CONDUCTA
Interpretación científica de la conducta
Para hacernos cargo de cualquier problema humano debemos intentar comprender primero la conducta humana de un modo científico.
¿Que quiere decir esto?
Entender a “nivel científico” la conducta quiere decir que nos es preciso conocer los principios que la rigen.
Estos principios son tres:
Casualidad, motivación y finalidad.
Las conductas difieren entre si porque los sujetos:
Se encuentran en situaciones distintas.
Tienen diferencias individuales,
Persiguen fines diferentes.
Es decir, que todo proceso conductual seguirá este derrotero:
- un estimulo actuaría sobre el individuo
- dando lugar a una conducta
- que lleva una realización
- Entendemos por conducta el acto realizado como reacción ante el estimulo. Este acto incluye el pensamiento, movimientos físicos, expresión oral y facial, respuestas emocionales.Realización es el resultado de la conducta, e incluye el cambio en la estimulación, la supervivencia, la evasión…El producto de la interacción estimulo-persona es la Percepción.La influencia de las condiciones individuales.De cada uno sobre el estimulo hace que lo percibamos de manera distinta.Los fines pueden ser infinitos.A los modos constantes y generales de interpretar una situación y reaccionar ante ella se denomina actitud.El estudio de la conducta humana se caracteriza porque sostiene que la conducta:
- Esta causada y, por lo tanto, para conocerla hay que analizar los hechos que la preceden.
- Varía con la naturaleza del estímulo y debe hacerse cargo con él y de la situación en que se da;
- Varía también con la naturaleza de la persona, debe ser analizada para ser comprendida y se debe tratar de saber de sus aptitudes, temperamento, carácter, experiencias anteriores.
La vida psíquica es activa, porque el hombre reacciona frente a las circunstancias con actitudes corporales, gestos, acciones y lenguaje. En todas estas reacciones hay diversos factores.
- El pensar: cuando enunciamos con palabras la solución de un problema.
- El imaginar: cuando el sujeto crea con su acción una obra de arte.
- El percibir: cuando excita al sujeto a coger el objeto percibido.
- El recuerdo
- La voluntad
- Las afecciones: cuando el sujeto es preso de una emoción violenta, actúa exaltadamente.
La personalidad, animada por el carácter y el temperamento, es el factor global de la conducta.
Al lado de estos factores, hay otros que son o tienden a ser de naturaleza puramente mecánica. Son los reflejos, los instintos y los hábitos.
Además
de pertenecer a los ambientes social y cultural dentro de los que
nacen, las personas se unen de manera voluntaria a grupos que se
basan en actividades, creencias o intereses compartidos (como
sindicatos, partidos políticos o clubes). La pertenencia a estos
grupos influye en la forma en que los individuos piensan de sí
mismos y cómo otros piensan acerca de ellos. Estos agrupamientos
imponen expectativas y reglas que hacen más predecible el
comportamiento de los miembros y permiten a cada conjunto funcionar
sin problemas y retener su identidad. Las reglas pueden ser
informales y transmitidas, por ejemplo, la manera de comportarse en
una reunión social, o pueden ser reglas escritas que son impuestas
por la fuerza. Los grupos formales indican a menudo el tipo de
conducta que favorecen por medio de recompensas (como elogios,
premios y privilegios) y castigos (como amenazas, multas y rechazo).
La
afiliación a cualquier grupo social, ya sea de manera voluntaria o
porque se nace en él, ofrece mucho mejores ventajas: el potencial
para reunir recursos (como dinero y trabajo), esfuerzos de común
acuerdo (como huelgas, boicots o votaciones) e identidad y
reconocimiento (como organizaciones, emblemas o atención de los
medios de comunicación). Dentro de cada conjunto, las actitudes de
los integrantes, las cuales con frecuencia entrañan una imagen
superior de su asociación, ayudan a asegurar la cohesión del grupo,
pero también pueden conducir a serios conflictos con otras
agrupaciones. Es probable que las actitudes hacia los demás grupos
impliquen estereotipos tratar a todos los miembros de un conjunto
como iguales y percibir en la conducta real de esas personas sólo
aquellas cualidades que se ajusten a las preconcepciones del
observador. Tal prejuicio social puede incluir un respeto ciego para
algunas categorías de individuos, como los médicos o el clero, así
como falta de respeto implacable para otras categorías de personas,
como los extranjeros o las mujeres.
