Cómo controlar los sentimientos y emociones. El autodominio es la herramienta de autoayuda que desarrolla la inteligencia y emociones necesarias para alcanzar la felicidad y el éxito. 
Uno de los requisitos para alcanzar una vida plena es la SERENIDAD. Las personas más felices suelen ser aquéllas que han alcanzado un equilibrio en todos los aspectos de su vida.
Los grandes enemigos de la serenidad son la ira y el temor. Son los dos elementos desestabilizadores, los grandes agitadores de nuestra paz interior.
Sin embargo, ambos se pueden llegar a dominar a través de un “programa de autodominio”.
¿Qué es un programa de autodominio?
El concepto de “programa de autodominio” no es nuevo. De hecho, tiene casi 2.000 años y fue creado por el filósofo clásico, Epicteto (55-135 d.C.), uno de los más insignes representantes de la escuela de los Estoicos.
Todos podemos crear nuestro propio programa de autodominio, desarrollando estas cuatro fases:
1) Autoanálisis y evaluación: el programa parte de observar las reacciones propias, los pensamientos y temores que surgen en nosotros ante determinadas situaciones. Se trata de detectar aquellas situaciones de estrés que nos generan respuestas negativas y que exteriorizamos en forma de enfado o ira: una orden de un jefe, un acto de desobediencia de un hijo, una mal hábito de la pareja, etc.
2) Selección: una vez determinadas en una lista, debemos elegir aquellas situaciones y reacciones menos graves, sobre las que entendamos que será más fácil actuar, que podamos llegar a controlar con menos esfuerzo.
3) Búsqueda de la razón posible: cada situación de conflicto tiene una razón de ser, una explicación que puede ser lógica o no, pero que debemos asumir como posible. El ejemplo lo pone el propio Epicteto: “¿Tu hijo te desobedece? Cuando llamas a tu hijo debes estar preparado para que no te responda; y si lo hace, tal vez no haga lo que le pides. En tal caso, tu enfado en nada le ayudará. Tu hijo no debería tener la facultad de causarte ningún trastorno”.
4) Acción: determinada la razón de ser, ya estamos en condiciones de empezar a actuar sobre todas aquellas situaciones que nos generan estrés. Pero la clave no es empezar actuando en el otro, tratando de influir en quien comete el acto que nos molesta. La clave está en actuar en uno mismo, en la facultad que todos tenemos de que los actos de otros son afecten más o menos. De lo que se trata, según Epicteto, es de pensar: “debo hacer frente con calma a los inconvenientes que se plantean, es el precio que pago por mi serenidad interior, por verme libre de toda perturbación; nadie consigue algo a cambio de nada”.

Una vez diseñado y aplicado un programa personal de autodominio, se alcanzará la serenidad. Y será entonces cuando se estará en la mejor disposición para afrontar cualquier dificultad. Será entonces cuando las cosas empezarán a cambiar.
Como se puede comprobar, estoicismo en pura esencia.
Uno de los conceptos que más me impactó de El Error de Descartes fue la distinción entre emoción y sentimiento. ¿No son lo mismo? Eso pensaba yo pero Damasio establece la siguiente diferencia:
Las emociones son un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo emocionalmente competente, es decir, cuando el objeto o acontecimiento, real o rememorado mentalmente, desencadena una emoción y las repuestas automáticas correspondientes. Las respuestas provienen tanto de los mecanismos innatos del cerebro (emociones primarias) como de los repertorios conductuales aprendidos a lo largo del tiempo (emociones secundarias).
Los sentimientos, en cambio, son la evaluación consciente que hacemos de la percepción de nuestro estado corporal durante una respuesta emocional. Los sentimientos son conscientes, objetos mentales como aquellos que desencadenaron la emoción (imágenes, sonidos, percepciones físicas…). Las emociones que no se perciben como sentimientos son inconscientes y, sin embargo, pueden tener efecto sobre nuestras conductas

