viernes, 19 de julio de 2013

"Lo escuchan, ¿verdad?" por Lucía Lijtmaer

Olvidemos el ruido, tan humano, tan necesario hasta 

ahora. Concentrémonos en el silencio.

todos mis beneplácitos ,para su lectura , dignifica el sentir , que muchos llevamos oculto ,..reitero y agradezco , tan amplia exposición de tan buen modo , de abrirnos los ojos y desempolvar la mente . Gracias por sus palabras....lo digo de corazón
COMENTARIOS   DE:
Jose Luis Campa Perez 

En un momento de la noche electoral, Mariano Rajoy quiso corroborar que su triunfo era por mayoría absoluta en un aparte. Su expresión lo decía todo. Tras 8 años de opositar y dos sonoros suspensos, tras toda una vida de hacer lo conveniente, de aguantar hasta ataques de depredadores de su misma piña, había ganado su silla en La Moncloa y todo el poder para hacer y deshacer a su criterio. Fue un gesto, casi imperceptible, que helaba la sangre. Ese día ya estaba claro cuanto iba a suceder. “Los electores nos han dado un mandato claro”, dijo varias veces desde entonces.

Ya no hacía falta responder a los periodistas, ni dirigirse a los ciudadanos –ni para prometerles lo que no iba a cumplir aunque por inercia lo siguiera haciendo-. Ni negociar, ni siquiera hacer como que se dialoga. El Congreso de los diputados en la realidad de nuestra estructura política es innecesario cuando la suma de los escaños da un resultado aplastante. Abrevia utilizar la vía de los Decretos Ley. Los ritos democráticos son accesorios, pérdidas de tiempo que distraen de “lo importante”.

Rajoy entró en el gobierno ya con “el síndrome de la Moncloa” y hoy ha conseguido el récord de ser “un jarrón chino” mientras continúa en el puesto. Es de escarnio mundial verle esconderse de las graves acusaciones que pesan sobre él, secundado por ese gobierno y esa camarilla que eligió a su imagen y semejanza. Algunos más locuaces –incluso en exceso-, portavoces todos de la misma iniquidad. Con insultante perseverancia en la mentira. La parodia de rueda de plasma que Rajoy se marcó el lunes, leyendo la respuesta a una pregunta pactada y amañada, da idea de quién es en realidad este individuo. Por si alguien tenía alguna duda. Parece que todavía queda alguno, bastantes incluso.
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"Lo escuchan, ¿verdad?" por Lucía Lijtmaer

Primero un pony bravo. Un tráeme para acá esos sobres. Un sé fuerte, Luis, tía, pasa de él. La cara de plasma en catorce pulgadas de Rajoy, Rubalcaba chupando rueda una vez más en este tour, y más y más y más bromas. Las bromas dan siempre buena cuenta del shock inicial, suelen ser una medida de reacción interesante: ante la corruptela, el humor crece.

Por otro lado: las preguntas de ABC, las portadas de La Razón, las respuestas de Cospedal. Son las estrategias que se generan -desde el gobierno o medios afines- para intentar parar un golpe que ya es gangrena.

Pero ante tanto impacto y tanto zumbido hay algo que siempre acaba siendo revelador. Parafraseémos esa frase tan recordada últimamente del caso Watergate. Si lo importante en un tema de corrupción de tan alta escala es seguir la pista del dinero, comienza a ser importante también empezar a seguir la pista del silencio. Olvidemos el ruido, tan humano, tan necesario hasta ahora. Concentrémonos en el silencio.


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