La
conducta de los grupos no se puede comprender sólo como el
comportamiento global. Por ejemplo, no es posible entender la guerra
moderna si se suman las tendencias agresivas de los individuos. Una
persona puede comportarse de manera muy diferente en una multitud
como en un juego de fútbol, una ceremonia religiosa o en una línea
de vigilantes huelguistas que cuando está sola o con miembros de su
familia. Varios niños juntos podrían destrozar un edificio ajeno,
pero ninguno de ellos lo haría en uno propio. Por la misma razón,
un adulto con frecuencia será más generoso y sensible a las
necesidades de otros como miembro, por ejemplo, de un club o grupo
religioso que si estuviera solo. La situación grupal da recompensas
de compañerismo y aceptación para continuar con la actividad
compartida del grupo y dificulta culpar o dar crédito a una persona.
Los reflejos
Los reflejos constituyen reacciones mecánicas y constantes de músculos y glándulas, frente a estímulos físicos (luz, golpe, contacto,…) químicos (el olor de los alimentos…) y aun psíquicos (una emoción violenta desencadena reacciones instantáneas de las glándulas suprarrenales).
En los reflejos, los estímulos se convierten inmediatamente en reacciones orgánicas. Son ejemplos de reflejos: la reacción de la rótula cuando responde al estimulo físico de un ligero golpe, la reacción de los dedos del pie cuando se estiran al estímulo de un roce en la planta de nuestra extremidad inferior, la reacción de la pupila que se agranda o empequeñece según la cantidad de luz que penetra en ella; la reacción de las glándulas salivares, que segregan automáticamente mayor cantidad de saliva frente al estímulo representado por el olor de viandas sabrosas; la reacción instantánea de las glándulas sudoríparas al estimulo de una emoción de temor o de ira.
Todas estas son reacciones mecánicas: se producen sin la intervención del yo.
La función de los reflejos es la de contribuir a adaptar mecánicamente el organismo a su ambiente.
Las
organizaciones sociales pueden servir para muchos propósitos más
allá de los originales. Los clubes privados que existen para
recrearse, a menudo son lugares importantes para realizar
transacciones de negocios; las universidades que existen formalmente
para promover el aprendizaje y el saber pueden ayudar a promover o
reducir las distinciones de clase; así como las organizaciones
religiosas y de negocios con frecuencia tienen agendas sociales y
políticas que van más allá de obtener lucro o ejercer el
ministerio entre la gente. En muchos casos, un propósito no
mencionado de los grupos es el excluir de sus actividades a personas
de categorías específicas siendo otra forma de discriminación.
Los hábitos
Una vez que el organismo ha adquirido una habilidad motor (como caminar), ocurre que esa habilidad repte innumerables veces en actos de conducta.
El habito es una reacción adquirida (no innata) y relativamente invariable.
La función del habito es la de disminuir el esfuerzo de la voluntad (al caminar, no nos proponemos deliberadamente adelantar un pie luego el otro), el esfuerzo de la atención (no necesitamos poner atención ni ser conocientes de los movimientos que efectuamos al caminar) y del pensar (tampoco pensamos en lo que vamos haciendo al caminar).
El hábito tiene de común con los reflejos y los instintos que él también tiende a mecanizar la conducta
CAMBIO SOCIAL
Las
sociedades, como las especies, evolucionan en direcciones que se
abren o limitan en parte por fuerzas internas, como el desarrollo
tecnológico o las tradiciones políticas. Las condiciones de una
generación limitan y determinan la gama de posibilidades que se
abren para la siguiente. Por un lado, cada nueva generación aprende
las formas culturales de la sociedad y, de esta manera, no tiene que
reinventar estrategias para producir alimentos, manejar conflictos,
educar a los jóvenes, gobernar, etc. También aprende aspiraciones
para saber de qué manera la sociedad se puede mantener y mejorar.
