miércoles, 20 de febrero de 2013

Los mineros de Tormaleo golpean a Victorino

El   curioso  resultado y  consecuencia   de los  MAL  que  los  mandamases  de turno,  han   o   No   hecho,  ASCO   DA

                       Turno de mineros 

Mientras todos los focos informativos se centraban en la rueda de prensa convocada por la dirección de Hunosa para anunciar medidas legales contra empresas de Victorino Alonso por la desaparición de medio millón de toneladas de carbón, los mineros de Tomaleo, trabajadores de Coto Minero Cantábrico (CMC) , comenzaban una acción mucho más lesiva contra los intereses inmediatos del polémico empresario leonés.

En la madrugada del pasado lunes trabajadores de la mina a cielo abierto de Tormaleo, -amenazados por un ERE que dejaría sin trabajo a 169 de sus 229 trabajadores actuales- cortaron la carretera en la Campa de Tormaleo, impidiendo el paso al suministro de gasoil que alimenta a las máquinas que explotan la mina a cielo abierto de esta localidad de Ibias (Asturias) y no permitiendo la salida de carbón. Para hoy está convocada una huelga indefinida y se prevé que los mineros de Cerredo se unan a esta protesta contra Victorino Alonso a partir de medio día. Algo está cambiando cuando estos trabajadores no se dedican a escenificar contra un gobierno sino a estrangular efectivamente la producción de su empresario.
Ningún medio, a esta hora, se ha hecho eco de esta protesta. El futuro de la minería de carbón se juega hoy en las más altas instancias. Las cartas ya están casi todas boca arriba, el órdago del ministro Soria a la industria del carbón, que le costó una de las protestas mineras más multitudinarias que se recuerdan, tenía como objetivo final desbancar a uno de los jugadores más peligroso de la mesa, el empresario Victorino Alonso.  En la sombra, como ya se venía apuntando, la mismísima vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que fue Abogada del Estado en León en los inicios de su carrera y que conoce de primera mano los trapicheos del grupo empresarial que dirige Alonso.
Los mineros de Tormaleo no están dispuestos a ser una vez más moneda de cambio de un empresario al que se hoy se acusa de haber robado el fruto de su trabajo. La presunta malversación de 500.000 toneladas de carbón no son, a juicio del comité de empresa de  Tormaleo, una buena excusa para despedir al 70 por ciento  de su plantilla y no abonar las dos últimas nóminas sobre todo en un empresa que arroja beneficios. Ahora, tras haber devastado el paisaje de Tormaleo,  el de Cerredo, el de Villablino…, Alonso amenaza con irse dejando tirados a unos trabajadores que ya tienen su prestación de desempleo agotada tras varios años de parones laborales.
Los mineros de Tormaleo, en su protesta, barajan una cifra, “en 15 días que paremos las máquinas, se viene todo abajo” Y esto es literalmente. Si se paran  las bombas que achican agua o las máquinas que apuntalan los enormes corrimientos de tierra de esta explotación  a cielo abierto, los destrozos en dos semanas le iban a costar mucho dinero al empresario a pesar de los servicios mínimos pactados para el mantenimineto.Pero lo más delicado es el carbón que no sale; desde el grupo de Alonso ya se anunció que en un mes podrían producir (y devolver) la cantidad de carbón extraviada. Si Tormaleo y Cerredo paran indefinidamente, las cosas se podrían complicar aún más para Alonso.
Sobre los motivos del PP para acorralar a Victorino Alonso, de quien se dice, sin pruebas, que fue fundamental en la ascensión a la Moncloa de su paisano, Jose Luis Rodríguez Zapatero, estaría liquidar de un plumazo a un sector problemático y muy incentivado, y anular los chantajes de un empresario que consiguió hacerse con cerca de la mitad del combustible estratégico nacional. De paso, se pone evidencia a los sindicatos mayoritarios y al PSOE, que ante lo delicado de la situación sólo saben emitir viejas proclamas partidistas en defensa del sector. Está por ver si el cisma entre los mineros del suroccidente y los del centro de Asturias aflora en este nuevo conflicto o si se extiende la solidaridad hacia los últimos mineros en activo.
Victorino Alonso ya tiene en su contra a los ecologistas, a las compañías eléctricas y al Gobierno, sólo le quedan sus mineros y los está despidiendo.
Y  SOBRE.TODO   AQUI   MAS  DE  LO MISMO   QUE  NOS  DAN  KAKA   A CAMBIO   DE  IMPUESTOS, IMPUESTOS   POR   NADIE    QUE  HYA   SABIDO   O MOLESTADO  EN SABER   CUAL  ES  LA  PUÑETERA   REALIDAD   DE   NUESTRO  PAIS.