EL SENTIMIENTO NO ES PRODUCTO DE LOS SENTIDOS? ES DECIR LA PERCEPCIÓN QUE A TRAVÉS DE LOS SENTIDOS CAPTAMOS Y QUE EN EL PROCESO DE LA SINAPSIS QUE SE DA EN LAS CÉLULAS SENSITIVAS, ASOCIATIVAS Y MOTORAS TRANSFORMANDOCE EN CONCEPTOS YA EN LA AMÍGDALA DONDE CODIFICA Y DECODIFICA PARA CONVERTIRSE EN UNA EMOCIÓN?
 es decir los sentimientos son simplemente agradables o desagradables a los sentidos, posteriormente se convierten en conceptos al estar en nuestra consciencia y después se convierten en emociones como alegría, tristeza, entusiasmo, enojo. 
algo así como que los sentimientos son la puerta a todo lo exterior, nuestro cerebro (Sistema cognitivo)es como el portero que recibe lo que quiere entrar a nuestro interior, y la emoción es el concepto transformado en el huésped que logra entrar a nuestros órganos internos (sistema cardio visceral)
Muchos se preguntan cuál es la diferencia entre Emociones y Sentimientos y gracias a los avances producidos en los diversos campos científicos a través de estudios empíricos, hoy en día podemos comprender las diferencias entre Emoción y Sentimiento.Un sentimiento es un estado del ánimo que se produce por causas que lo impresionan, y éstas pueden ser alegres y felices, o dolorosas y tristes. El sentimiento surge como resultado de una emoción que permite que el sujeto sea conciente de su estado anímico.
Los sentimientos están vinculados a la dinámica cerebral y determinan cómo una persona reacciona ante distintos eventos. Se trata de impulsos de la sensibilidad hacia aquello imaginado como positivo o negativo.
En otras palabras, los sentimientos son emociones conceptualizadas que determinan el estado de ánimo. Cuando éstos son sanos, es posible alcanzar la felicidad y conseguir que la dinámica cerebral fluya con normalidad. En el caso contrario, se experimenta un desequilibrio emocional que puede derivar en el surgimiento de trastornos tales como la depresión.

Los cambios en las cargas emocionales determinan las características de los sentimientos. Las emociones pueden ser breves en el tiempo, pero generar sentimientos que subsistan a lo largo de los años.Básicamente, los sentimientos se clasifican en positivos (cuando promueven las buenas obras) y negativos (si fomentan las malas acciones). Es común, asimismo, que se recomiende luchar contra estos últimos para alcanzar la paz interior. Buenos o malos, sin embargo, ambos grupos comparten la imposibilidad de ser transmitidos con precisión.
Esta división de los sentimientos según parámetros de la moral y la ética resulta muy inestable, ya que varía considerablemente dependiendo de los ojos que la miran. La lucha por entender el bien y el mal es probablemente el legado más antiguo que acarreamos como especie; nadie en su sano juicio se atrevería a admitir públicamente que hace el mal a los demás, así como muy pocas personas se privarían de gritar a los cuatro vientos que ayuda a los desfavorecidos.
Pero, ¿cómo saber si un sentimiento es positivo o negativo? Basándonos en los ejemplos más populares, podemos decir que desear la muerte a alguien es malo, mientras que alegrarnos por el nacimiento de un bebé sano es bueno. Si aceptamos la veracidad de estas declaraciones, entonces surge una grave contradicción entre dichos principios y algunas situaciones muy particulares, ésas que nos obligan a cuestionarnos nuestros principios.
Cuando un niño es maltratado por un mayor, se crea en él un odio que, en muchos casos, lo lleva a desear con todas sus fuerzas que su agresor muera. Claro está que no se trata de pensamientos alegres o constructivos, y que siempre es preferible trabajar para canalizar la ira de manera sana, pero sin duda resulta difícil calificar de la misma forma los sentimientos de una víctima hacia su abusador que la envidia de alguien por el coche de su vecino.
Esto nos lleva a una clasificación más compleja, que intenta ahondar en las razones que dan origen a los sentimientos, para determinar, de alguna forma, si son justificables. A pesar de todos los estudios que puedan realizarse acerca de la sensibilidad humana, se trata de un terreno que parece imposible de dominar, especialmente cuando entran en juego, por ejemplo, el amor, el odio, la frustración y la pasión.
Con respecto a los sentimientos de la gente hacia la infancia, es difícil encontrar un par de ojos que no se iluminen ante la noticia de un embarazo, o al ver la sonrisa inocente de un niño. Sin embargo, esta alegría que la mayoría siente al pensar en un nacimiento no parece hacer caso a ciertas problemáticas muy relacionadas con la procreación humana, tales como la sobrepoblación y la pobreza, dependiendo del caso.
Entristecerse por ver a una mujer embarazada no necesariamente significa odiar la vida; al contrario, si se trata de una persona sin recursos, o que sufre de una enfermedad terminal o bien que fue víctima de una violación, la decepción ante tal cuadro podría ser la forma más positiva y productiva de reaccionar, la más generosa para con la criatura que se gesta en su vientre.


VAN  DE  LA MANO................

FUENTES: