le desearon feliz Navidad—. Es una fecha triste para los pobres. Ya ven, yo vivo solo en una pensión.
—Pobre Charlie —dijo la señora Weston—. Sé exactamente cómo se siente. Durante la guerra, cuando el señor Weston estaba lejos, yo pasé sola las Navidades. No tuve comida navideña, ni árbol ni nada. Me preparé unos huevos revueltos, me senté y me eché a llorar.
Su marido, que ya estaba en el vestíbulo, la llamó impacientemente.
—Sé exactamente cómo se siente usted —declaró la señora Weston.
Al mediodía, el olor de aves y caza había reemplazado al de beicon y café en el recinto del ascensor, y la casa, como una gigantesca y compleja granja, estaba ensimismada en la preparación de un festín doméstico. Todos los niños y las niñeras habían vuelto del parque. Abuelas y tías llegaban en enormes automóviles. La mayoría de la gente que atravesó el vestíbulo llevaba paquetes envueltos en papel de colores y lucía sus mejores pieles y sus ropas nuevas. Charlie siguió quejándose ante casi todos los inquilinos cuando éstos le deseaban felices pascuas, ya en su papel de solterón solitario, ya representando a un pobre padre, según su talante, pero aquella efusión de melancolía y la compasión que suscitaba no lograron mejorarle el ánimo.
A la una y media llamaron del piso nueve, y al subir encontró al señor DePaul, que, de pie en la puerta de su piso, sostenía una coctelera y un vaso.
—Un pequeño brindis navideño, Charlie —dijo, y le sirvió una copa. Después apareció una sirvienta con una bandeja de platos cubiertos, y la señora DePaul salió del cuarto de estar.
—Feliz Navidad, Charlie —le deseó—. Le dije a mi marido que trinchara pronto el pavo para que usted pudiera probarlo, ¿sabe? No puse el postre en la bandeja porque tuve miedo de que se derritiera, así que cuando vayamos a tomarlo ya le avisaremos.
—Y ¿qué es una Navidad sin regalos? —dijo el señor DePaul, y sacó del recibidor una caja grande y plana que colocó encima de los platos cubiertos.
—Ustedes hacen que este día me parezca un auténtico día de Navidad —dijo Charlie. Las lágrimas le asomaban a los ojos—. Gracias, gracias.
—¡Feliz Navidad! ¡Felices pascuas! —exclamaron los otros, y vieron cómo Charlie se llevaba su comida y su regalo al ascensor.
Guardó ambas cosas en el vestidor cuando llegó abajo. En la bandeja había un plato de sopa, un pescado con salsa y una ración de pavo. Sonó otro timbre, pero antes de contestar abrió la caja que le habían regalado y vio que contenía una bata. La generosidad de los DePaul y la bebida que había ingerido empezaban a hacerle efecto, y subió lleno de júbilo a la planta doce. La sirvienta de la señora Gadshill lo esperaba en la puerta con una bandeja, y a su espalda estaba la anciana.
—¡Felices Navidades, Charlie! —le dijo. Él se lo agradeció y de nuevo le afluyeron las lágrimas.
Al bajar tomó un sorbo del vaso de jerez que había en la bandeja. La aportación de la señora Gadshill era un plato combinado. Comiócon los dedos la chuleta de cordero. Sonaba el timbre otra vez; se limpió la cara con una servilleta de papel y subió a la planta once.
—Feliz Navidad, Charlie —dijo la señora Fuller, que estaba en la puerta con los brazos llenos de paquetes envueltos en papel de regalo, como en un anuncio comercial. El señor Fuller, a su lado, rodeaba con el brazo a su mujer, y ambos parecían a punto de echarse a llorar.
—Aquí tiene algunas cosas para llevar a sus hijos —dijo el señor Fuller—. Y esto es para su mujer, y esto otro para usted. Y si quiere llevarlo todo al ascensor, dentro de un minuto le tendremos preparada su comida.
Charlie llevó todos los obsequios al ascensor y regresó en busca de la bandeja.
—¡Felices pascuas, Charlie! —exclamó el matrimonio cuando él cerró la puerta.
Guardó la comida y los regalos en el vestidor y abrió el paquete que iba a su nombre. Dentro había una cartera de piel de cocodrilo con las iniciales del señor Fuller en la esquina. La bandeja contenía también pavo; comió con los dedos un pedazo de carne y lo estaba regando con bebida cuando sonó el timbre. Subió de nuevo. Esta vez eran los Weston.
—¡Feliz Navidad, Charlie! —le dijeron, y lo invitaron a un ponche de huevo, le ofrecieron pavo y le entregaron un regalo. El presente era también una bata.
Luego llamaron del siete, y él subió y le dieron más comida y más obsequios. Sonó el timbre del catorce, y cuando llegó arriba vio en el recibidor a la señora Hewing, vestida con una especie de salto de cama, llevando un par de botas de montar en una mano y varias corbatas en la otra. Había estado llorando y bebiendo.
—Felices fiestas, Charlie —le deseó tiernamente—. Quería regalarle algo, he pensado en ello toda la mañana, he revuelto todo el apartamento y éstas son las únicas cosas útiles para un hombre que he podido encontrar. Es lo único que dejó el señor Brewer. Me figuro que las botas no le sirven para nada, pero ¿por qué no se queda con las corbatas?
Charlie las aceptó, le dio las gracias y volvió precipitadamente al ascensor, porque el timbre había sonado ya tres veces.
Hacia las tres de la tarde, Charlie tenía catorce bandejas de comida esparcidas por la mesa y por el suelo del vestidor, y los timbres seguían sonando. Cuando empezaba a probar un plato, tenía que subir y recoger otro, y en mitad del buey asado de los Parson tuvo que dejarlo para ir a buscar el postre del matrimonio DePaul. Dejó cerrada la puerta del vestidor, porque intuía que un acto de caridad era exclusivo y que a cada uno de sus amigos le habría disgustado descubrir que no eran ellos los únicos que trataban de aliviar su soledad. Había pavo, ganso, pollo, faisán, pichón y urogallo. Había trucha y salmón, escalopes a la crema, langosta, ostras, cangrejo, salmonete y almejas. Había pudín de ciruela, bizcocho con frutas, crema batida, trozos de helado derretido, tartas de varias capas, torten, éclairs y dos porciones de crema bávara. Tenía batas, corbatas, gemelos, calcetines y pañuelos, y uno de los inquilinos le había preguntado su talla y después le había regalado tres camisas verdes. Había una tetera de cristal, llena —según rezaba la etiqueta— de miel de jazmín, cuatro botellas de loción para después del afeitado, varios sujetalibros de alabastro y una docena de cuchillos de carne. La avalancha de caridad que Charlie había precipitado llenaba el vestidor y a ratos lo hacía sentirse inseguro, como si hubiera abierto un manantial del corazón femenino que fuese a enterrarlo vivo bajo una montaña de comida y batas. No había hecho notables progresos en la ingestión de los platos, porque todas las raciones eran anormalmente grandes, como si los donantes hubieran pensado que la soledad genera un apetito descomunal. Tampoco había abierto ninguno de los regalos para sus hijos imaginarios, pero se había bebido todo lo que le habían dado, y en derredor yacían los posos de martinis, manhattans, old-fashioneds, cócteles de champán con zumo de frambuesas, ponches, bronxes y sidecars.
