viernes, 19 de diciembre de 2014

LA MANIPULACION DEL TELECINCO EN SU PROGRAMA GRAN HERMANO

Todos los años salta el rumor de que Gran Hermano está amañado. En esta ocasión es tan evidente que los seguidores de este famoso reality show han decidido decir "Basta ya". 

La manipulación de vídeos tanto en resúmenes como en las galas es tan evidente que no se corresponde con el 24 horas donde la fiel audiencia de dicho programa sigue atenta la evolución de los concursantes. 

Mediaset España, Telecinco y la propia presentadora Mercedes Milá en un intento de convencer y no perder audiencia mostraban en una de sus últimas galas como un notario en directo aseguraba que los votos para la expulsión eran controlados. Pero a estas alturas ya nadie cree que se revisen las votaciones una a una, comprobando el numero de teléfono de los votantes. 


La edición número 15 de Gran Hermano se prometía complicada. La audiencia está ya demasiado resabiada en lo que al veterano formato de Telecinco respecta; los propios concursantes también se saben todos los trucos. Más aún, cuando los que se presentan al casting son expertos en el reality porque llevan viéndolo desde pequeños. Esto ha propiciado, inevitablemente, una pérdida de naturalidad en el espectáculo a nivel televisivo. El desgaste es obvio: de hecho, en esta décimo quinta entrega ya se han cosechado mínimos de share históricos


Ayer por primera vez sentí vergüenza del programa hasta el punto de decidir dejar de verlo.

Siempre nos hemos reunido toda la familia para ver la gala, era un momento bonito en el que nos reíamos y comentábamos, pero este año, y coincido casualmente con todas las personas que lo comento, queda claro que lo mejor es no dejarse ni un euro en votaciones, porque Telecinco está manipulándolo todo. Y ya no digo el voto, que creo que también, sino lo que está pasando dentro de esa casa. Conversaciones, peleas, gestos… me parece una falta de respeto hacia la audiencia que ve el 24 horas y para aquella que no lo ve y configura sus opiniones cada jueves. No sé que esperaba si se trata de Telecinco… pero siempre he creído que Gran Hermano se salvaba. Ahora veo que no.

Hasta el gatoencerrado está contaminado. No soporto leerlo. Me da una pereza horrible y por supuesto ha perdido una seguidora.

Mercedes Milá ha perdido otra. No podría haber imaginado la falta de profesionalidad, empatía y criterio de esta presentadora.

Sobre el tema Paula, tengo que decir varias cosas. La primera es que no entiendo como una niña de 20 años que lo único que ha hecho es meterse en la ducha con un tío, contárselo al resto de concursantes, restregar el culo por todas partes y llorar como una viuda, ha podido ganar tantos seguidores. Esto puede ser por dos cosas. Porque el nivel intelectual de los españoles cae en picado, o porque se están manipulando votos. No sé qué pensar…


Pero, por sorpresa, la marcha voluntaria de un concursante dejó lavacante perfecta para generar una trama con gancho. Y, de esta forma, propulsar el alicaído interés por el show. Se iba Papirrín y se quedaba Paula sin pareja (porque este año se concursa en dueto). Así que había que cubrir la baja. Dicho y hecho. Se optó por introducir en la casa a Lucía, la ex-novia de Omar, quien, además, se estaba ‘liando’ con la propia Paula. Con esta mezcla, se ha sembrado el polvorín. Y como en Gran Hermano siguen siendo expertos en forzar adictivas tramas, el objetivo estaba claro: se metió a Lucía para tambalear los cimientos de la relación que se estaba construyendo entre Omar y Paula.
Al final, se ha producido el giro dramático perfecto, y la ex-novia ha reconquistado al ex-novio en una noche loca. Un galimatías que ha servido para impulsar la audiencia del programa de Mercedes Milá hasta grandes datos de cuota de pantalla. De nuevo, el experimento sociológico fluye. Aunque no sabemos hasta cuándo durará este triángulo amoroso que de momento es eficaz como cebo para la audiencia y además genera otros conflictos alrededor. Porque el éxito de Gran Hermano se sustenta en que todo lo que sucede resulte verdadero, pero siempre se puede dar un empujoncito para “sugerir” determinados comportamientos a los participantes. No es guionizar, llamémoslo… inducir. Así es la televisión, donde casi siempre casi todo es casi verdad.

Lo otro que tengo que decir, es que España es pura demagogia (aunque odio utilizar esta palabra tan trillada), y aunque la energúmena haya sigo Paula, cogemos al hombre, Omar, y lo odiamos, hasta el punto de querer expulsar a su compañero Vitín antes que a la persona más falsa que en mi opinión ha pasado por Gran Hermano, Fran. No nos gusta y aún así, por Paula, la gente quiere votar a Vitín. No le debemos nada a Paula, no podemos ser tan tontos de seguir a una persona que pega a su abuela y a su madre y lo cuenta regodeándose. No podemos seguir a alguien que tiene dos caras, y diez personalidades diferentes. Señores, Paula nos está manipulando con sus llantinas y ese victimismo. Omar pudo hacer cosas mal, no es para que gane el concurso, pero en el amor, nadie manda y no se puede juzgar a la gente. Paula fue la primera que no respetó a Lucía, y se le exige respeto a Omar por Paula? Respeto por una niña que conoció hace unos días? Pero esto qué es? En la vida real los sentimientos cambian, y aunque Omar se equivocó en su actitud, no merece ser crucificado de esta forma, y menos por alguien como Paula.