Por otro lado, cada nueva generación debe tratar problemas no
resueltos de la generación anterior: tensiones que pueden conducir a
la guerra, abuso de drogas en gran escala, pobreza y privación,
racismo y un sinnúmero de injusticias personales y grupales. La
esclavitud en los albores de la historia de la Unión Americana, por
ejemplo, todavía tiene serias consecuencias para los
afroestadounidenses y para la economía, educación, salud y sistema
de justicia estadounidense en general. Las injusticias se pueden
mitigar lo suficiente para hacer que las personas las toleren, o
pueden desbordarse en una revolución que ataca la estructura de la
misma sociedad. Muchas sociedades continúan perpetuando disputas de
muchos siglos con otras sobre fronteras, religión y creencias muy
arraigadas sobre agravios pasados.
Los
gobiernos suelen tratar de dirigir el cambio social por medio de
políticas, leyes, incentivos o coerción. A veces estos esfuerzos
funcionan de manera eficaz y hacen posible que, de hecho, no haya
conflicto social. En otras ocasiones, tales esfuerzos pueden
precipitar el conflicto. Por ejemplo, el establecimiento de comunas
agrícolas en la Unión Soviética, en contra de la voluntad de los
granjeros de labrar su propia tierra, se llevó a cabo sólo con la
fuerza armada y la pérdida de millones de vidas. La liberación de
esclavos en los Estados Unidos vino sólo como consecuencia de una
guerra civil sangrienta; 100 años más tarde, la eliminación de la
segregación racial explícita se consiguió en algunos lugares sólo
haciendo uso de la acción legislativa, requerimientos de los
tribunales y guardia militar armada y continúa siendo un problema
social muy importante.
Los
factores externos incluyendo guerra, migración, dominación
colonial, ideas foráneas, tecnología, pestes y desastres naturales
también determinan la forma en que se desarrolla cada sociedad. La
perspectiva de la Unión Soviética, por ejemplo, está influida en
gran medida por las pérdidas devastadoras que sufrió en ambas
guerras mundiales. Las sociedades indoamericanas fueron destruidas y
desplazadas por las enfermedades y guerras traídas por los
colonizadores provenientes de Europa. En los Estados Unidos la
importación forzosa de africanos y las oleadas sucesivas de
inmigrantes de Europa, Latinoamérica y Asia han afectado mucho a los
sistemas político, económico y social (como el trabajo, los bloques
electorales y los programas educativos), así como lo referente a la
variedad cultural de la nación. Los desastres naturales, como las
tormentas o sequías, pueden causar la pérdida de cosechas,
aparición de penalidades y hambre, y en ocasiones migración o
revolución.
La
comunicación y el transporte cómodos también estimulan el cambio
social. Los grupos antes aislados geográfica y políticamente se
vuelven aún más conscientes de las distintas formas de pensar,
vivir y comportarse, y en ocasiones de la existencia de vastos y
diferentes modos de vida. Las migraciones y los medios de
comunicación de masas conducen no sólo al mestizaje cultural, sino
también a la extinción de algunas culturas y a la rápida evolución
de otras. La comunicación y el transporte mundial fácil traen
confrontaciones de valores y expectativas en ocasiones de forma
deliberada, como la propaganda, y otras de manera incidental, como la
búsqueda de intereses comerciales.
El
tamaño de la población humana, su concentración en lugares
específicos y su patrón de crecimiento reciben la influencia del
ambiente físico y de muchos aspectos de la cultura: economía,
política, tecnología, historia y religión. Como respuesta a la
preocupación económica, los gobiernos nacionales establecen
diferentes políticas, algunas para reducir el crecimiento de la
población, otras para aumentarlo. Algunos grupos religiosos también
asumen una posición firme respecto a las cuestiones de población.
Los jerarcas de la Iglesia católica romana, por ejemplo, han hecho
por mucho tiempo campañas en contra de la anticoncepción, mientras
que en los últimos años, líderes religiosos de otras creencias
importantes han apoyado el uso de anticonceptivos para reducir el
tamaño de la familia.