Le ardía la cara. Amaba al mundo y el mundo lo amaba a él. Alrecordar su vida, la veía bajo una luz rica y maravillosa, rebosante de asombrosas experiencias y amigos excepcionales. Pensó que su trabajo de ascensorista —surcar de arriba abajo cientos de metros de peligroso espacio— requería el nervio y el intelecto de un hombre-pájaro. Todas las limitaciones de su vida, las paredes verdes de su habitación, los meses de desempleo, se desvanecieron. Nadie pulsó el timbre, pero entró en el ascensor y lo disparó a toda velocidad hasta el ático para descender de nuevo y volver a subir otra vez, a fin de poner a prueba su maravilloso dominio del espacio.
Sonó el timbre del doce mientras él viajaba, y se detuvo en el piso el tiempo necesario para recoger a la señora Gadshill. Cuando la caja inició el descenso, él soltó los mandos, en un paroxismo de júbilo, y gritó:
—¡Ajústese el cinturón de seguridad, señora! ¡Vamos a hacer una acrobacia aérea!
La pasajera chilló. Después, por alguna razón, se sentó en el suelo del ascensor. ¿Por qué la mujer estaba tan pálida?, se preguntó Charlie. ¿Por qué se había sentado en el suelo? Ella soltó otro chillido. Charlie hizo que la caja se posase suavemente e incluso, a su juicio, hábilmente, y abrió la puerta.
—Siento haberla asustado, señora Gadshill —dijo mansamente—. Estaba bromeando.
Ella gritó de nuevo. A continuación, salió al vestíbulo llamando a gritos al superintendente.
El superintendente del inmueble despidió en el acto a Charlie, y ocupó el puesto de éste en el ascensor. La noticia de que se había quedado sin empleo escoció a Charlie durante un minuto. Era su primer contacto del día con la mezquindad humana. Se sentó en el vestidor y empezó a roer un mondadientes. El efecto de las bebidas empezaba a abandonarlo, y aun cuando no había cesado todavía, preveía una sobriedad fatal. El exceso de comida y regalos comenzó a provocarle una sensación de culpabilidad y desprecio por sí mismo. Lamentó largamente haber mentido con respecto a sus imaginarios hijos. Era un solterón con necesidades bastante elementales. Había abusado de la bondad de los inquilinos. Era despreciable.
Entonces, mientras desfilaba por su pensamiento una secuencia de ideas ebrias, evocó la nítida silueta de su casera y de sus tres hijos flacuchos. Pudo imaginárselos sentados en el sótano. La alegría de la Navidad no había existido para ellos. La escena le llegó al alma. Darse cuenta de que él se hallaba en condiciones de dar, de hacer dichoso al prójimo sin el menor esfuerzo, le devolvió la sobriedad. Cogió un gran saco de arpillera que se usaba para la recogida de basuras y empezó a llenarlo, primero con sus propios regalos y luego con los obsequios para los niños que no tenía. Procedió con la prisa de un hombre cuyo tren se acerca a la estación, porque apenas era capaz de esperar el momento en que aquellas largas caras se iluminasen cuando él cruzara la puerta. Se cambió de ropa y, espoleado por una desconocida y prodigiosa sensación de poderío, se echó el saco al hombro como un Santa Claus cualquiera, salió por la puerta trasera y se dirigió en taxi a la zona baja del East Side.
La patrona y sus hijos acababan de comerse el pavo que les había enviado el Club Demócrata local, y estaban ahítos e incómodos cuando Charlie empezó a aporrear la puerta y a gritar: «¡Feliz Navidad!» Arrastró el saco tras él y derramó por el suelo los regalos de los niños. Había muñecas y juguetes musicales, cubos, costureros, un traje de indio y un telar, y tuvo la impresión de que, en efecto, como había esperado, su llegada disipaba la melancolía reinante. Una vez abierta la mitad de los regalos, dio un albornoz a la patrona y subió a su cuarto a examinar las cosas con que le habían obsequiado.
Ahora bien, los hijos de la casera habían recibido tantos regalos antes de que llegase Charlie que estaban confusos con aquella avalancha; la patrona, guiada por una intuitiva comprensión de la naturaleza de la caridad, les permitió abrir varios paquetes mientras Charlie estaba en la habitación, pero luego se interpuso entre los niños y los obsequios que quedaban sin abrir.
—Eh, chicos, ya tenéis bastante —dijo—. Ya habéis recibido vuestros regalos. Mirad todas las cosas que os han dado. Fijaos, ni siquiera habéis tenido tiempo de jugar con la mitad. Mary Anne, ni has mirado esa muñeca que te dio el Cuerpo de Bomberos. Sería una hermosa acción coger todo esto que sobra y llevarlo a esa pobre gente de Hudson Street: a los Deckkers. No habrán tenido regalos.
Una aura beatífica iluminó la cara de la casera cuando advirtió que podía dar, podía ser heraldo de alegría, mano salvadora en un caso de mayor necesidad que el suyo, y, al igual que la señora DePaul y la señora Weston, al igual que el propio Charlie y la señora Deckker, que a su vez habría de pensar posteriormente en los pobres Shannon, se dejó invadir primero por el amor, luego por la caridad y finalmente por una sensación de poder.
—Vamos, niños, ayudadme a recoger todo esto. De prisa, vamos, de prisa —dijo, porque ya había oscurecido y sabía que estamos obligados mutuamente a una benevolencia dispendiosa un solo y único día, y que ese día concreto estaba casi a punto de acabar. Estaba cansada, pero no podía quedarse tranquila, no podía descansar.

FORO PUBLICO y LIBRE

http://foroalternativolibre.foroactivo.com/t80-stop-queda-suspendida-la-civilizacion-desde-2014-hasta-que-quieran

 de donde sale el dinero que s e gastan los gobiernos en hacer o provocar ayudas inverisimiles a paises en vias de desarrollo,? !! cuando cada pais tiene un nivel de bazofia tan grande en cada uno de ellos¡¡¡ ¿ de donde ? A donde va a parar cada documento que se redacta en la manifestaciones y manifiestos? ¿ por que hablan tanto con su boca grande, si luego no hacen nada? ?¡ ¿ por que prometen ? UN DIA, NO HACE MUCHO ME CONTARON QUE PARA SER UN BUEN POLITICO HABIA QUE S ER UN BUEN MENTIROSO. ¿ seguro ? MENTIROSOS GOBIERNAN EL MUNDO.

http://santosykanayanumero2.foroactivo.com/f4-zona-zomoda

En nuestro tiempo, el hecho de que exista la doctrina de la singularidad de Estados Unidos no tiene nada de singular. La (arbitraria) singularidad justifica la imposición de los valores propios. Lo mismo han pensado todos o casi todos los pueblos del mundo primitivo, especialmente aquellos que por alguna razón material han predominado sobre otros más débiles. La fuerza es el mayor legitimador de la barbarie, porque el «éxito» siempre procede de «dios». La idea de singularidad habilita a soslayar las mismas leyes que se les imponen a otros. Predomino, luego fui elegido por mi alta moral. Incluso los pigmeos —y no hago alusión al tamaño físico— se consideran «los verdaderos hombres». No tiene nada de particular, entonces, que en Estados Unidos los líderes religiosos consideren que este es el nuevo «pueblo elegido». Si cien países votan en la ONU por no y uno o dos votan por sí, eso no es entendido como una derrota abrumadora de Uno o Dos. Por el contrario, es una prueba de que el mundo es malo y aún así es salvado por Uno o Dos pueblos elegidos por Dios. Porque Dios no puede beneficiar a todos los pueblos por igual y llamar a todos los pueblos «pueblos elegidos». Esta es la razón lógica de la singularidad. La razón práctica se demuestra con la superioridad militar de uno o dos sobre cien o doscientos, lo que hace cualquier votación una muestra irrefutable de la impotencia de cien o doscientos contra la voluntad de Dios. Cuando un pueblo elegido sufre una catástrofe (natural, económica o militar), es tan grande su singularidad y su excepcionalidad, que la tragedia nunca es atribuida a Dios sino a fenómenos naturales o a la maldad humana. Es el único momento cuando los fanáticos religiosos se acuerdan de la Naturaleza.

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Quiero encontrar las diferencias entre La emocion, El sentimiento y La sensacion


Las emociones nos ayudan a identificar diferentes aspectos de las situaciones que estamos viviendo, que pueden pasar desapercibidos para nuestra consciencia. 
Nos permiten conocernos mejor a nosotros mismos y nos ayudan a relacionarnos mejor con las personas que nos rodean. 
Sentimiento se refiere a tanto a un estado de ánimo como a una   EMOCION conceptualizada que determina el estado de ánimo Por tanto, «estado del sujeto caracterizado por la impresión afectiva que le causa determinada persona, animal, cosa, recuerdo o situación en general».

Sin embargo, cuando no expresamos nuestros sentimientos o lo hacemos de una manera inadecuada, nuestros problemas aumentan y nuestra salud puede verse afectada de manera importante.
Por eso es tan importante estar en contacto con lo que sentimos, aprender a manejarlo y a expresarlo en el momento, lugar y de la manera adecuada. 

"La verdad es que, probablemente, nuestros mejores momentos se dan a partir de sentirnos profundamente incómodos, tristes o insatisfechos.
Porque sólo en esos momentos, impulsados por nuestro malestar, es probable que salgamos de nuestra rutina y empecemos a buscar diferentes caminos o respuestas verdaderas".
M. Scott Peck (Psiquiatra y escritor americano).

Para poder manejar, adecuadamente, nuestras emociones negativas, necesitamos:Aceptar que las emocionesEste tipo de emociones, sirven para indicarnos que algo nos está molestando o interfiriendo con nuestros deseos, valores, expectativas o actividades.Nos demuestran, que es necesario hacer algo al respecto.
    Reconocer que algo en nuestro interior o exterior, nos molesta, disgusta o nos hace sentir mal.Esto parece obvio, pero no lo es.La sociedad no nos enseña a estar en contacto con nuestras emociones, sobre todo a los hombres.Desde pequeños, cuando algo nos causa dolor, 
  1. Y que mientras más pronto, mejor.Detectar cuál es el sentimiento.
  2. Hay personas que se sienten enojaos, cuando en realidad están deprimidos, asustados o se sienten culpables.Aprender a identificar la emoción, lo antes posible.
  3. Mientras mayor sea su intensidad, menos control tenemos sobre ella.
  4. Detectar que tipos de pensamientos tenemos respecto a esa situación, a las personas involucradas y a nosotros mismos.
  5. Recuerda que, independientemente de la situación, nuestros pensamientos aumentan y mantienen nuestros sentimientos.

  6. Practicar algunas técnicas que nos ayuden a eliminar o disminuir las emociones negativas.
    Por ejemplo, cómo reconocer los diferentes estilos de pensamiento que tenemos, para aprender a modificarlos, cómo relajarnos, y respiraradecuadamente, etc.
  7. Si la situación tiene solución, hacer lo necesario para solucionarla.
  8. Utilizando técnicas de comunicaciónmanejo de tiemposolución de problemas, cómo establecer prioridades, etc.
    Si no la tiene, aceptarla y cambiar nuestra actitud ante ella. 
  9. Aprender a vivir el presente
    Que el pasado nos sirva sólo para aprender de él, no para vivir en él.
  10. El futuro debe ser sólo una orientación hacia dónde vamos y cómo queremos llegar.
    No para depositar todo lo malo que puede pasar y que no podemos solucionar.

    • Es algo que aprendimos desde pequeños, ya sea porque nuestros padres lo hacían o porque le quitaban importancia a nuestras emociones con comentarios como:
      "No llores, eso no puede dolerte tanto.
      No debes enojarte con tu hermano.
      No tienes porque estar triste, no es más que un juguete que se rompió".
    • Creemos, equivocadamente, que si "no sentimos", o que si nos mantenemos muy ocupados, el dolor va a desaparecer.
    • Pensamos que no deberíamos sentirnos así, porque no está de acuerdo con la imagen que tenemos de nosotros mismos o con la que queremos dar.
    Pero existen ciertas señales, que pueden indicarnos que algo nos está afectando, como por ejemplo:
    • Estar aburridos constantemente,
    • humillar a la gente, con "bromas" que les molestan,
    • ver que la gente nos evita,
    • encontrarle defectos a casi todas las cosas o personas,
    • estar deprimidos, desganados, sin energía o apáticos, con frecuencia,
    • tener molestias físicas, problemas para dormir, etc., sin que sean resultado de alguna enfermedad o medicina que estemos tomando,
    • dedicarnos a alguna actividad en exceso, como comer, trabajar, comprar, hacer ejercicio, ver televisión, etc.
      Esto nos indica que hay alguna situación y/o emoción a la que no nos podemos enfrentar; sin darnos cuenta de que, escondiéndola, sólo la ayudamos a tomar más fuerza.

      EMOCIONES

      La Emoción es la más primitiva e instintiva de las dos, a nivel biológico tiene su origen en el sistema límbico del cerebro siendo la Amígdala Cerebral el centro de las emociones.

      Las emociones son estados complejos del organismo, respuestas globales en las que intervienen distintos componentes (Kolb, 2005):


      • FISIOLÓGICOS: se trata de procesos involuntarios como el tono muscular, la respiración, secreciones hormonales, presión sanguínea, etc., que involucran cambios en la actividad del sistema nervioso central y autónomo, así como cambios neuroendocrinos y neuromodulares.                                
      • COGNITIVOS: Procesamiento de información, como decíamos antes, tanto a nivel consciente como inconsciente que influye explícita e implícitamente en nuestra cognición y en nuestra vivencia subjetiva de los acontecimientos.
      • CONDUCTUALES: Expresiones faciales, movimientos corporales, tono de voz, volumen, ritmo, etc., que determinan conductas distintivas de especial utilidad comunicativa.



Sólo cuando conocemos el origen de nuestros sentimientos,
podemos manejarlos y tomar las decisiones adecuadas,
para lograr el bienestar que deseamos.
El origen de nuestros sentimientos.
Cuando te preguntan ESTA    ENFADADO ¿¿?¿

Generalmente respondemos que la culpa la tienetal o cual  persona.
Decimos que tal  o cual , nos hizoenfadar
Pero si esto es cierto, ¿por qué no todos se enfadan  ante la misma situación o ante las mismas palabras?

Me gustaría que hicieras el siguiente ejercicio.

Imagínate que estás esperando a una persona.
Pasan 10, 20, 30 minutos y ni te habla por teléfono, ni llega.
Y tú, empiezas a pensar:

"Es el colmo".
"¿Cómo es posible, que sea tan desconsiderado/a?"
"Si yo le importara, ya estaría aquí o por lo menos me llamaría por teléfono para avisarme que va a llegar tarde o que no va a venir".
"Es una falta de respeto tenerme esperando tanto tiempo".

¿Cómo crees que te sentirías?
Seguramente enojado/a.

Ahora imagínate, que empiezas a pensar:
"¿Y si le pasó algo?"
"Pudo haber tenido un accidente en el coche".
"O tal vez lo/a asaltaron".
"Con tanta inseguridad que hay en las calles, ¡quién sabe qué le pudieron haber hecho!"

¿Cómo crees que te sentirías en estos momentos?
Posiblemente angustiado/a.

Pero qué pasaría, si después de unos minutos pensaras:
"No, si le hubiera pasado algo, ya me hubiera enterado".
"Lo que sucede, es que cree que puede hacer conmigo lo que quiera".
"Se cree tan importante, que piensa que yo siempre lo/a voy a esperar y siempre voy a hacer todo lo que quiera".
"No es justo".
"No tengo porque aguantar más".

¿Crees que te volverías a enojar?

Como puedes ver, mientras esperabas, sin que hubiera ningún cambio en la situación que estabas viviendo (en la espera), te enojaste, angustiaste y enojaste nuevamente.

Si la situación no cambió ¿por qué crees que cambiaron tus sentimientos?

La realidad es, que no son las situaciones o las personas las que provocan la mayoría de nuestros sentimientos, sino lo que nosotros pensamos sobre dichas situaciones o personas.

Por lo tanto, la mejor forma de manejar las emociones que nos causan problemas, es cambiando los pensamientos que las producen, mantienen o incrementan.