       Desahucios, el drama de la gran estafa


Si algún fenómeno ilustra con mayor claridad la naturaleza de la crisis que se vive en España es el de los desahucios de miles de familias que no han podido cumplir con los pagos de sus hipotecas. Lejos de ser un “problema social”, como recordó en su comparecencia en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados porla Hipotecas (PAH), el pasado 5 de febrero de 2013, los desahucios son parte de una estafa generalizada, la que han cometido los bancos contra la mayoría de la población. Y de esto va fundamentalmente esta crisis: del fraude que están cometiendo unos pocos, en su mayoría vinculados al poder financiero y a la gran patronal, contra la gente, ese 99% que se corea en las manifestaciones en decenas de ciudades de todo el país. 


La gestación de una estafa
Entre 1998 y 2007, cuando estalló la crisis financiera, en España cada año se negociaron más de 800.000 hipotecas. En solo 9 años fueron cerca de 8 millones. La construcción de viviendas fue desmesurada, y se llegaron a hacer más viviendas que en Francia, Alemania e Inglaterra juntas.Pero las familias no se hipotecaron porque quisieran, si no porque no tuvieron alternativa, tal como explicó Ada Colau ante la citada Comisión. Durante años las políticas públicas hicieron que la única vía para acceder a una vivienda fuera el sobreendeudamiento. Las viviendas de alquiler, cuyo mercado fue desregulado, eran caras, inestables y estaban en mal estado. Asimismo la política fiscal desgravaba la compra pero no el alquiler. Las autoridades públicas insistieron que no había una burbuja inmobiliaria – incluso cuando todos los indicadores eran más que evidentes [1] –, que la adquisición de una vivienda era la mejor inversión que uno podía hacer, y además había que hacerla rápido, antes de que su precio subiera. De este modo, la compra se convirtió prácticamente en la única vía para resolver esta necesidad vital, porque la vivienda en alquiler no era una alternativa real.
Muchas personas, siguiendo las recomendaciones de las distintas administraciones públicas, lo que hicieron fue comprarse una vivienda. Y para ello accedieron a los préstamos hipotecarios que ofrecían las entidades financieras en condiciones muy dudosas. Por una parte, recordó Colau ante los diputados, los créditos se ofrecieron mediante contratos que las mismas entidades financieras elaboraban sin posibilidad de cambio, incluían cláusulas abusivas y nunca se informó en dichos contratos que la hipoteca, en caso de impago, no quedaba saldada con la devolución de la casa, si no que la deuda podía perseguir al deudor de por vida, hasta su completa cancelación. Por otra parte, las tasaciones fueron hinchadas con precios sobrevalorados por empresas tasadoras impuestas por los mismos bancos. Además se concedieron préstamos a personas cuyos ingresos eran demasiado bajos y que claramente iban a estar en una situación de riesgo.
Cuando estalló la crisis
El resultado fue que entidades financieras, empresas inmobiliarias, constructoras y algunas administraciones públicas se lucraron enormemente con lo que constituyó un fraude hipotecario generalizado, tal como denunció la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en su Manifiesto de presentación.
Pero cuando la crisis estalló ninguno de estos actores asumió responsabilidad alguna que, contrariamente, se trasladó en su totalidad a quienes contrajeron las deudas. De este modo, mientras miles de viviendas están vacías, sin venderse o alquilarse, y se concentran cada vez más en manos de las entidades financieras, que se han quedado con los inmuebles de las constructoras y empresas inmobiliarias endeudadas y quebradas, a quienes sí se han perdonado sus deudas a cambio de los inmuebles, miles y miles de familias son sacadas de sus casas por no poder hacer frente a las hipotecas que asumieron. Según datos de la PAH actualmente están siendo desalojadas de sus casas más de 500 familias al día, lo que supone que desde que estalló la crisis en 2007 se hayan producido más de 400.000 desahucios. El mismo presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial reconoció que las ejecuciones hipotecarias o desahucios habían aumentado más de un 134% durante el año 2012.  
