martes, 29 de enero de 2013

EL REY SOL QUEMADO y CHAMUSCADO EN 2013


    TORMENTAS   SOLARES    DE  2013,   y    LOS    AÑOS  QUE  VIENEN,  ¿ como  seran ?


El motivo para la creciente preocupación es el aumento del número de las manchas solares, primer indicio del próximo 'máximo solar'. Este fenómeno causará cambios en la ionosfera, la parte de la atmósfera terrestre, una capa llena de electricidad debido a la influencia de la radiación solar. 

La tecnología moderna, altamente dependiente de las señales de radio que pasan a través de la ionosfera a los satélites y viceversa, nunca ha experimentado este fenómeno. Los científicos temen que como resultado de los cambios en la ionosfera se apague la comunicación satelital. 

Para monitorear los efectos del 'máximo solar' en la Tierra y sus consecuencias, la Agencia Espacial Europea está desarrollando una red mundial de las estaciones de monitoreo, que pueda registrar hasta las pequeñas variaciones en señales de GPS y sea más precisa que todas las estaciones existentes. 

"La red solo está desarrollándose, pero ya ha detectado leves tormentas en la ionosfera", comenta Roberto Prieto-Cerdeira, uno de los líderes del proyecto. 

Durante el “máximo solar”, que se produce una vez en 11 años, el campo magnético del Sol queda deformado dado que la línea equinoccial gira un poco más rápido que los polos. En este período, el Sol emite una irradiación mucho más potente que lo normal y las erupciones solares violentas ocurren más a menudo. 

VIDEO  EXPLICATIVO  AQUI:

La mayor tormenta geomagnética en la historia de la humanidad relacionada con ese fenómeno ocurrió en 1859. La llamarada de energía solar provocó un apagón y una aurora boreal visible hasta el Caribe, hasta el punto de que los habitantes de las montañas Rocosas se despertaron pensando que había amanecido. 

LA NASA ASEGURA QUE PODRÁ PREVENIR A LA HUMANIDAD 

Ante la amenaza de un gran apagón de la comunicación satelital que podría producirse en 2013 tras un severo fenómenodenominado 'el máximo solar', la Nasa asegura que su mecanismo de alerta temprana informará a la humanidad de una amenaza existente para la Tierra. 

Una vez cada 11 años el Sol emite una irradiación mucho más potente de lo normal y se dan erupciones solares violentas más a menudo, provocando bombardeos intensos de nuestro planeta por los rayos cósmicos. 

ACE (por sus siglas en inglés, de Advanced Composition Explorer), un satélite de la Nasa de 596 kilos de peso que orbita la Tierra a una altura de unos 1,5 millones de kilómetros, está equipado con instrumentos científicos destinados a analizar la composición química e isotópica de los rayos cósmicos intergalácticos, el viento solar y la materia interestelar, en un intento de esclarecer su origen. 

En caso de producirse una tormenta solar de gran magnitud o una eyección de masa coronal, ACE emite una señal de alerta temprana.

Dependiendo de la velocidad del viento solar, la alerta puede 'sonar' entre 20 minutos y 1 hora antes del impacto. Por más 'insignificante' que parezca este intervalo del tiempo, C. Alex Young, director asociado científico del Departamento de Heliofísica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la Nasa, asegura que es un período suficiente para que, por ejemplo, los astronautas que están en el espacio abierto puedan volver a la seguridad relativa de sus naves o para avisar a los operadores de las redes eléctricas de que los sistemas se verán sobrecargados. 

ESTADOS UNIDOS HACE UN LLAMAMIENTO 

El Congreso de Estados Unidos ha hecho un llamamiento a los ciudadanos para que desarrollen un plan de emergencias de cara a estar preparados para «la tormenta solar del siglo». Además, en una resolución parlamentaria, actualmente en trámite, se ha pedido a las comunidades locales que se doten de los recursos necesarios para abastecer a la población de un mínimo de energía, alimento y agua. Del mismo modo, la resolución destaca la importancia de una prevención adecuada ante este tipo de fenómenos por parte de las comunidades de vecinos, ya que se necesita coordinación entre los diferentes agentes.
El texto también cita los distintos informes previos elaborados por Protección Civil de Estados Unidos (FEMA), en los que se informa sobre la forma de actuar ante estos eventos, así como los informes del regulador eléctrico estadounidense (NERC) y los del Departamento de Seguridad Nacional del Gobierno. Desde España el Observatorio del Clima Espacial ha recordado que, a pesar de la contundencia de algunos apartados, esta resolución trata de potenciar unas buenas prácticas preventivas entre el público, así como definir la amenaza. De este modo, los ciudadanos «pueden estar preparados». 

En este sentido, el observatorio ha apuntado que, aunque «con mucho menor calado», el Parlamento español también está tramitando desde hace meses una resolución, a propuesta del PSOE, para prevenir las consecuencias de una tormenta solar extrema. Además, en Alemania, Francia, Reino Unido y otros países europeos se están tomando «importantes medidas en la misma línea preventiva», ha apuntado. Este mes la NASA alertaba de que, en 2013, el Sol llegará a una etapa de su ciclo natural durante la cual los grandes eventos, como llamaradas y tormentas solares son más probables. 

POSIBLES CONSECUENCIAS 

En caso de darse el “máximo solar” que temen los científicos de la NASA afectaría más en los países de latitud alta. La parte norte de los Estados Unidos, Canadá, Alaska, la zona norte del continente europeo (Inglaterra, España, Francia, entre otros) son los más propensos a tener consecuencias. Por ello la alerta es más incisiva en esos lugares. 


“La tormenta solar no cae directamente. Causa problemas en sistemas eléctricos, genera apagones que provocan millonarias pérdidas. Por eso la alerta sirve para que, cuando se sepa que va a haber una tormenta solar, se apaguen los sistemas de alta tensión”, han afirmado los expertos. 

Según los datos aportados por las entidades oficiales el “máximo solar” afectaría los vuelos en avión lo que conllevaría un alto riesgo, debido a la pérdida de comunicación con la torre de control, incluso se puede llegar a presentar riesgo de siniestralidad 

Las rutas polares se cancelarían por la excesiva radiación solar, sobre todo, los vuelos a Asia y Canadá. 

Los astronautas se llevarían la peor parte. Recibirían 100 veces más radiación de la que emite una radiografía, los principales síntomas que presentarían serían vómitos y fatiga y podrían sufrir el desarrollo de leucemia o de cualquier otro tipo de cáncer y, lo peor de todo, la muerte. 

Otro problema sería la falta de señalización en zonas metropolitanas. Dejarían de funcionar los semáforos, ascensores, los sistemas de comunicación, radares, ordenadores, etc. 

TORMENTA SOLAR DE 1859 

La tormenta magnética solar más potente registrada en nuestro planeta fue en el año 1859. Los científicos de la época la bautizaron como Carrington y las consecuencias más desastrosas se redujeron al antiguo sistema de telégrafo de Europa y América del Norte. Aquellos cables sufrieron cortes y cortocircuitos que derivaron en trágicos incendios. Durante aquel mes de agosto, ciudadanos de Roma, Madrid, Baleares, La Habana o las islas Hawái ratificaron que multitud de auroras boreales e intensas cortinas de luz se habían alojado en los aledaños de sus urbes. Más en wikipedia  




El fenómeno, llamado eyección de masa coronal, puede ser inofensivo y hasta pasar inadvertido, pero muy peligroso si la onda emitida logra penetrar el campo magnético de la Tierra. En ese caso, se dañan los circuitos eléctricos y la comunicación. 