Las 4 claves para controlar los sentimientos y emociones

Cómo controlar los sentimientos y emociones. El autodominio es la herramienta de autoayuda que desarrolla la inteligencia y emociones necesarias para alcanzar la felicidad y el éxito. 
Uno de los requisitos para alcanzar una vida plena es la SERENIDAD. Las personas más felices suelen ser aquéllas que han alcanzado un equilibrio en todos los aspectos de su vida.
Los grandes enemigos de la serenidad son la ira y el temor. Son los dos elementos desestabilizadores, los grandes agitadores de nuestra paz interior.
Sin embargo, ambos se pueden llegar a dominar a través de un “programa de autodominio”.
¿Qué es un programa de autodominio?
El concepto de “programa de autodominio” no es nuevo. De hecho, tiene casi 2.000 años y fue creado por el filósofo clásico, Epicteto (55-135 d.C.), uno de los más insignes representantes de la escuela de los Estoicos.
Todos podemos crear nuestro propio programa de autodominio, desarrollando estas cuatro fases:
1) Autoanálisis y evaluación: el programa parte de observar las reacciones propias, los pensamientos y temores que surgen en nosotros ante determinadas situaciones. Se trata de detectar aquellas situaciones de estrés que nos generan respuestas negativas y que exteriorizamos en forma de enfado o ira: una orden de un jefe, un acto de desobediencia de un hijo, una mal hábito de la pareja, etc.
2) Selección: una vez determinadas en una lista, debemos elegir aquellas situaciones y reacciones menos graves, sobre las que entendamos que será más fácil actuar, que podamos llegar a controlar con menos esfuerzo.
3) Búsqueda de la razón posible: cada situación de conflicto tiene una razón de ser, una explicación que puede ser lógica o no, pero que debemos asumir como posible. El ejemplo lo pone el propio Epicteto: “¿Tu hijo te desobedece? Cuando llamas a tu hijo debes estar preparado para que no te responda; y si lo hace, tal vez no haga lo que le pides. En tal caso, tu enfado en nada le ayudará. Tu hijo no debería tener la facultad de causarte ningún trastorno”.
4) Acción: determinada la razón de ser, ya estamos en condiciones de empezar a actuar sobre todas aquellas situaciones que nos generan estrés. Pero la clave no es empezar actuando en el otro, tratando de influir en quien comete el acto que nos molesta. La clave está en actuar en uno mismo, en la facultad que todos tenemos de que los actos de otros son afecten más o menos. De lo que se trata, según Epicteto, es de pensar: “debo hacer frente con calma a los inconvenientes que se plantean, es el precio que pago por mi serenidad interior, por verme libre de toda perturbación; nadie consigue algo a cambio de nada”.

Una vez diseñado y aplicado un programa personal de autodominio, se alcanzará la serenidad. Y será entonces cuando se estará en la mejor disposición para afrontar cualquier dificultad. Será entonces cuando las cosas empezarán a cambiar.
Como se puede comprobar, estoicismo en pura esencia.
Uno de los conceptos que más me impactó de El Error de Descartes fue la distinción entre emoción y sentimiento. ¿No son lo mismo? Eso pensaba yo pero Damasio establece la siguiente diferencia:
Las emociones son un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo emocionalmente competente, es decir, cuando el objeto o acontecimiento, real o rememorado mentalmente, desencadena una emoción y las repuestas automáticas correspondientes. Las respuestas provienen tanto de los mecanismos innatos del cerebro (emociones primarias) como de los repertorios conductuales aprendidos a lo largo del tiempo (emociones secundarias).
Los sentimientos, en cambio, son la evaluación consciente que hacemos de la percepción de nuestro estado corporal durante una respuesta emocional. Los sentimientos son conscientes, objetos mentales como aquellos que desencadenaron la emoción (imágenes, sonidos, percepciones físicas…). Las emociones que no se perciben como sentimientos son inconscientes y, sin embargo, pueden tener efecto sobre nuestras conductas

EL SENTIMIENTO NO ES PRODUCTO DE LOS SENTIDOS? ES DECIR LA PERCEPCIÓN QUE A TRAVÉS DE LOS SENTIDOS CAPTAMOS Y QUE EN EL PROCESO DE LA SINAPSIS QUE SE DA EN LAS CÉLULAS SENSITIVAS, ASOCIATIVAS Y MOTORAS TRANSFORMANDOCE EN CONCEPTOS YA EN LA AMÍGDALA DONDE CODIFICA Y DECODIFICA PARA CONVERTIRSE EN UNA EMOCIÓN?
 es decir los sentimientos son simplemente agradables o desagradables a los sentidos, posteriormente se convierten en conceptos al estar en nuestra consciencia y después se convierten en emociones como alegría, tristeza, entusiasmo, enojo. 
algo así como que los sentimientos son la puerta a todo lo exterior, nuestro cerebro (Sistema cognitivo)es como el portero que recibe lo que quiere entrar a nuestro interior, y la emoción es el concepto transformado en el huésped que logra entrar a nuestros órganos internos (sistema cardio visceral)
Muchos se preguntan cuál es la diferencia entre Emociones y Sentimientos y gracias a los avances producidos en los diversos campos científicos a través de estudios empíricos, hoy en día podemos comprender las diferencias entre Emoción y Sentimiento.Un sentimiento es un estado del ánimo que se produce por causas que lo impresionan, y éstas pueden ser alegres y felices, o dolorosas y tristes. El sentimiento surge como resultado de una emoción que permite que el sujeto sea conciente de su estado anímico.
Los sentimientos están vinculados a la dinámica cerebral y determinan cómo una persona reacciona ante distintos eventos. Se trata de impulsos de la sensibilidad hacia aquello imaginado como positivo o negativo.
En otras palabras, los sentimientos son emociones conceptualizadas que determinan el estado de ánimo. Cuando éstos son sanos, es posible alcanzar la felicidad y conseguir que la dinámica cerebral fluya con normalidad. En el caso contrario, se experimenta un desequilibrio emocional que puede derivar en el surgimiento de trastornos tales como la depresión.

Los cambios en las cargas emocionales determinan las características de los sentimientos. Las emociones pueden ser breves en el tiempo, pero generar sentimientos que subsistan a lo largo de los años.Básicamente, los sentimientos se clasifican en positivos (cuando promueven las buenas obras) y negativos (si fomentan las malas acciones). Es común, asimismo, que se recomiende luchar contra estos últimos para alcanzar la paz interior. Buenos o malos, sin embargo, ambos grupos comparten la imposibilidad de ser transmitidos con precisión.
Esta división de los sentimientos según parámetros de la moral y la ética resulta muy inestable, ya que varía considerablemente dependiendo de los ojos que la miran. La lucha por entender el bien y el mal es probablemente el legado más antiguo que acarreamos como especie; nadie en su sano juicio se atrevería a admitir públicamente que hace el mal a los demás, así como muy pocas personas se privarían de gritar a los cuatro vientos que ayuda a los desfavorecidos.
Pero, ¿cómo saber si un sentimiento es positivo o negativo? Basándonos en los ejemplos más populares, podemos decir que desear la muerte a alguien es malo, mientras que alegrarnos por el nacimiento de un bebé sano es bueno. Si aceptamos la veracidad de estas declaraciones, entonces surge una grave contradicción entre dichos principios y algunas situaciones muy particulares, ésas que nos obligan a cuestionarnos nuestros principios.
Cuando un niño es maltratado por un mayor, se crea en él un odio que, en muchos casos, lo lleva a desear con todas sus fuerzas que su agresor muera. Claro está que no se trata de pensamientos alegres o constructivos, y que siempre es preferible trabajar para canalizar la ira de manera sana, pero sin duda resulta difícil calificar de la misma forma los sentimientos de una víctima hacia su abusador que la envidia de alguien por el coche de su vecino.
Esto nos lleva a una clasificación más compleja, que intenta ahondar en las razones que dan origen a los sentimientos, para determinar, de alguna forma, si son justificables. A pesar de todos los estudios que puedan realizarse acerca de la sensibilidad humana, se trata de un terreno que parece imposible de dominar, especialmente cuando entran en juego, por ejemplo, el amor, el odio, la frustración y la pasión.
Con respecto a los sentimientos de la gente hacia la infancia, es difícil encontrar un par de ojos que no se iluminen ante la noticia de un embarazo, o al ver la sonrisa inocente de un niño. Sin embargo, esta alegría que la mayoría siente al pensar en un nacimiento no parece hacer caso a ciertas problemáticas muy relacionadas con la procreación humana, tales como la sobrepoblación y la pobreza, dependiendo del caso.
Entristecerse por ver a una mujer embarazada no necesariamente significa odiar la vida; al contrario, si se trata de una persona sin recursos, o que sufre de una enfermedad terminal o bien que fue víctima de una violación, la decepción ante tal cuadro podría ser la forma más positiva y productiva de reaccionar, la más generosa para con la criatura que se gesta en su vientre.


VAN  DE  LA MANO................

FUENTES:




jueves, 12 de diciembre de 2013

LA HISTORIA MAS CANINAMENTE FASTINANTE DE LOS PERROS



El perro es un animal fascinante. Fiel, cariñoso, inteligente, simpático, alegre, siempre dispuesto a complacernos y a contagiarnos algo de su sentido lúdico de la vida. Puede ser un buen guardián, ayudarnos en nuestro día a día o convertirse en un excelente compañero de juegos que nos arrancará sonrisas sin darnos cuenta.
Existen muchos tipos de perros. Grandes, pequeños, de un color, de otro, con el pelo largo, con el pelo corto. Y del mismo modo, hay multitud de razas entre las que elegir a nuestro compañero, y también hay otros tantos que no pertenecen a raza ninguna, que son mestizos. Pero todos tienen algo en común… que son igualmente extraordinarios.