No me creo a Telecinco, no me creo a Mercedes Milá, no me creo las galas dulcificando a unos concursantes y tachando de malos a otros. Tampoco me creo que Luís no fuese el concursante más votado. Lo que sé es que es novillero, para mí es un asesino. Y esta persona sí es un auténtico maltratador de vidas inocentes. También sé que Mercedes es taurina y eso puede tener que ver tanto con las imágenes de niño bueno que mostraron en la gala, como que al final se haya quedado don perfecto y don honor.

Si quieres que se descontrolen los concursantes de un reality, invéntate una fiesta absurda con cualquier excusa. “La fiesta de la lluvia”, por ejemplo. En ella habrá alcohol, claro, para que los participantes disfruten y se desinhiban… hasta descontrolarse un poco. O hasta perder los papeles del todo. En las fiestas de GH siempre pasan cosas. Y en los vídeos de la galas y el debate es habitual, en los últimos días, ver a los participantes con un copazo en la mano. El show, por tanto, está servido.

Envía a la cobaya elegida al confesionario. Allí, un redactor avanzado entrevistará al concursante en modo psicoterapeuta, haciéndole sentir su mejor amigo y sonsacándole toda clase de miedos, recelos e inseguridades. Psicología en estado puro y de toda la vida pero usada en pos del espectáculo. Muchas de estas sesiones nunca las vemos íntegras, pero en ellas los habitantes más manipulables de la casa pueden obtener “pautas de comportamiento”, ser “animados” a hacer esto o lo otro y “guiados” hacia los terrenos pantanosos adecuados para que la trama fluya. Todo entre comillas. Porque, al fin y al cabo, el problema es que en GH todo se magnifica…
Además de las nominaciones y de cambiar las reglas del juego para pillar inadvertido al personal, en Gran Hermano -tras conseguir un buen casting que genere juego- son claves las pruebas de convivencia, como obligarles a ir atados o esposados las 24 horas del día o lo que se les ocurra. Un acierto si son ideadas para fomentar roces que provoquen amor, odio o, mejor aún, si propician las dos cosas al mismo tiempo.
 El montaje.
 La más magistral forma de manipular a los concursantes y hacer más interesante su comportamiento… está por encima de ellos mismos: se llama montaje. En Gran Hermano, como en todo programa de televisión, es fundamental el buen montaje de las imágenes para que se comprenda con claridad el contenido. En GH son unos maestros de la postproducción. Un trabajo sobresaliente a nivel televisivo. Se encajan las piezas de un puzzle, con sus soniquetes, sus zooms y sus énfasis para contar una historia con el efectismo necesario en un show de las emociones. Porque, en GH, el espectador conecta con la trama si se desarrolla con una estructura que funcione dramáticamente, como en cualquier serie o película.
Para conseguir esto, en la casa de Guadalix ya vale todo. Todo. El programa se reinventa a marchas forzadas por instinto de supervivencia y sus “normas” se ponen al servicio de show. La característica fundamental del formato, por ejemplo, esa que consistía enno introducir información del exterior bajo ningún concepto, salta por los aires cuando conviene para aumentar la tensión en la convivencia. Los propios grandes hermanos también son víctimas de los vídeos editados durante el concurso y a veces se les muestran estos vídeos incluso estando dentro de la casa. También Mercedes Milá opina en las conexiones, a diferencia de antaño cuando hablaba con la casa deforma aséptica. Ahora, incluso se atreve a evidenciar quiénes son sus favoritos.
Estos factores ayudan sin duda a precipitar conflictos y a amplificar el morbo del share, aunque el precio que se pague sea la extinción progresiva e irreversible de la que fue la esencia del programa. Un programa que atrajo a millones de espectadores porque transmitía verdad por encima de todo. Y que esa verdad esté cada vez menos presente sólo puede significar el fin de Gran Hermano tal y como lo entendíamos. Una nueva era, ni mejor ni peor, simplemente nueva, en la que en Telecinco siguen demostrando que son los mejores realizando tele-realidad
Por mi parte, por supuesto, el programa ha acabado aquí, porque no seguiré viéndolo. Sé que mi familia tampoco lo verá. Ya no soporto más ver tanta manipulación por parte de la cadena, y menos soporto ver lo débiles que somos los telespectadores, habiendo creado hasta un club de fans para Paula… Creo que ahora entiendo por qué nos va tan mal en este país.



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