Aparte
de las políticas gubernamentales o doctrinas religiosas, muchas
personas deciden tener un hijo con base en cuestiones prácticas,
como el riesgo de salud para la madre, el valor o costo de un niño
en términos sociales y económicos, la cantidad de espacio para
vivir o un sentimiento personal de adaptabilidad como padres. En
algunas partes del mundo y dentro de grupos con escasa educación las
parejas tienen poco conocimiento de la tecnología moderna de control
natal, o poco o ningún acceso a ella. En la Unión Americana, la
tendencia a las relaciones sexuales casuales en la adolescencia ha
llevado a un incremento de las cifras de embarazos inesperados o no
deseados.
A
su vez, los sistemas sociales reciben la influencia de la población
su tamaño, coeficiente de cambio y la proporción de personas con
características diferentes (como edad, sexo o idioma). El gran
incremento en el tamaño de la población requiere mayor
especialización de trabajo, nuevas responsabilidades
gubernamentales, nuevos tipos de instituciones y la necesidad de
poner en orden una distribución más compleja de recursos. Los
patrones de población, particularmente cuando están cambiando,
también influyen en la modificación de las prioridades sociales.
Cuanto más grande sea la variedad de subculturas, más diversas
serán las providencias que deben tomarse respecto a ellas. En la
medida que se incremente el tamaño de un grupo social, aumentará su
influencia en la sociedad. Dicha influencia puede ejercerse a través
de los mercados (como los jóvenes, quienes, como grupo, compran más
equipo deportivo), el poder electoral (por ejemplo, las personas
ancianas probablemente votarán menos en favor de la legislación
escolar) o el reconocimiento de necesidades por los planificadores
sociales (por ejemplo, muchas madres de familia que trabajan fuera de
casa requerirán programas de guarderías).
TRUEQUES SOCIALES
La
elección entre beneficios y costos alternativos es inevitable para
los individuos y grupos. Para obtener algo que se desea o necesita,
por lo general es necesario dar algo que ya se tiene o al menos dar
una oportunidad para ganar algo a cambio. Por ejemplo, cuanto más
gaste el público como un todo en proyectos financiados por el
gobierno, como carreteras y escuelas, menos gastará en defensa (si
es que ya se ha decidido no aumentar el ingreso o la deuda). Los
trueques sociales no siempre son económicos o materiales. En
ocasiones, surgen de elecciones entre los derechos particulares y el
bien público: por ejemplo, las leyes sobre fumar cigarrillos en
lugares públicos, limpiar los excrementos de las mascotas y los
límites de velocidad en las carreteras restringen la libertad
individual de algunas personas para beneficio de otras. O las
elecciones deben surgir entre la estética y la utilidad. Por
ejemplo, un complejo de departamentos a gran escala puede ser
aceptado por los futuros ocupantes, pero la gente que ya vive en el
vecindario puede no estar de acuerdo.
Personas
distintas tienen ideas diferentes sobre la manera de realizar los
trueques, lo cual resultaría en compromisos o continua discordia. La
forma en que se satisfacen diferentes intereses depende con
frecuencia de las cantidades relativas de recursos o poder que poseen
los individuos o grupos. Los esfuerzos pacíficos empeñados en el
cambio social tienen más éxito cuando las personas afectadas se
incluyen en la planeación, cuando los expertos están dispuestos a
dar información y cuando los valores y las luchas de poder se
comprenden claramente y se incorporan en el proceso de toma de
decisiones.
Con
frecuencia surge la pregunta de si un arreglo actual debe mejorarse o
inventarse uno nuevo. Por un lado, componer en repetidas ocasiones
una situación problemática puede hacerla suficientemente tolerable
que nunca se lleva a cabo el cambio a gran escala del problema
subyacente. Por otro lado, apresurarse a reemplazar cada sistema que
presenta problemas puede crear más dificultades de las que resuelve.