Según pública InfoBae.com, “el terremoto y el tsunami japonés muestran los daños para los que debemos prepararnos sólo para enfrentar acontecimientos similares a los de los últimos años. En vez de eso, deberíamos prepararnos para una tormenta espacial de una dimensión que sólo se produce una vez cada mil años”, advirtió Mike Hapgood, experto del laboratorio británico, Rutherford Appleton. 

Asimismo, agregó que nuestra dependencia de las redes eléctricas nos hace más vulnerables que nunca.

                                DATO     INTERESANTE     CERCANO   EN  ESPAÑA

Una gran mancha solar, conocida como AR1654, se encuentra activa y apuntando hacia la Tierra, según han informado spaceweather.com.
Además, meteorólogos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) han estimado que esta mancha ha aumentado un 10 por ciento las probabilidades de que se produzca una llamarada de la más alta intensidad (nivel X).
Según ha señalado NOAA, actualmente las erupciones registradas desde esta mancha, que se ha visualizado hace cuatro días, alcanzan el nivel M (el segundo más potente en la escala de intensidad).
En un principio, los expertos no se alertaron ante este fenómeno, ya que se encontraba en el lado del Sol opuesto a la Tierra. Sin embargo, AR1654, que tiene un tamaño diez veces superior al de la Tierra, se está volviendo hacia el planeta al mismo tiempo que aumenta su actividad.
Para los científicos, esta podría ser la mancha que "rompa la calma que se registraba en los últimos meses en el espacio". La actividad solar ha ido aumentando desde 2009, según ha señalado la NASA en un estudio reciente. De este modo, en solo tres años, los expertos han presenciado una evolución creciente del ciclo solar, que culminará en 2013, siendo este el año en el que se espera una mayor actividad.
Según el Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO), en 2009, el Sol estaba aún cerca de periodo mínimo solar, con muy poca actividad. En el mínimo solar, la corona de luz visible se reduce casi a un plano, pero más cerca del máximo solar, las características de actividad aparecen en todas las latitudes solares.
En la actualidad, suele haber algún tipo de actividad todos los días. El máximo de este ciclo de actividad solar se espera este año, lo que supone que ciertos eventos, como llamaradas y tormentas solares, serán más probables.
En este sentido, el Congreso de Estados Unidos hizo un llamamiento a los ciudadanos, a finales de 2012, para que desarrollen un plan de emergencias de cara a estar preparados para una "tormenta solar del siglo".
Además, en una resolución parlamentaria, actualmente en trámite, se ha pedido a las comunidades locales que se doten de los recursos necesarios para abastecer a la población de un mínimo de energía, alimento y agua.
Del mismo modo, en Alemania, Francia, Reino Unido y otros países europeos se están tomando "importantes medidas en la misma línea preventiva", ha apuntado.

lunes, 28 de enero de 2013

MAROMOS BOBOS y CHAVALAS CHOCHITAS


DECALOGO    DE  LA  MAROMANCIA   MASCULINA    TENIENDO EL  EJEMP0LO  ESTUPIDO DE  LA  FAMOSA   MTV   MTV    MTV    abajo  el logoQUE   OFRECE    PROGRAMAS     CON  ""CHICOS""  y  ¿¿CHICAS??    QUE  NO   SON   MUY  NORMALES   COMO  LOS  DEL PROGRAMA   (((  SHORE  ))   en   Gandi    en   Geordi     en  Jersey   etc etc   etc  mañosos
Gandía Shore es un programa de televisión de la cadena MTV España. Se estrenó el 14 de octubre de 20122 y sigue la misma mecánica que las versionesestadounidense y británica. El programa sigue la vida de 8 participantes que conviven en la ciudad española de Gandía3 .
Su estreno, que tuvo lugar el 14 de octubre de 2012, batió récord absoluto de audiencia en MTV España, con 948.000 espectadores y un share del 4,8%, cifras que duplican e incluso triplican a los estrenos de Jersey Shore en la cadena española.


¿Es posible que exista gente sin personalidad?… la respuesta es sí. He estado reflexionando sobre esto y he compilado una lista de las banderas que te avisan que estás lidiando con una persona que carece de personalidad:
1. Tienen miedo de ser ‘diferentes’ en público.
2. Se averguenzan de sus amigos.
3. Dicen “no seas ridículo(a)”, pero cuando ven que a todo el mundo le caes bien te aplauden como en feria.
4. Te copian frases y palabras.
5. Te copian gestos y expresiones corporales.
6. Te critican los juegos, pero terminan jugándolos…. y luego se creen que los descubrieron.
7. Te critican la música, pero después tienen la colección completa.
8. Te tratan de ridiculizar en público y no se dan cuenta que se queman ellos.
9. Cambian de forma de pensar en un segundo… dependiendo de lo que digan los demás.
10. Les interesa demasiado la aprobación de la gente con más poder o status y se olvidan de donde deben estar sus lealtades.
11. Te quieren cambiar la vida para que seas como ellos (y no sentirse solos en su desesperanza).
12. Se lucen frente a la gente y sueñan con que son populares (como si a la gente madura le importara eso).
13. Siempre quieren verse mejor que tú… a la cañona.
14. Les encanta llamar la atención (attention whores).
15. No se dan cuenta cuando NO SON BIENVENIDOS.
16. No se atreven a hacer nada sin pedir permiso.
17. Te critican los hobbies, pero después te piden que les enseñes.
18. Se inventan historias que se parecen a las tuyas.
19. Si te tiras un peo, ellos también quieren….. pero si a alguien le molesta te dicen puerco(a).
20. Se hacen las víctimas.
En fin, esta gente critica a todo el mundo…. pero al final imitan todo lo que ven. Pretenden tener la vida perfecta y no son más que desdichados que no se aceptan a sí mismos. Todo el mundo tiene problemas y defectos, pero la gente con personalidad propia puede mirar atrás y decir “soy como quiero y hago lo que siento”. A mí no me interesa tener la aprobación de los demás, hace tiempo que superé esa etapa (en la adolescencia). No necesito hacerme aceptar, porque tengo a las personas que realmente me importan…. las que me aceptan como soy. ¿Saben qué?… me rio de esta pobre gente.



viernes, 25 de enero de 2013

HORMIGAS, SAPOS, RABIA, HORMONAS, y otros cuentos morena mia


       AQUI   LA   GUARDIA    DEL   SAPO   COJO   Y    cientos   de   Ceros

En una esquina, donde se encuentran homosexuales vendiendo placer,
llega un hombre en un automóvil muy elegante. De pronto, éste se baja
bruscamente del automóvil con un rifle y le ordena a un puto:
"¡Contra la pared! ¡Date vuelta! ¡Bájate los pantalones y no te
muevas!"
Asustado, el marica le suplica al hombre:
"¡Por favor, puede hacer lo que quiera pero no me mate!"
Sin contemplación, el tipo lo viola. Después de terminar le indica:
"Toma, aquí están tus 100 dólares. Te los ganaste".
Desconcertado, el maricón le asegura:
"¡Pero no había necesidad del arma, amor!"
"¡Sí había necesidad, por que a mí me gusta con el culo apretadito!"


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Cierto día, un borracho consuetudinario regresa de una fiesta de
pueblo, de esas que demoran casi una semana. Como no traía ni un solo
peso en el bolsillo, decide caminar hasta su casa. A medio camino le
dan ganas de orinar, así que saca su miembro y empieza a mear; al
mirar hacia abajo, ve que hay un hormiguero y dirige el chorro hacia
el agujero. De pronto, ¡zas!, se aparece un genio diciendo:
"¡Amo, por haberme sacado del hoyo tienes derecho a un deseo!"
"¿Un deseo, el que yo quiera? ¡Hummm, ya sé, quiero orinar whisky Old
Parr!"
"¡Tu deseo será concedido!"
Y desaparece.
Al cabo de un rato, el tipo orina sobre su mano que utiliza como
receptáculo y prueba el líquido.
"¡Guau, oriné Old Parr, esto hay que festejarlo!"
Llega a su casa corriendo:
"¡Mi amor, mi amor, te tengo una buena noticia: orino Old Parr!"
La esposa prueba de la mano del borracho y exclama:
"¡Es cierto, esto hay que festejarlo, voy a buscar dos vasos!"
"Mi amor, mi amor, trae un solo vaso, porque lo eres tú te lo metes a
pico de botella".