Los perros en la mitología
Los perros también están presentes en la mitología. Veamos someramentealgunos ejemplos:
* La mitología griega nos presenta a Cerbero, un engendro de tres cabezas que vigilaba la puerta del inframundo. Este perro, aparte de sus tres cabezas, poseía una serpiente como cola e incontables cabezas de serpiente que le nacían del lomo.
* En la mitología egipcia encontramos a Anubis, el dios chacal. Se le representa con morfología humana y cabeza de chacal o de perro; o bien como un cánido delgado de puntiagudas orejas y abundante cola. Anubis vino al mundo como resultado de los amores de Osiris y su hermana Neftis. Es el dios de los muertos, el que acompaña a los
fallecidos hasta el otro mundo. Se le conoce también como “El que abre caminos”, “El señor del país de la aurora” y “El señor del secreto”.
* Artemisa es la seductora, cuya juventud no se marchita con el paso del tiempo. Hija de Zeus y Leto. El dios Pan le obsequia con unos perros “más rápidos que el viento”, preparados para vencer incluso a leones. Artemisa hace su entrada en Roma con el nombre de Diana. Gobierna los bosques, donde la caza es abundante. En los idus de agosto (los idus eran días de buenos augurios), en la celebración en su honor, recompensa a los perros y da una respiro a los animales salvajes. Existen diversos templos en Roma dedicados a Diana. Uno especialmente tiene prohibida su entrada a los hombres, desde que uno de ellos quiso abusar de una mujer en su interior y los cánidos de Diana lo descuartizaron.
* El sagaz Ulises es hijo de Anticlea y Laertes. Con el paso del tiempo reina en Ítaca, y se casa con Penélope. Es un valiente guerrero y un diplomático al mismo tiempo, que opina que la inteligencia es el atributo más importante de un militar. Después de veinte años de batallas y encierros, regresa a Ítaca donde Penélope le espera. Vuelve ataviado con harapos pobres de vagabundo y nadie le reconoce, excepto su perro Argos, cuya longeva edad sólo le permite mover la cola.
* Lares son los dioses protectores, cuya ubicación en los cruces de caminos y en los hogares, proporcionan protección a sus habitantes. Júpiter, enamorado de la ninfa Yuturna, intenta hacerla suya utilizando todo su encanto y artimañas. Ella le rechaza. Júpiter implora su auxilio a las demás ninfas. Acceden todas menos una, que le cuenta
lo que ocurre a Juno (diosa de la maternidad y protectora de las mujeres). Este suceso encoleriza a Júpiter, que le corta la lengua y la manda a los infiernos. Por el camino abusan de ella y nacen gemelos, los dioses lares, deidades protectoras de las regiones. Se les simboliza como dos jóvenes acompañados de un perro.
* Los griegos pensaban que los perros que contraían la enfermedad de la rabia estaban dominados por entes malvados, sin embargo, los primeros cristianos culpaban al diablo de dicha dolencia.
* En julio de este mismo año, la policía multa a un individuo de Chipiona por lanzar a su perro por la ventanilla del coche. El sujeto simplemente dijo que no podía hacerse cargo del animal, el cual fue recogido por la protectora de animales “El Refugio”.
* 12 euros la hora es el coste de alquilar un perro en Tokio. Las encuestas desvelan que los ciudadanos japoneses son los más castigados por la soledad, por lo que en noviembre del año 2003 se inauguró “Puppy the world”, donde se puede alquilar un perro por horas.
* El olfato de los perros es un millón de veces superior al del ser humano. Mientras los cánidos poseen 220 millones de células olfatorias, las personas nos tenemos que conformar con 5 millones.
* Un maestro jubilado chino paga 10.000 euros por enterrar a su perro. Éste le siguió a su casa y el hombre, que vivía solo desde hacía cinco años, lo adoptó. A los tres meses moría el perro y el anciano quiso que sus exequias fuesen las mismas que se le dispensan a un miembro de la familia.
* Paul McCartney se negó en 2005 a ir a China, debido al bárbaro exterminio de perros que se produce en dicho estado. “Ni en sueños iría a China, como tampoco iría a un país que apoye el apartheid. Esto va contra todas las reglas de humanidad. ¿Cómo es posible que la nación sede de las Olimpíadas de 2008 trate a los animales de esta forma
tan terrible?”, declaraba el artista.
* Ern es el primer perro adiestrado en Inglaterra para ayudar en el hogar ante un suceso inesperado. Betty Williams va en silla de ruedas y Ern está preparado, entre otras cosas, para activar la alarma que avisa a la policía si hay fuego y el detector de humos se avería.
* En la primavera de 2001 salió a la luz un estudio que aseguraba que los niños que durante sus primeros doce meses de vida han estado en contacto con perros, o gatos, tienen menos probabilidades de padecer alergias. La investigación fue elaborada por científicos del Colegio Médico de Georgia en Augusta y el Sistema de Salud Henry
Ford de Detroit, Michigan. Aunque aclaraban que no es conveniente adquirir un perro si una persona ya es asmática.
* La revista Science informa en uno de sus artículos que el genoma humano es muy similar al del perro. De los cerca de 24.567 genes humanos conocidos, el perro comparte 18.473. Los canes pueden padecer alrededor de 400 dolencias hereditarias, y una gran parte poseen aspectos comunes con enfermedades del ser humano.
* Los romanos ya utilizaron la advertencia que actualmente vemos en tantos lugares “Cuidado con el perro”, solo que ellos lo escribían en latín: “Cave canem”.
* El Rey Sol, Luis XIV, encargaba a sus ayudantes que llevasen a sus perros preferidos sobre exclusivos cojines. Este rey dilapidaba fortunas en sus perros de caza, y presumía ante otros países de la hermosura de éstos.
* Arqueólogos descubren en Perú las momias de más de cuarenta perros junto a sus dueños. Este hallazgo se llevó a cabo en 2006, en el proceso de una excavación de dos de los pueblos Chiribaya, que habitaron en el sur de Perú entre los años 900 y 1350 d.C. Los especialistas aseguran que este descubrimiento ratifica dos hechos: lo que esta tribu apreciaba a sus perros, y que pensaban que había vida más allá de la muerte.
* En México se abre una cafetería para perros. Una mujer japonesa, casada con un chef mexicano, ha inaugurado este singular establecimiento donde las personas y sus acompañantes caninos pueden pasar un rato agradable, y los canes acceden a delicias culinarias expresamente preparadas para ellos.
* En 2001 la policía chilena recupera a un niño de 11 años que vivía con una jauría de perros en la calle, y se nutría de la leche de una de las perras y de los desperdicios que encontraba en las basuras.
* Especialistas de la Universidad de California, en Los Angeles, evidencian que en los escasos doce minutos que un perro está con enfermos del corazón, consigue mejorar la función pulmonar y cardiaca de estas personas.
* Estrabón, geógrafo griego del siglo I a.C., narró la historia del poblado etíope cinamolgi, cuyas personas tenían cabeza de perro y conversaban no con palabras, sino con ladridos.