Es
difícil comparar los beneficios potenciales de las alternativas
sociales. Una razón es que no hay una medida común para diferentes
formas de bien, por ejemplo, no existe ninguna medida por medio de la
cual la riqueza y la justicia social puedan compararse directamente.
Otra razón es que grupos diferentes de personas asignan valores muy
distintos incluso al mismo tipo de bien social, por ejemplo, la
educación pública o el salario mínimo. En una población muy
grande, las comparaciones de valores son aún más complicadas por el
hecho de que un porcentaje muy pequeño de la población puede ser un
gran número de personas. Por ejemplo, si se afirma que en una
población total de 100 millones hay un alza en el índice de
desempleo de sólo una centésima del 1% (el cual parecería
insignificante), implica una pérdida de 10 000 empleos (lo cual se
juzgaría muy grave).
La
apreciación de las consecuencias en los trueques sociales tiende a
implicar también otras cuestiones. Una es un efecto de distancia:
cuanto más lejos en la distancia o el tiempo estén las
consecuencias de una decisión, se les dará probablemente menos
importancia. Por ejemplo, es menos probable que los habitantes de la
ciudad respalden la legislación nacional de apoyo a la agricultura
que los campesinos, y éstos pueden no desear pagar un impuesto
federal en beneficio de proyectos de vivienda en la ciudad. Como
individuos, parece difícil resistir a un placer inmediato aun cuando
las consecuencias de largo plazo puedan resultar negativas, o tolerar
una molestia inmediata por un beneficio futuro. De manera similar, la
sociedad atribuye más importancia a beneficios inmediatos (como el
consumo rápido del petróleo y los depósitos minerales) que a
consecuencias de largo plazo (las generaciones actuales o futuras,
podrían sufrir escasez más tarde).
El
efecto de la distancia al juzgar los trueques sociales aumenta a
menudo por la incertidumbre de si ocurrirán a final de cuentas los
costos y beneficios potenciales. En ocasiones se pueden estimar las
probabilidades de varios resultados posibles de una decisión social,
por ejemplo, que el coito sin anticonceptivos dará por resultado un
embarazo en uno de cuatro casos. Si las medidas de valor relativas
también pueden asignarse a todos los resultados posibles, las
probabilidades y medidas de valor pueden combinarse para estimar qué
alternativa sería la mejor apuesta. Pero aun cuando ambas
probabilidades y medidas de valor estén disponibles, podría haber
debate sobre la manera de reunir la información. Por ejemplo, las
personas pueden temer tanto algún riesgo particular, que insistan en
la factibilidad de reducir el riesgo lo más cercano a cero,
independientemente de qué otros riesgos o beneficios estén
implicados.
Por
último, las decisiones sobre alternativas sociales suelen
complicarse por el hecho de que las personas son reactivas. Cuando se
ejecuta un programa social para conseguir algún efecto futuro, la
inventiva de las personas para promover o resistir tal efecto siempre
se sumará a la incertidumbre del resultado.
SISTEMAS POLÍTICOS Y ECONÓMICOS
En
la mayor parte de los países del mundo se asigna la autoridad y el
poder nacionales a varios individuos y grupos por medio de la
política, por lo general mediante compromisos entre los intereses en
conflicto. A través de la política, se eligen o nombran gobiernos
o, en algunos casos, se crean por la fuerza armada. Los gobiernos
tienen el poder para hacer, interpretar y aplicar las reglas y
decisiones que determinan la manera en que se administran las
naciones.
Las
reglas que formulan los gobiernos abarcan una amplia variedad de
asuntos humanos, incluidos comercio, educación, matrimonio, cuidado
médico, empleo, servicio militar, religión, viajes, investigación
científica e intercambio de ideas. Por lo general, un gobierno
nacional o en algunos casos, uno estatal o local es el responsable de
suministrar servicios que individuos u organizaciones privadas no
creen ser capaces de realizar de manera adecuada por si mismos. La
Constitución de los Estados Unidos de América, por ejemplo,
requiere que el gobierno federal lleve a cabo sólo unas cuantas de
esas funciones: la entrega de correo, los censos, acuñación de
monedas y defensa militar. No obstante, el tamaño y la complejidad
crecientes de la sociedad estadounidense ha llevado a una vasta
expansión de las actividades gubernamentales.