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Este cubano va al médico con la barriga muy inflamada, tan hinchada
que hasta le brillaba. El pobre hombre le dice al galeno:
"Oye, chico, ¡mira cómo estoy de no poder cagar! Cada vez que creo que
ahora sí y me siento, se me tranca y nada, que no puedo. Ya he tomado
todo, hasta aceite de ricino, y si afloja, pero vuelve de nuevo a
cerrarse.
El facultativo le ordena desvestirse para hacerle un examen. Cuando le
ve el pene, gordo y grande como nunca había visto, le dice al
paciente:
"Mira, creo saber lo que tienes: ¿cuándo te sientas en la taza, tú
pones el miembro adentro o afuera?"
"¡Pues claro que adentro! ¿Dónde si no?"
"Pues eso es lo que pasa: tienes el culo asustao, chico".


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Respuesta (cuando se quedaba callada)
Queridísimo esposo:
Me parece que has mal interpretado las cosas. Aquí van las razones por
las que no conseguiste más de lo que tuviste.
Volver borracho: 14 veces
No volver a casa: 30 veces
No volver temprano: 18 veces
Volver demasiado temprano: 29 veces
Se te puso floja antes de tiempo: 16 veces
Calambres en las piernas: 11 veces
No se te paró: 34 veces
Medio se te paró: 25 veces
Te la machucaste con el cierre: 13 veces
Tenías resfriado y te goteaba la nariz: 17 veces
El café estaba muy caliente y te quemó la lengua: 09 veces
Me lo quisiste hacer por atrás pensando que era por delante: 12 veces
Se te pasaron las ganas después de pensar en ello demasiado: 36 veces
Te viniste en la pijama después de leer un libro porno: 15 veces
Por cierto, las veces que permanecí ahí acostada simplemente, fue
debido a que te saliste y te dedicaste a hacerlo con las sábanas.
Parecías tan entusiasmado, que no quise moverme y arruinarte el
placer. Y la vez que me levanté y me puse a respirar agitadamente, fue
porque en tus movimientos pasionales se te salió... ¡un pedo!
Atentamente
Tu esposa.


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Como tarea, los alumnos deberían decir un dicho popular y presentar
algo alusivo al mismo. Para entrar al salón, la maestra les pide que
presenten la tarea, y empiezan a desfilar los alumnos.
El primero es Jorgito que lleva una ramas en la cabeza y dice:
"Al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija".
"Muy bien Jorgito, tienes 10 de calificación".
Sigue Miguelito que, al igual que Jaimito, no traía tarea, por lo que
se les ocurre entrar abrazados. Al verlos así, la maestra les pregunta
sobre la tarea.
"Dime con quién andas y te diré quién eres", responden los chiquillos.
La maestra los felicita y les otorga 10 de calificación.
Así, van entrando todos los alumnos. La maestra, al ver que Pepito no
traía nada de tarea lo deja al final. Pero, en ese lapso a Pepito se
le ocurre algo: toma un vaso desechable que estaba tirado; lo llena de
agua y, al entrar al salón, se saca el pene y lo mete al vaso al
tiempo que dice:
"Lo que se tenga que pelar, que se vaya remojando".


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Después de quedarse sin dinero, un hombre se encuentra afuera de un
casino en San José y a las cuatro de la mañana para un taxi:
"Buenas. Mire, tengo un problema: necesito que me lleve a Cartago. No
tengo dinero aquí para pagarle, por lo que he pensado que usted me
deja en la puerta de mi casa, vivo en un primer piso; subo y le bajo
el dinero".
"No, esa mierda no me la creo", responde el taxista.
"Vamos, que necesito que me lleve, que no tengo nada de plata aquí..."
"Que no, que no te llevo, que te vayas caminando".
Finalmente, el tipo llegó a Cartago como pudo. Al cabo de un mes
vuelve a ir al mismo casino y le va de maravilla y se gana 500 mil
colones. Sale del casino otra vez a las cuatro de la mañana para coger
un taxi y ve que hay una cola de 20 taxis por lo menos y se da cuenta
que el último de todos era el del otro día, y dijo para sí mismo:
"A este hijueputa hoy si me lo jodo".
Va con el primer taxista:
"Hola, buenas noches. Le doy 20 mil colones si me lleva a Cartago,
pero con una condición".
"Sí, sí, la que sea, la que sea", acepta el conductor.
"Que cuando lleguemos allá me la chupes".
"¡Qué va, que va. Búscate a otro!"
El segundo taxi:
"Hola, ¿qué tal? Le doy 20 mil colones si me lleva a Cartago con una
condición".
"Sí hombre, lo que sea, ¿qué tengo que hacer?"
"Que cuando lleguemos allá me la chupes".
"¡Lárguese antes que lo pichasee todo!"
Así se tiró toda la cola y cuando llega al último, que era el del otro
día, le dice:
"Mira, te doy 20 mil colones si me llevas a Cartago, pero con una
condición".
"Sí, claro, la que sea".
"Que cuando pases por delante de todos estos taxis saques la mano y
grites: ¡Voy para Cartago, voy para Cartago!"


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Dos hormigas descansan junto a un riachuelo esperando a que el día
transcurra. En eso, la más pícara de las dos se da cuenta que cruzando
el riachuelo hay una gran canasta con dulces y tortas que una familia
había dejado allí por olvido y comienza a elucubrar cómo demonios
llegar hasta allá cuando, justo en ese momento, pasa por ahí un sapo.
Sin vacilar, la pícara hormiga se dirige al batracio:
"Sapo, ¿nos podrías cruzar al otro lado del riachuelo para así llegar
a esa canasta de allá? Si nos ayudas te daremos un pastel a cambio".
El sapillo accede y las hormigas se suben a su espalda, pero había un
problema que las hormigas no habían considerado: el sapo estaba muy,
pero muy hediondo, tanto que los insectos comenzaron con arcadas y
terminaron vomitando. Ya en la otra orilla, después de pagarle al sapo
lo prometido, la pícara hormiga le sugiere a su amiga:
"No nos subiremos nuevamente a la espalda de ese sapo porque está
insufrible. Mira, con estas tres pajitas que están en el suelo
construimos una barca y nos llevamos las cosas hasta el hormiguero
donde, seguro, seremos proclamadas héroes".
La compañera accede y juntas construyen su barca; pero como colocaron
tantas cosas en la barquita, a mitad del camino ésta se les hundió y
las hormigas murieron ahogadas.
Moraleja:
"Más vale un sapo hediondo que tres pajas mal hechas.







jueves, 24 de enero de 2013

Pablo Neruda: "Sobre una poesía sin pureza" (1935)

LITERATURA   INFINITA    2013   
 
Es muy conveniente, en ciertas horas del día o de la noche, observar profundamente los objetos en descanso: las ruedas que han recorrido largas, polvorientas distancias, soportando grandes cargas vegetales o minerales, los sacos de las carbonerías, los barriles, las cestas, los mangos y asas de los instrumentos del carpintero. De ello se desprende el contacto del hombre y de la tierra como una lección para el torturado poeta lírico. Las superficies usadas, el gasto que las manos han infligido a Ias cosas, la atmósfera a menudo trágica y siempre patética de estos objetos, infunde una especie de atracción no despreciable hacia la realidad del mundo.
 