El incremento de los desahucios ha provocado una situación de desamparo y empobrecimiento de una gran cantidad de personas. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE)  en 2012, el 12% de las personas sin hogar habríasufrido un desahucio. También se han incrementado dramáticamente el número de suicidios asociados a esta causa, aunque los datos estadísticos oficiales tienen serias limitaciones en este aspecto. En los últimos días, se han producido al menos cinco suicidios directamente asociados a desahucios. El pasado viernes 8 de febrero un hombre de 36 años, activista de Stop Desahucios, con esposa e hija, con una orden de desahucio por impago de alquiler se suicidaba en Córdoba; el lunes 11 lo hacía un hombre de 56 años en Basauri, País Vasco; el martes 12 una pareja de jubilados en Calvià, Mallorca, después de recibir el aviso de desalojo; y el miércoles 13, en Alicante, lo hacía un hombre de 55 años momentos antes de llegar la comisión encargada de su desahucio. Se trata de los casos más recientes, pero la lista es muchísimo mayor. En esta situación, resulta revelador que el periodista Antonio Maestre haya elaborado por medio de googlemaps unmapa de suicidios relacionados con los desahucios y las dificultades económicas provocadas por la crisis en España.
El conocimiento de las consecuencias directas de la política vigente en materia de vivienda y préstamos hipotecarios, hizo que Ada Colau acusara de criminal al secretario general de la Asociación Española de la Banca (AEB), Javier Rodríguez Pelliter, durante la comentada comparecencia. Momentos antes que ella interviniera el representante de la banca había ninguneado el problema de los desahucios, considerando que “la legislación española era estupenda”, en un acto más de la evidencia del poder del sistema financiero sobre los estados [2].
También desde fuera de España han arreciado las críticas y denuncias a esta política de vivienda e hipotecaria. La población inmigrante que llegó del extranjero para trabajar y  acabó contrayendo hipotecas para poder acceder a una vivienda, se encuentra ahora que, además de perder su vivienda por impago de la deuda contraída, y todo el dinero que invirtieron en ellas, tienen que seguir pagándola aunque retornen a sus lugares de origen y con la amenaza de embargo de sus ingresos por las entidades financieras en esos mismos países. Esta situación llevó el pasado 21 de enero de 2013 a Ramiro Rivadeneira, Defensor del Pueblo de Ecuador, a interponer una demanda contra España en el registro del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por la política de desahucios.
Lucha social y alternativas, el protagonismo de la sociedad civil
Frente a la inacción de los poderes públicos españoles, la sociedad civil ha tenido que organizarse para analizar y denunciar el problema, pero también para defender los derechos y necesidades de la gente ante los desahucios y, finalmente para proponer cambios en las políticas públicas. Buena parte del liderazgo público en la lucha social frente al problema de la vivienda ha estado a cargo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Constituida en febrero de 2009 en Barcelona, hoy tiene núcleos organizados en más de cien municipios de toda España.
Por medio de estas estructuras la gente se ha auto-organizado para defenderse y apoyar a sus vecinos ante los desahucios, e incluso se ha logrado involucrar a colectivos como los cerrajeros que se han comprometido en muchas ciudades a no participar en más desalojos. También se ha presionado a las entidades financieras o se ha acompañado a la gente en las negociaciones para lograr gran cantidad de daciones en pago (saldo de la deuda con la entrega del inmueble), condonaciones de deuda, o que algunas familias fueran realojadas en viviendas públicas. E incluso en algunos municipios han desarrollado cierta obra social, ofreciendo estructuras de protección y acompañamiento a las personas más desamparadas. Pero sobre todo, lo más importante es que organizándose la gente ha logrado darse esperanza. Rodrigo Fernández Miranda, investigador de Alba Sud, destacaba que en respuesta al “paulatino deterioro del vínculo entre ciudadanía e instituciones públicas y al aumento de la injusticia social, emerge una ciudadanía más activa que está ensayando una democracia participativa y real” [3].
En esta perspectiva cabe entender el trabajo desarrollado por la PAH con la presentación en el Congreso de los Diputados de 1.402.854 firmas a favor de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para cambiar la legislación hipotecaria en España. Entre las principales medidas propuestas incluyen la dación en pago con carácter retroactivo, moratoria universal para los desahucios y un alquiler de carácter social. El 12 de febrero de 2013 el Congreso de los Diputados ha tenido que aceptar, con el voto favorable de todos los grupos políticos pese a su rechazo hasta último momento del Partido Popular, que se debata esta ILP. La presión ciudadana fuera y dentro del Congreso es cada vez más fuerte y previsiblemente continuará en ascenso si no se aceptan las propuestas “de mínimos” planteados por la voz de la calle.
La lucha contra los desahucios es parte esencial de este relato sobre la crisis. Es parte de la lucha de los de abajo contra los de arriba, la necesaria respuesta social a una crisis que, en realidad, no es más que una gran estafa.


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