En
la actualidad, el gobierno federal se encuentra implicado
directamente en áreas como educación, asistencia social, derechos
civiles, investigación científica, predicción del clima,
transporte, preservación de recursos naturales, como los parques
nacionales, y muchas más. Las decisiones sobre las responsabilidades
que los gobiernos locales, estatales y nacionales deben asumir, se
negocian entre los funcionarios del gobierno, quienes reciben la
influencia de sus electores y los centros de poder como
corporaciones, fuerzas armadas, intereses agrícolas y sindicatos.
Los
sistemas económico y político de las naciones difieren en muchos
aspectos, incluyendo la forma de cotizar bienes y servicios; las
fuentes de capital para nuevos negocios; los límites a los
beneficios regulados por el gobierno; la reunión, gasto y control
del dinero; y las relaciones de gerentes y trabajadores entre sí y
con el gobierno. El sistema político de una nación se entrelaza de
manera estrecha con su sistema económico, arbitrando la actividad
económica de los individuos y grupos en cada nivel.
Es
útil pensar sobre la economía de una nación como tendiente hacia
uno u otro de dos modelos teóricos principales: en un extremo se
encuentra el sistema capitalista puro, el cual supone que la libre
competencia produce el mejor reparto de recursos escasos, la mayor
productividad y eficacia, así como los costos más bajos. Las
decisiones sobre quién hace eso y quién obtiene aquello se toman de
manera natural cuando los consumidores y negocios interactúan en el
mercado, donde los precios se ven influidos en gran medida por el
costo de los productos y la cantidad que la gente está dispuesta a
pagar por ellos. La mayor parte de las empresas se inician por
individuos o grupos voluntarios de personas. Cuando se necesitan más
recursos de los que dispone cualquier persona (como para construir
una fábrica), éstos se pueden obtener de otras personas, ya sea
pidiendo préstamos a los bancos o vendiendo acciones de la empresa a
otros individuos. La alta motivación personal para competir requiere
la propiedad privada de los recursos productivos (como tierra,
fábricas y embarcaciones) y la mínima interferencia gubernamental
con la producción o el comercio. De acuerdo con la teoría
capitalista, la iniciativa individual, el talento y el arduo trabajo
se recompensan con el éxito y la riqueza, al tiempo que se protegen
los derechos políticos y económicos.
En
el otro extremo se encuentra el sistema socialista puro, el cual
sostiene que la distribución más sabia y más justa de los recursos
se lleva a cabo por medio de la planeación gubernamental de lo que
se produce, quién lo obtendrá y a qué precio. La mayor parte de
las empresas se inician y financian por el gobierno. El Estado se
apropia de todos los recursos de producción con base en la hipótesis
de que la propiedad privada causa codicia y conduce a la explotación
de los trabajadores por el patrón. De acuerdo con la teoría
socialista, las personas contribuyen con su trabajo y talento para la
sociedad, no para beneficio personal sino para bien social; y el
gobierno otorga beneficios a las personas equitativamente con base en
sus necesidades relativas, no en su talento ni esfuerzo. El bienestar
de la sociedad como un todo se considera más importante que los
derechos de cualesquier individuo.