La confusa impureza de los seres humanos se percibe en ellos, la agrupación, uso y desuso de los materiales, las huellas del pie y los dedos, la constancia de una atmósfera inundando las cosas desde lo interno y lo externo.

Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y a azucena, salpicada por las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley.

Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos.

La sagrada ley del madrigal y los decretos del tacto, olfato, gusto, vista, oído, el deseo de justicia, el deseo sexual, el ruido del océano, sin excluir deliberadamente nada, sin aceptar deliberadamente nada, la entrada en la profundidad de las cosas en un acto de arrebatado amor, y el producto poesía manchado de palomas digitales, con huellas de dientes y hielo, roído tal vez levemente por el sudor y el uso. Hasta alcanzar esa dulce superficie del instrumento tocado sin descanso, esa suavidad durísima de la madera manejada, del orgulloso hierro. La flor, el trigo, el agua tienen también esa consistencia especial, ese recuerdo de un magnífico tacto.

Y no olvidemos nunca la melancolía, el gastado sentimentalismo, perfectos frutos impuros de maravillosa calidad olvidada, dejados atrás por el frenético libresco: la luz de la luna, el cisne en el anochecer, «corazón mío» son sin duda lo poético elemental e imprescindible. Quien huye del mal gusto cae en el hielo.

miércoles, 23 de enero de 2013

¿¿¿ QUE ES CULTURA ???

CULTURALMENTE      HABLANDO    HOY,   PARA  MAÑANA    Y    DESPUES

                  ¡¡¡  QUE  LAS   LETRAS    SE    HAGAN    SONIDO    !!!

                           ¡¡¡  QUE   EL  SONIDO   SE  HAGA   SENTIDO !!!

                      ¡¡¡   QUE  ES  SENTIDO    SE  HAGA   PENSAMIENTOS !!!

  ¡¡¡  QUE   EL  PENSAMIENTO    HAGA   PALABRAS !!!


                                                ¿¿¿   NO   ESTABAS   ATENT@  ???


La cultura, pues, no es sólo creación artística, patrimonio, distribución y consumo de bienes o servicios culturales. Es también opinión, valores compartidos, puntos de referencia que encuadran nuestras vidas personales y nuestras relaciones sociales.




Frente a las dos concepciones de cultura señaladas (como patrimonio y como conciencia) han existido tradicionalmente dos políticas culturales. La de la reacción, tendente a integrarlas en un cuerpo de verdades establecidas, defendidas por el poder para apuntalarlo y permanecer en él. Y la de las fuerzas de progreso que parten de una posición crítica que cuestiona y trata de cambiar lo establecido con la intención de transformarlo positivamente. Sin embargo, la izquierda, pocas veces ha analizado y comprendido su papel en profundidad dentro de una dinámica de auténtico progreso y transformación. Se ha limitado a la denuncia de las maldades perpetradas por la derecha en el terreno de la política cultural y de la organización de la cultura, y raras veces ha apostado a fondo por un modelo cultural realmente alternativo.

http://www.ateneocultural1mayo.org/index.php?option=com_k2&view=item&layout=item&id=52&Itemid=149



La cultura no es neutral. Transmite una forma de pensamiento, la de quienes la han elaborado. La creación artística y cultural no es independiente de la forma de pensar de sus autores, y éstos no son independientes del sistema sociopolítico y económico en el que se desenvuelven. En ese sentido, el capitalismo necesita producir y reproducir sus condiciones de vida y entre ellas figuran sus representaciones del mundo, sus imágenes del mismo, producir mecanismos ideológicos, mitos, valores, normas ocultas, etc. para perpetuar la dominación. La cultura es un espacio de conflictos ideológicos y en el capitalismo, además, es un útil mercado de productos ideológicos. El negocio cultural le resulta a la burguesía doblemente rentable, pues a la vez que consigue beneficios, hace propaganda de su opción política e ideológica entre todos aquellos que absorben los mensajes adquiridos a través de su difusión cultural.

Lo que nos transmite como cultura el pensamiento dominante insiste en los aspectos consumistas y superficiales de la distribución de productos, pero elude ante los ciudadanos el debate sobre aspectos importantes como son los contenidos y la función social de todo un ajetreo creativo y comunicacional puesto, hoy más que nunca, al servicio de una dominación de clase que, además, te vende y te cobra los instrumentos de dominación. O sea, que las expectativas culturales que podemos alcanzar hoy, parecen reducirse al consumo de bienes en tiempo de ocio, el adoctrinamiento impartido por los medios de comunicación, la publicidad, y a la confusión entre la vida que nos proponen, la que vivimos y los valores que sirven para orientarse en las relaciones socioculturales.



Nos preocupa que nuestros jóvenes encuentren un aliciente para sus vidas en prácticas de riesgo, ya sea a través del sexo, de la droga, o de la circulación, nos preocupa que la violencia se adueñe de las relaciones internacionales e interpersonales, nos indignan los malos tratos a mujeres, niños y ancianos, la explotación salvaje de la humanidad y los recursos naturales, el terrorismo y el imperialismo, el acoso del poder sobre las personas y los pueblos, la progresiva pérdida de los derechos duramente adquiridos por los trabajadores, las políticas opresoras de privatizaciones, desregulaciones, empresas de trabajo temporal, inflación y rebaja del salario real, construcción neoliberal de la Unión Europea, etc., etc. ... Decimos que se están perdiendo los valores... pero cuando se delibera sobre un programa cultural de izquierda no se pasa de la programación de actividades con bien intencionados criterios en el mejor de los casos, cuando no sometidos al mercado cual artículo de consumo expuesto en los anaqueles de una gran superficie y mercancía con la que se especula.

Corren, pues, malos tiempos y resulta urgente una política cultural progresista que trate, al menos, de corregir los excesos del sistema imperante y busque establecer nuevas bases donde apoyar la resistencia ciudadana a la situación actual y desde las que pudieran proponerse alternativas.



Entendemos que una política cultural de izquierdas ha de pasar por las siguientes tres premisas: 1) Asimilación del patrimonio cultural, favoreciendo el conocimiento y práctica de las artes, rompiendo las barreras del mercantilismo cultural. 2) Fomento del papel modificador de la conciencia crítica. 3) Fomento de la conciencia de clase con el replanteamiento de un nuevo sentido del progreso: una cultura de la supervivencia frente a la aniquilación de la naturaleza; una cultura de la igualdad (no de la uniformidad) que satisfaga las necesidades de todos los seres humanos; una cultura de la liberación, que luche contra la alienación y la contaminación de las conductas colectivas e individuales; y una cultura de la paz y los derechos humanos como valor fundamental.

Así mismo asumimos los principios de la Agenda 21 de la Cultura aprobada en Barcelona en mayo de 2004 en el marco del Foro Universal de las Culturas, documento orientador de las políticas públicas de cultura y como contribución al desarrollo cultura de la humanidad. En esa línea, señalamos algunos puntos que estimamos importantes, entre otros:

1. La participación ciudadana en la formulación, el ejercicio y la evaluación de las políticas públicas de cultura. Búsqueda de colectivos sociales con la necesidad y/ o capacidad de reaccionar frente a la situación actual; apoyando al funcionamiento de nuevas redes de socialización, de nuevas redes de comunicación y creación de espacios de encuentro y relación entre la ciudadanía.

2. Una cultura que sirva a la ciudadanía frente al consumismo cultural, rescatando y promoviendo la cultura popular, entendiendo por ella la cultura que nos sirve para defendernos de los excesos y alienaciones del sistema imperante, y ofreciendo a la ciudadanía los medios para que puedan elaborar criterios propios sobre sus necesidades culturales y la forma de satisfacerlas.