Los perros de Pemba
Muchas veces pensamos que los acontecimientos se desarrollan en todas partes igual que en nuestra sociedad occidental, pero el mundo es muy grande y en muchos casos no es así. Pemba es una provincia autónoma de Tanzania, está envuelta por impresionantes arrecifes de coral, con los que parte de la población se gana la vida. El resto son
cazadores, pescadores o agricultores. A la mayoría de personas de esta isla no les gustan los perros y hacen todo lo
posible por mantenerlos lejos, a excepción de los agricultores y de los cazadores. Sin embargo, Pemba está repleta de perros. Gran parte de ellos sobreviven en los vertederos, comiendo desperdicios de la basura. Son solitarios o forman pequeños grupos con los que se desplazan. Cuando el número de cánidos aumenta demasiado, los militares se
hacer cargo de aniquilar a una gran parte. Los pemba son musulmanes y afirman que a Mahoma no le agradaban los
perros, y recomendaba no tenerlos cerca. Tienen la creencia de que en la nariz de los canes residen gérmenes dañinos y al tocarlos contraen enfermedades. Si un perro invade su hogar, Dios ya no podrá presentarse. Por lo tanto, tienen que purificar su casa, tanto física como espiritualmente, para poder recibir de nuevo a Dios en ella. Estos perros no dejan que las personas se acerquen a ellos, y si se le pregunta a un habitante de Pemba si le gustaría acariciar a uno de esos perros, responde que “¿Por qué va a querer alguien hacer algo así?”. Incluso los que declaran que sí les gustan los
perros, se niegan a tocarlos si hay gente conocida que pueda verlos.
El sexto sentido de los perros
Hoy en día ya es una evidencia que los perros detectan en sus dueños ciertas enfermedades. Todavía no se le puede dar una explicación científica, pero el hecho es ya innegable. En 2004 se publica en el British Medical Journal un artículo que afirma que distintos ensayos manifiestan que se puede enseñar a los perros a detectar el cáncer
de vejiga. Los científicos opinan que la finísima capacidad olfativa que poseen los canes, hace posible que puedan percibir olores que probablemente desprenden las personas que padecen determinados padecimientos.
Muchos dueños de perros aseguran que sus animales son capaces de percibir cuando están especialmente tristes o preocupados, y parece que no les falta razón. Pero aunque existe la certeza del hecho, no se sabe exactamente de qué manera lo detectan.
Algunos expertos opinan que la capacidad visual de los perros es importante a la hora de explicar estos sucesos, ya que los canes se fijan mucho en el lenguaje corporal de su compañero humano y cualquier cambio que a nosotros nos pase desapercibido, ellos lo pueden detectar y de ese modo adivinar nuestro estado de ánimo. Veamos otros casos
que hablan de un sexto sentido en los perros.
Bobby era el perro de un pastor de Edimburgo, corría el año 1858. El pastor fallece y se le da sepultura en el cementerio de Greyfriars. Bobby permanece catorce años junto al sepulcro de su dueño, del que sólo se aleja para buscar comida. En 1872, a su muerte, se le dedica una estatua como premio a su fidelidad.
Otro caso es el de Teresa Preston, de Suffolk, Virgia, y de su perro Jackson. Su marido era capitán de barco y llegaba a horas inesperadas a casa, pero esta mujer asegura que Jackson siempre sabía cuando iba a aparecer su dueño: “Llegaba a casa a horas extrañas. Cuando el barco había entrado en el puerto, Jackson se excitaba, iba a la
puerta y quería salir. La mayor parte del tiempo iba a sentarse al final de la acera y se colocaba de tal manera que quedaba mirando en dirección a dónde él sabía que aparecería el coche. Era tan infalible en esto –no podía yo dejar de percatarme- que a veces utilizaba su advertencia para retocarme el peinado y maquillarme antes de la llegada de mi marido. Si estaba preparando la comida y a punto de decidir para cuántas personas debía hacerla, utilizaba la predicción de Jackson para adecuar la cantidad”.
Perros en la actualidad
Hoy en día hay muchísima gente que tiene perro y, como siempre, hay quien merece tenerlo y quien no. Hay personas que entienden que es un miembro más de la familia, que a veces nos hará reír, otras nos enfadará y es seguro que en algunos momentos caiga enfermo y tengamos que gastar tiempo y dinero en su cuidado. Y es que hay una palabra fundamental cuando se tiene un perro, y esa palabra es compartir. Nuestro perro nos hará reír en muchos momentos, y no nos cuesta nada retribuirle sólo un poco de esa felicidad que nos proporciona cuidándole y queriéndole.
Pero hay quien no entiende las cosas así, y se procura un perro por motivos equivocados: es un regalo para el niño, para que me cuide el chalet, o simplemente por un capricho momentáneo. Ese animal jugará, lo morderá todo, soltará pelo, habrá que sacarlo a pasear para que se socialice y aprenda a hacer sus necesidades donde debe, etc.
Y acabará cansando, y probablemente abandonado en cualquier carretera. Y es sencillo buscar la razón de ese sufrimiento innecesario, porque no es otra que nuestra ignorancia e irresponsabilidad.
Tener un perro lleva consigo responsabilidades, y quien no esté dispuesto a asumirlas no debería tenerlo. Hay quienes abandonan a un perro porque está enfermo y no quieren gastar su dinero en el veterinario, o porque envejece y su torpeza molesta, e incluso hay quienes llegan al extremo de ir a una protectora de animales para cambiar su perro viejo por un cachorro, obviamente ninguna protectora seria se lo permitirá. Y es que, repito, hay gente que no se merece tener un perro. No se merece sus juegos, ni su alegría, ni su cariño, ni su lealtad. Un perro puede llegar a vivir hasta veinte años, aunque la media oscila entre los ocho y los quince años, y es mucho tiempo para hacer
las cosas sin pensar.
Pero también es cierto que hay una gran cantidad de personas que quieren a sus perros, los cuidan y los tienen como un miembro más de la familia, y no los abandonan cuando salen de viaje o se van al apartamento en verano. No se si el lector se habrá percatado, pero en las estaciones de servicio de las carreteras, cuando paramos a comer o a tomar un café, sobre todo en verano, casi nadie lleva a su perro y los que sí lo llevan, la gran mayoría de las veces son extranjeros. En este tema tenemos que aprender mucho de otros países, por ejemplo, en algunas autopistas de Europa hay un lugar con comida y agua para los perros que viajan con sus dueños. Eso es impensable aquí en España,
donde se utilizan las estaciones de servicio para repostar gasolina y de paso abandonar al perro. En fin, que como dijo Francisco González, periodista y Premio Planeta 1984, “Que los animales ya nos dan su carne, su piel, su pelo, su esfuerzo, su sangre, su amor  su compañía, y no hay razón para que encima nos den su sufrimiento”