Por Jaime Richart en Diario del Aire.
Porque, en efecto, este país no ha cerrado nunca tras la guerra civil la profunda división entre vencedores y vencidos. La ley de Amnistía y la Transición han sido una burla desde la promulgación de la primera y la declaración oficiosa del fin de la segunda. Aparte una Constitución fabricada a su medida, los apellidos de siempre, los burgueses de siempre, los títulos nobiliarios de siempre logrados por antepasados por su capacidad para la carnicería; la prepotencia, la insolencia y el predominio de castas, clanes, familias enteras y de la iglesia católica a través de la conferencia episcopal, son hechos ostensibles que determinan una manera de hacer política, a favor de las respectivas minorías, en educación, en sanidad y en empleo. Incluso los gobiernos del "otro" bando, acaban haciéndose cómplices de los dueños de este país, por debilidad o por omisión. Todo lo cual demuestran urbi et orbe que España no vive realmente en democracia, y por este camino es de temer que nunca la vivirá.
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