3. Garantía de la financiación pública de la cultura, apoyando y promoviendo el mantenimiento y ampliación de los bienes y servicios culturales; buscando la universalización del acceso a éstos; primando el desarrollo cultural mediante la acumulación de recursos (capacitación y medios materiales) frente a la cultura-espectáculo y sus resultados efímeros; persiguiendo que la oferta llegue a la ciudadanía mediante la actuación sobre las infraestructuras (bibliotecas, archivos, museos, centros culturales, espacios para espectáculos,...) y la optimización de su uso; fomentando que las industrias culturales atiendan objetivos sociales a través de medidas legislativas, fiscales, promocionales,...



4. La educación para el consumo cultural, facilitando a la ciudadanía conocimientos y mecanismos para adquirir los puntos de referencia necesarios a fin de entender si lo que nos propone el mercado nos es útil o superfluo. Generar instancias de coordinación entre las políticas culturales y educativas, impulsando el fomento de la creatividad y la sensibilidad.

5. La cultura en la calle recuperándola como espacio cultural de relación y convivencia, no masificado ocasionalmente (por ejemplo, la llamada Noche Blanca) sino sistematizado.

6. La diversidad cultural y los mestizajes, garantizando la expresión y participación de las personas con culturas procedentes de la inmigración, fomentado la diversidad cultural, favoreciendo el contacto cultural entre grupos, ofreciendo a nuestros inmigrantes un mejor conocimiento de las claves culturales de nuestra sociedad, y teniendo en cuenta las necesidades culturales que se desprenden de su existencia.

7. La cultura libre y el conocimiento libre con el objetivo de promover la libertad de conocimiento así como el derecho de todas las personas de acceder, usar, crear, modificar y distribuir conocimiento libre y abiertamente. Fomentar los programas dirigidos a divulgar la cultura científica y la tecnología entre la ciudadanía.





sábado, 19 de enero de 2013

José Rodríguez Cánovas

                   José Rodríguez Cánovas



De 1932 es el libro de José Rodríguez Cánovas titulado Jesús y Judas (Imprenta H. Escarabajal, Cartagena), que consta de dos partes: una literaria, “Jesús de Nazareth”, a modo de ‘figura de la Pasión’ mironiana, y otra ensayística, “Judas de Kerioth”, en la que, entre otras cosas, se realiza una bella glosa del primer capítulo de las Figuras de la Pasión del Señor, el dedicado a Judas.





Rodríguez Cánovas es un autor capaz de captar la belleza efímera de la realidad y dotado de un poder de persuasión, lo suficientemente grande, como para suscitar el interés de cualquier público, alterna su labor periodística y su compromiso social con una intensa actividad pública, que se plasma en un gran número de conferencias. 


Personaje ilustre cartagenero
y abuelastro de un amigo mío de face, Antonio Vila Rosales.

Sí, amigos, hoy quiero hablaros de José Rodríguez Cánovasun cartagenero que nació el 17 de junio de 1899 y falleció en 1975. Periodista y poeta, perteneciente a la Generación de 27, hombre generoso y condescendiente que nunca se mostró indiferente ante las injusticias sociales, alzando, si era necesario, un grito de protesta para guardar el equilibrio social por el que luchó. 

José Rodríguez Cánovas  fue un escritor sensato, generoso y elegante que, lejos de caer en el dogmatismo profesional, llevó a cabo una labor de defensa de los valores autóctonos y espirituales de Cartagena.


 Es por esto, que como cartagenera, me veo en la obligación de hacerle a Cánovas mi pequeño homenaje y es que no encontramos ningún estudio sobra la cultura de Cartagena en el siglo XX sin que aparezca el nombre de José Rodríguez Cánovas. En definitiva, recopilar la obra de este autor supone abrir una puerta hacia la historia, a personajes ilustres que visitaron la ciudad y a libros raros y curiosos ya que, por encima de todo, siempre prevaleció su amor por esta ciudad




Recuerdos del Teatro Circo. Recuerdos del Teatro Principal" es el libro del cartagenero José Rodríguez Canovas publicado en la Editorial Aglaya. En la obra, su autor invita al público a que conozca los capítulos más brillantes que conforman la historia de dos de los salones culturales más emblemáticos de Cartagena. Con una probada amenidad crítica han nacido estas páginas, en las que tanto hechos conocidos como olvidadas bellezas adquieren nuevo sentido, al ser interpretadas por quien ha hecho de su pasión local un cultivo inteligente y noblemente apasionado.



En febrero de 1975 y, ya acusado de una delicada salud, por iniciativa de su amigo José Ballester, fue propuesto para ser nombrado Académico Correspondiente de la Academia Alfonso X el Sabio de Murcia. Sus “Estampas de Cartagena en la Bella Época” iba a ser su último trabajo, ya que falleció el 21 de mayo de 1975.


Su estudio sobre Isidoro Máiquez, ilustrado con fotografías del archivo del pintor cartagenero Vicente Ros, refleja la amenidad de la lectura de sus obras pero, sin embargo, todo su trabajo se organiza bajo una rígida base documental. Su amigo, el escritor Lorenzo Guardiola Tomás, dijo de esta obra que era la más lograda de José Rodríguez Cánovas y cita: “En una prosa que se saborea sin cansancio y que cuando se acaba aún sabe a poco. Nada falta y nada sobra. El relato es de una concisa belleza...”.





Esa atracción por lo autóctono le lleva a escribir, en 1970, su estudio “El Molinete de Cartagena: apuntes para su historia”, número 27 de su Colección Almarjal.


jueves, 17 de enero de 2013

de palos


      CADENAS   Y   PALOS    DADOS     A     GOLPE     DE   DUREZA    ENTRE   PALMERAS   

                                                               capitulo  5,   ((  seleccion  ))

Vendo aquí carbón de monte, 
me echo de nuevo a los llanos;
hago un alto en Jovellanos
y oigo cantar a un sinsonte.
Sigo rumbo a otro horizonte,
vuelvo a un ingenio a la brega; 
otro lance, otra refriega 
y otras nuevas desventuras.
¡Ah, qué copas de amarguras
sin ir por tierra manchega!


A Palos, término de Nueva Paz, llegué en otro tren de caña. Palos, como el paradero anterior, no era en realidad un pueblo. Antes fue una hacienda, al parecer del Conde de Jaruco, un cacicón fernandino, y eran barriadas que iban naciendo al paso del viejo tren de Villanueva, cuya inquietud también marchaba conmigo.

Hice un alto en Palos con la esperanza de colocarme en alguna tienda de telas de las que se improvisaban aprovechándose del paso del tren, y de la vida de los ingenios cercanos. De Nueva Paz llegaban muchos hombres a caballo como si fueran a tomar Palos, guajiros con machete y revólver. Mi imaginación corría hacia atrás y hasta pensé si serían aquellos héroes insurrectos que combatieron en Nueva Paz con los españoles, sometiendo a sangre y fuego casas y haciendas, el cerro y la llanura. Pero de Nueva Paz venían y eran personas de paz a hacer sus compras en Palos.

Recorrí las pequeñas tiendas de tejidos, en cuyos portales bailaban al aire los trajes, hechos y la tira bordada; pero no había ocupación en mi oficio. Ya salía del pueblo, cuando me hizo señal un paisano desde la puerta de su bodega. El pueblo era entonces pequeñísimo y en menos que se cuenta todos se enteraron de que andaba un muchacho español buscando trabajo.

—¿Quieres colocarte?

—A eso vengo.

—Pasa.

Y pasé. Pero no era tienda de ropa. Era una bodega que hedía a bacalao y a "raspadura" de azúcar por los cuatro costados.

—¿Traes alguna carta?

—No.

—No importa. Tienes cara de honrado.

Yo me emocioné mucho y a poco más hago "pucheros", humedeciéndoseme los ojos. Y me emocioné porque siendo escasísimos los niños emigrantes que salían ladrones, a todos los trataban como tales y sin un pariente o una carta de recomendación de una casa de crédito, la colocación para nosotros era casi imposible en aquellos años de Cuba. De tal modo agradecí sus palabras, que acepté trabajar en una- tienda de comestibles, siendo para mí odioso el trabajo de estas "bodegas", especialmente en La Habana donde cada bodeguero es una especie de Cristo de barriada, en el que se clavan todos los insultos de la muchachería y hasta de los mozalbetes a los que sirven los vasos de agua gratis y en vez de darles las gracias, los llaman "gallegos", les tiran piedras y hasta les mientan la madre. Temía yo que ésto sucediera en Palos, no me aguantase e hiciese otra de las mías. Me equivoqué. Los parroquianos de Palos eran de mejor ley.

Me sentía yo muy a gusto en aquella bodega. Le di al paisano los pocos pesos que llevaba, para que me los guardase, y empecé mis faenas. Era yo el único dependiente, la casa empezaba a nacer y el dueño, un buen hombre de mediana edad, cambiaba conmigo las horas de trabajo. Cuando él trabajaba, yo descansaba, menos en las horas de mucho despacho. Entonces trabajábamos mano a mano los dos y las faenas, siendo rudas y largas, me parecían alegres y cortas.

Nos alimentábamos bien. A la hora de comer, el paisano me echaba de la sartén al plato unos filetes de buena carne, tiernos y mayúsculos, artillados de papas fritas, de plátanos verdes o madu¬ros, sin que faltasen el arroz con frijoles y el buen café carretero. Me sentía yo en el Paraíso.

Muy de mañana, apenas se abría la tienda, venían las mujeres, casi todas mulatas y negritas, a comprar el carbón de leña que el dueño adquiría en grandes cantidades, traídas sobre sus jamelgos por los campesinos desde los cerros vecinos. Era un carbón magnífico, se daba barato, nunca faltaba y la casa tenía más crédito por el carbón que por los "féferes", que es como llaman en Cuba a los alimentos. Era un gozo para mí despachar el carbón por arrobas entre aquellas negritas que se deshacían en carcajadas de buena ley, en confianzas sanotas, madrugadoras y frescas como las propias madrugadas de Palos. La brisa de la mañana me llenaba también de ánimos, antes de que llegase el sol que amodorra y fatiga. Yo me manchaba de carbón, reía como las negras y gozaba siendo otro negro entre negras. El dueño reía como un bendito viendo cómo yo trabajaba y complacía a la clientela. Pasada aquella balumba de las carboneritas, a las que metíamos también en la jaba o en los matules los comestibles del día, el dueño y yo nos desayunábamos a lo gordo, sin que faltasen el par de huevos con jamón, el café con leche y los panes y a veces las costillas de puerco o de ternera.

Pero no hay día claro que no acabe en sombra y la sombra anuncia la noche. Llevaba yo allí un par de semanas con mi alegría ruidosa como la de las negras, cuando el dueño, con palabras tímidas pero bien sobrepesadas, me llevó a la trastienda y me dijo, tratándome de usted:

—Estoy muy satisfecho de su trabajo. Todos pagan por aquí dieciocho pesos. Yo le he puesto un sueldo de veintidós. ¿Está conforme?

—Conforme y agradecidísimo.

Meditó un momento, se rascó la mollera y prosiguió: 

—Bueno. Sabrá usted que en la casa no hay cocinero. Estamos empezando y no dá para más. Estas dos semanas cociné yo para usted. Ahora cocinaremos uno cada semana.

—Lo siento, señor, que usted haya cocinado para mí. Lo ignoraba o quise ignorarlo, pues me di cuenta a última hora. Pero yo no vine a Cuba para ser cocinero. No es orgullo. Vea que despacho carbón y si hay que cargar, lo cargo. Pero en mi tierra ni cociné, ni fui por agua a la fuente por creer esas faenas propias de mujeres. Busque otro dependiente, que yo me voy

—¿Me he portado mal con usted?

—Demasiado bien. Y por eso me duele la marcha. Créame que lo recordaré siempre con gratitud.

Estuve dos días más trabajando en la casa, se enteraban de mi marcha y las negritas, blancas y mulatas, ponían caras compungidas. Se iba el dependiente de "La Azucena". Nadie las trataba mejor ni despachaba el carbón rápidamente y con el peso completo, sin trampa en la báscula, diciéndoles palabras bonitas, como el dependiente de "La Azucena". Y yo era el dependiente de "La Azucena", vendedor de la sal, carbón de leña, cajas, de guayaba y azúcar prieta.

Me eché al hombro mis trapos y mi biblioteca y caí en Jovellanos. Allí gasté todo el dinero, oí cantar en una palma de la estación a un sinsonte en la madrugada; me quité los zapatos, me até las alpargatas de camino y el hatillo al hombro con el traje nuevo que me compré en Jovellanos, una estaca al brazo para apoyarme y el de "pata de cabra" en la cintura, caminé, caminé por los rieles hasta tener a mi vista la-estación de Cárdenas.

Antes de llegar a la estación, me metí en un cañaveral y cambié la ropa de camino, un traje muy viejo, por el nuevo que compré en Jovellanos. Me puse las botas, el cuello, la corbata, cambié la gorra por el sombrero, hice un bulto de lo viejo me lo eché al brazo y entré en Cárdenas como un ciudadano que ha venido en el tren y en coche de primera.

Para este cambio de facha que después lo tomé como costumbre al entrar a los pueblos y villas, tenía yo un motivo especial. A pesar de la lira, yo no renunciaba a la yarda. Quería entreverar uno con otro, lo material con lo espiritual, defenderme en la vida con el trabajo y hacerme de una cultura.

En Cárdenas estaba Manolín, al que yo creí un gran amigo Precisamente fue él quien me dio la noticia de la muerte de mi madre, el que me la confirmó, después de aquel traje negro que me puso el pariente en La Habana. Manolín era el hijo del Alcalde de mi pueblo, habíamos ido juntos de cortejo y robado melones en las noches de luna. Manolín trabajaba en "La Lucha", una gran tienda de la ciudad por donde entró Narciso López, precursor de la Independencia de Cuba. Era el encargado de la tienda y acabó por casarse con la hija del dueño. Ya estaba en camino de hacer fortuna y la hizo. De tres a cuatro años más que yo, fue también conmigo a la escuela de noche. Acudió como testigo de defensa en aquel lance sangriento que yo sostuve con "El Rata". Vinimos juntos en el barco. El jugó al monte todo lo que traía. Y lo perdió. Llegó a La Habana. Además de las cartas de juego, perdió las que traía para el pariente y no sabía dónde estaba. Le hablé a mi tío y por esto que hablé, se le albergó en "La Granada", hasta que apareció el pariente de Manolín, establecido en El Perico. Manolín se fue para El Perico y siempre me escribía como un gran amigo y compañero de escuela. Yo le contaría mi drama y él era mi esperanza en la noche de Cárdenas.

Lo hallé muy currutaco con la tijera en la mano. Era sastre cortador. Por lo presumido y no tonto, tenía gran partido entre las mujeres y le decían "Llarini", en recuerdo de un chulo famoso que fue muerto en La Habana por otros chulos franceses. Pero mi esperanza se quebró. "Llarini" me recibió muy pomposo, aparentando afecto, pero en frío en cuanto le hablé de que llegaba a Cárdenas para trabajar en tejidos. Hablaba en recelón como si tuviese espías, aunque todo era teatro; tomó unas pesetas del cajón, me llevó a la acera de enfrente, donde estaba y aún se encuentra la plaza, y me invitó a café. Aún se usaba bigote, se lo retorció muy presumido y me echó este jarro de agua en el espíritu.

—Has hecho mal en venir. Por aquí no hay nada. Imposible que te coloques.

Todo ésto era curarse en salud, creyéndome del todo derrotado. Le di el bulto de mi ropa y de mis libros para que me los guardase. Erré por la ciudad y a la caída de la tarde, volví a tomar el bulto, lo abrí y le dije:

—Guárdame ahí esos libros.

No me preguntó si me iba o si me quedaba. En donde pude, me quité mi ropa nueva, volví a ponerme la vieja y, entre el día y la noche, salí de la ciudad de los cangrejos, apartándolos con el palo, hacia dos ingenios vecinos. Seguí el rumbo de las luces que brillaban a lo lejos. Uno era "El Progreso" y otro el "Central Dos Rosas". Pernocté en el segundo y al día siguiente trabajaba yo en el "Central Dos Rosas", como ayudante de mecánico sin saber una papa de ello. Seguía el "tiempo muerto" y seguían los ingenios preparándose para la zafra.

Colgaba yo, muy orondo, mi chaqueta, mi saco, que dicen en Cuba, "majagua" cuando es de mejor ley y se luce en un cuerpo rumboso, de un clavo grueso que sobresalía en una de las columnas del interior del ingenio. Estábamos arreglando los filtros y limpiándolos de la vieja cachaza. El que hacía de maestro conmigo, era hombre grave y honrado, enseñándome con toda paciencia las cosas que yo aseguraba olvidar, debido a que hacía tiempo que no trabajaba en la mecánica. Eran combinaciones fáciles y los pocos días que trabajé en el "Central Dos Rosas", cumplí a maravilla. Ya me decían "El Asturiano", me pedían versos para las novias y me rodeaba de afectos. Pero la dicha dura poco, aun sudando la gota gorda en aquella especie de trapiche que no llegaba a ingenio grande. Resultaba, dentro del trabajo rudo, mi suerte demasiado grata para ser duradera.

En el ingenio había un mulatazo, muy fuerte, bellaco y lenguaraz, que hacía lo que le daba en gana, insultaba y se "fajaba" por quítame allá estas pajas, sin que nadie osara detenerlo. Era muy fuerte y ancho, más claro que obscuro, tendría unos veinte años y gustaba de lucir sus músculos de boxeador, desnudo de cintura arriba. Quisquilloso y abusivo, al menor contratiempo, echaba la lengua a pacer por el terreno de las madres, ponía los brazos en tensión y los puños hacia la nariz del prójimo:

—Estas son mis mollejas.

Abría unos ojos saltones, relampagueantes, como los toros bravos para los que no hay trapo que no se lleven en el cuerno. Reía a borbotones como una olla en el fuego. Se mofaba de Dios es Cristo y decían que era ladrón. Fuese lo que fuese, en el ingenio le tenían miedo o aparentaban tenérselo. Buscaba camorra y no la encontraba

Un día, cuando sonó la sirena del ingenio, fui por mi chaqueta y vi que me faltaba la cartera. Para mí era sagrada, no sólo porque iba dentro un retrato de mujer, un, amor del camino, sino porque era aquella que me regalaron al partir del pueblo, con estas letras doradas: "Recuerdo de Gijón". Faltaban también unos centavos y algunos versos en borradores. Lo último me importaba poco y lo primero mucho. Comenté el caso con los demás obreros y me dijeron que habían visto al mulatazo recreándose en el retrato y que después lo había hecho pedazos. No indagué más. Atravesé el patio del ingenio hasta la fonda, con otros compañeros de trabajo. Y no comí. Todos se sentaron frente a una mesa larga, menos yo. A los pocos minutos vi que llegaba el mulato con su chaqueta al hombro y el medio cuerpo desnudo. Entre el ingenio y la fonda había grandes montones de leña que habría de quemarse en el ingenio. Fui al encuentro del mulato y apenas le reclamé, tiró el saco, dio un salto atrás, se apoderó de uno de aquellos troncos y vino hacia mí, mientras que yo avanzaba hacia él. Había un sol que abrasaba. Saltaba él y saltaba yo y éramos como dos gallos de pelea. La gente dejó de comer y salió al umbral de la fonda para ver la lucha. Me fui derecho sobre él, cuchillo en mano y mi chaqueta enrollada en el otro brazo. Me quité el golpe con un brazo y le largué una cuchillada directa al estómago. Soltó la gruesa estaca, se llevó la mano al vientre, encogiéndoselo, como si fuera a hacer aguas mayores. Reculó, me dio la espalda y echó a correr, primero por el ingenio y después por los sembrados de caña. Yo iba tras de él, con su propia estaca que recogí del suelo en una mano y en la otra el de "pata de cabra". Corría, gritaba y pedía auxilio. Así nos alejamos más de medio kilómetro, corría más que un corzo y yo, que iba detrás, enumerándole toda la parentela, no le alcanzaba. Los trabajadores, que eran como doscientos, se subían al techo del ingenio y al de la fonda, que era de zinc, para ver qué pasaba en la distancia entre el galgo y la pieza. Pero la pieza corría más que el galgo.

Lo perdí de vista y di la vuelta, tiré la estaca y guardé el hierro en la cintura. Cuando llegué a la fonda del ingenio, todos me miraban asombrados y algunos me felicitaban por lo bajo, especialmente la gente moza. Pero mi maestro de mecánica y dos hombres, también graves y de edad madura, se acercaron a mí y me dijeron:

—Es necesario que te vayas si no quieres caer en una emboscada. Ese ya ha hecho muchas, muy pocas cara a cara y de todas sale bien.

—¿Le tenéis miedo?

Sacó el pecho uno y me dijo:

—Miedo, ninguno. Es más traidor que una zorra y más cobarde que una garceta, pero todo lo que tiene de grande lo tiene de malo. Por aquí lo aguantamos porque se asegura que es hijo natural de uno de los fundadores del ingenio. Y así debe ser, porque el mulato es medio blanconazo.
Entré en el barracón y comí de mala gana. Los tres hombres, mientras que comía, me daban un consejo por cada bocado.

—Además —sentenció uno—, dará parte a la Guardia Rural. No lo pueden ver, pero como es quien es, perderías el pleito aún con nuestra defensa.

Me convencieron. Dos trabajadores, que también llevaban su cuchillo en la cintura, me acompañaron todo el camino hasta que estuve a la vista de Cárdenas y allí me dejaron, no sin que antes, de entre unos muros requemados que también parecían de ingenio, dejara de salir a nuestro paso la Guardia Rural. Uno de mis acompañantes habló con ella y los guardias me miraron muy serios, como
ceñudos. Como el mulato no había aparecido y no había llegado el parte, me dejaron el paso sin actuar y yo creo que se alegraron por lo mucho que el mulato les daba quehacer; quizás por fuerzas mayores, no lo habían colgado ya de una guásima.

Antes de despedirme de mis amigos, como no era día de paga y no pude cobrar, les regalé los cartones perforados por el listero y que los cobrasen ellos para sí. A cambio, me dieron unos centavos que no llegaban a un día de trabajo. No tenían más y los agradecí.

Me despedí de aquellos buenos hombres, saludé a la Guardia Rural y llegué a Cárdenas en la atardecida.

Me presenté a Manolín, que seguía cortando camisas. Le conté el caso y puso cara, en apariencia, compungida. Volví a insistir sobre si había trabajo por allí en alguna tienda y no me dio ni esperanza. No me quedaba otro remedio que partir. Quiso invitarme a café, en la misma plaza de enfrente, y no lo quise:

—Dame ese bulto.

Sacó del estante; trasero a él, abrumado de irlanda "Mané" —que estaba entonces de moda— y era una tela excelente, los libros y me los entregó. Entre aquellos libros llevaba yo las poesías de Gabriel y Galán, que era mi predilecto por lo terruñero y que había muerto precisamente en 1905, año en que yo partí de Asturias para La Habana.

En el momento de despedirme, Manolín abrió el cajón y me puso sobre el mostrador dos pesetas. Se me puso un nudo en la garganta, volví la cara, creo que vertí una lágrima, una sola, agarré la moneda y se la tiré a la cara.

—¡Pero, oye, hombre! 

—No oigo nada.

Salí de la tienda y partí. Erraba por las calles sin saber hacia dónde. Andaba como un autómata con mi ropilla y mis libros al hombro en busca de la estación para salir de Cárdenas. Pregunté muchas veces por la estación, me la señalaban y yo no la veía. En realidad, estando en tierra y entre cangrejos, que allí andan por las calles como conejos amansados, yo era una barca al garete. Por fin, en el camino de la estación me paré a ver unos cartelones de teatro que anunciaban la función de la noche en un tendejón de al lado. Era una pareja de cow boys norteamericanos, una mujer y un hombre en una escena escalofriante a grandes colores, sobre todo para los niños. La mujer servía d© blanco y el hombre le iba quitando a tiros de rifle varios huevos de la cabeza y de las manos. En otro cartelón, tiraba la mujer y el hombre mostraba una cachimba en la boca. Esta cachimba se la hacía tres pedazos de tres tiros, quedándole en los labios el último pedazo tan pequeño, que se veía que la bala tenía, que haber pasado rozándole la boca. Debajo de este cartelón norteamericano, se decía que se le darían treinta dólares al espectador que en la primera función de la tarde subiese a la escena y se dejase quitar a tiros la cachimba, sirviéndole de blanco a la mujer. Hay que agregar que si el retrato del hombre metía miedo por lo hosco, el de la mujer, que vestía un traje como las bailarinas de Java, tenía los ojos, grandes, fúlgidos, desorbitados, en los que se reflejaba el espanto. Al parecer, no era para menos. Pero yo no estaba para espantos y comenté con unos muchachos desarrapados que miraban boquiabiertos aquellos cartelones:

—Eso lo hago yo.

—¿Qué es lo que haces tú?

—Salir esta tarde a que me quiten la cachimba de la boca con los tres disparos.

—¿Tú, ta loco, chico?

—Nada de loco. Supongo que tiren bien.

—¿Y si te matan?

—Si me matan, uno se muere. Y no se muere más que una vez.

Aquel grupo de muchachos, descalzos y sucios, con el pelo alborotado y los ojos listos, me miraban como a un héroe. Corrieron la voz entre los demás y a los pocos minutos era yo un capitán con cincuenta soldados a mi vera. Ya no miraban los cartelones. Me miraban a mí y se decían unos a otros:

—Esté es el que va a salir.

Me aseguraban que ya iban en las doce o trece funciones y nadie se atrevía a subir al escenario y ponerse la cachimba en la boca.

—Pues, yo me atrevo.

Uno de los mayores, quizás dudando de mi hazaña, me dijo:

—Acaban de entrar y ahora empiezan los ensayos.
El barracón estaba cerrado por la parte de la calle. Inquirí:

—¿Por dónde se entra?

—Por la parte de atrás del teatro.

Me abrí paso entre mis cincuenta admiradores, atravesé un pasillo destartalado y llegué al escenario. Los artistas estaban en los camerinos y me salió al paso su representante, que era un verdadero clown vestido de negro, con un bombín; la tez muy blanca, muy cargado de cejas y una voz hueca y bronca que quería ser apocalíptica. Hablaba castellano y se comprende que era un trotatierras de nuestra lengua que había estado algún tiempo en los Estados Unidos. Me miró fingiendo asombro y miró después a la cuadrilla que me acompañaba:

—Y esos, ¿qué son?

—Mis testigos.


Ya no valían trucos, ni podían hacer de mete-miedos. De la comedia, si es que la había, se pasaba al drama. Había que tirar en serio y con buen pulso. Ahora era yo "El Hombre de la Cachimba".

El clown, que de tan blanco que era parecía de cal, dentro de un traje funerario, arrugó el ceño, se dio un golpe en el bombín hasta metérselo en las orejas, mordió la pipa que llevaba en la boca, entró en el camerino y salió con la señora del tiro al blanco, que era de gesto duro y no fea. Tendría unos treinta años y hablaba horriblemente en español algunas palabras. Salió también el hombre del rifle:

—¡Oh!, usted ser muy nervioso.

—Eso no es cuenta de ustedes. 

—Y si le dagmos en la cara?

—Desfiguración de rostro. 

—¿Y si lo magtamos? 

—Asesinato.
Artistas y representante se miraron unos a otros con ojos de inteligencia, mientras mis cincuenta admiradores no decían ni pío, mirándose unos a otros, tomándome por un héroe que me adueñaba de la plaza. Si hubieran sabido historia, me hubieran confundido con Narciso López, con Antonio Maceo o con el generalísimo Máximo Gómez. Pero los muchachos no sabían historia y yo era un gigante que iba a asombrar al mundo con mi hazaña. 

El representante aún ahuecó la voz y me dijo:

—¿Está usted decidido? 

—Decidido.

—La función comienza a las siete.

—A las siete en punto yo estaré en el escenario. 

Me dispuse a partir, seguido de aquellos muchachos desarrapados. Pero antes de llegar a la calle, el representante me llamó, haciéndome un ademán con la cachimba en la mano.

Los muchachos se quedaron fuera y yo entré. Me propuso darme veinte dólares, en vez de treinta, siempre que no acudiera a la función y desapareciera de la ciudad.

Lo medité. Por una parte, me molestaba quedar por cobardón. Pero por la otra, eso es lo que yo quería: desaparecer de Cárdenas donde creía tener un amigo, trabajar en el comercio y no acabar de peón de acarreo en el "Central Dos Rosas". 

—Aceptado —le dije. Agarré los veinte dólares, me despedí de aquel clown vestido de negro y salí a la calle. Allí me esperaban los muchachos desarrapados.

—¿Qué pasó, chico?

—Que me han adelantado parte del dinero. Síganme.

Seguí yo por aquella calle de Cárdenas, una de las más anchas, llegué a un café, cambié los veinte dólares y pedí cinco en monedas de cinco y de diez centavos. Salí a la1 puerta del café y lo fui repartiendo entre los muchachos. Me daban vivas como si fuese un candidato a diputado o el futuro alcalde de Cárdenas. Todos se fueron desparramando y yo me quedé en el café hinchándome de sandwichs con jamón y queso y un par de cervezas. Pero ya con el estómago lleno, me di cuenta de que estaba la noche encima, que se acercaba la hora de la función y que yo había dado mi palabra de no aparecer en el teatro. Era necesario abandonar la ciudad y corrí a la estación. Quise subir a un tren y se rieron de mí. El de San Antón había partido a no sé qué hora y el que salía al día siguiente llevaba el rumbo de Jovellanos.

Con el hatillo al hombro, me fui a las afueras de la estación por el mismo ferrocarril que iba a San Antón. Cuando dejé atrás las últimas casas y el humo de las locomotoras, me interné en la manigua, corté un palo cualquiera y volví al camino. La noche era plena, con alguna estrella desperdigada, y yo me iba alumbrando por el brillo de los rieles y caminando sobre ellos. Hasta que me di cuenta de que me era imposible seguir porque a cada rato caía de bruces, tropezando con algo. Eran los dichosos cangrejos que se echaban a dormir sobre los rieles, buscando el fresco de la noche y, en realidad, tontos de remate. Porque yo resbalaba sobre ellos y me caía, pero pasaba el tren y los trituraba. Entonces comprendí por qué durante el día contemplaba yo por todas partes cangrejos muertos a montones, la caparazón seca y las antenas desperdigadas.