No
obstante, no existen naciones con sistemas económicos capitalistas o
socialistas extremos; en vez de ello, los países del mundo tienen
por lo menos algunos elementos de ambos sistemas. Tal mezcla es
comprensible en términos prácticos. Por un lado, dentro de un
sistema capitalista, la competencia rara vez es libre porque para
cualquier recurso, producto o servicio unas cuantas corporaciones o
uniones tienden a monopolizar el mercado y a cobrar más de lo que la
competencia abierta permitiría. La discriminación que se basa en
actitudes sociales económicamente no pertinentes (por ejemplo, en
contra de minorías y mujeres, en favor de amigos y parientes)
distorsiona aún más el ideal de la competencia libre. Aun cuando el
sistema sea eficiente, tiende a hacer a algunos individuos muy ricos
y a otros muy pobres. Así, los Estados Unidos, por ejemplo, tratan
de limitar los efectos extremos de su sistema económico básicamente
capitalista por medio de la intervención gubernamental selectiva en
el sistema de libre mercado. Esta intervención incluye impuestos que
aumentan con el monto de la riqueza; seguro de desempleo; seguro
médico; apoyo asistencial para los pobres; leyes que limitan el
poder económico de cualquier corporación; regulación del comercio
entre los estados, restricciones gubernamentales a la publicidad
falsa, productos no seguros y empleo discriminatorio, así como
subsidios a la agricultura e industria.
Por
otro lado, una economía puramente socialista, aun cuando puede ser
más equitativa, tiende a ser ineficiente al descuidar la iniciativa
privada y al tratar de planear cada detalle de toda la economía
nacional. Al no haber ventajas en beneficios para motivar los
esfuerzos de las personas, la productividad tiende a disminuir. Y al
no tener los individuos la libertad para tomar decisiones por sí
mismos, es difícil responder a las variaciones de corto plazo en la
oferta y la demanda. Además, surgen las economías subterráneas
para enfrentar realidades de oferta y demanda de productos para el
consumidor. Por tanto, muchos sistemas socialistas permiten cierta
medida de competencia abierta y reconocen la importancia de la
iniciativa y propiedad privadas. En la actualidad, la mayor parte de
las economías del mundo están en proceso de cambio algunas están
adoptando más políticas y prácticas capitalistas; otras, más
políticas y prácticas socialistas.
CONFLICTO SOCIAL
En
todas las sociedades humanas hay conflicto, y todas ellas cuentan con
sistemas para regularlo. Por lo general, el conflicto entre personas
o grupos surge de la competencia por recursos, poder y posición
social. Los miembros de la familia compiten por atención. Los
individuos lo hacen por el trabajo y la riqueza. Las naciones por
territorio y prestigio. Los distintos grupos de interés compiten
para tener influencia y poder para crear reglas. A menudo, la
competencia no es por recursos sino por ideas una persona o grupo
quiere tener las ideas o la conducta de otro grupo suprimido,
castigado o declarado ilegal.
El
cambio social puede ser capaz de provocar conflicto. Son escasas o
nulas las probabilidades de que se proponga un cambio político,
económico o social que beneficie equitativamente a cada componente
del sistema social y, por tanto, resisten los grupos que se observan
como posibles perdedores. Las hostilidades y recelos mutuos se
agravan por la incapacidad de los partidarios y adversarios de algún
cambio para pronosticar en forma convincente cuál de todos los
efectos provendrá de hacer el cambio o no hacerlo. El conflicto es
particularmente agudo cuando sólo existen unas cuantas alternativas
sin compromiso posible por ejemplo, entre la rendición y la guerra o
entre el candidato A y el B. Aun cuando las cuestiones pueden ser
complejas y las personas no difieran al principio mucho en sus
apreciaciones, la necesidad de decidir una forma u otra puede
conducir a la gente a posiciones extremas que apoyen su decisión
como alternativa preferible.
En
los grupos familiares y las pequeñas sociedades, las leyes se
declaran por autoridades reconocidas, como los padres o ancianos.
Pero casi todos los grupos desde facultades universitarias hasta
tropas locales de niños exploradores han formalizado procedimientos
para establecer reglas y arbitrar disputas. A gran escala, el
gobierno proporciona mecanismos para solucionar conflictos por medio
de la creación de leyes y su administración. En una democracia, el
sistema político dirime el conflicto social por medio de elecciones.
Los candidatos a un cargo dan a conocer sus propuestas para crear y
modificar reglas, y las personas votan por quienes creen que tienen
la mejor combinación de propósitos y las mejores oportunidades de
llevarlos a cabo efectivamente. Pero la necesidad de realizar
trueques sociales complejos suele impedir que los políticos cumplan
todas sus propuestas una vez en el poder.
El
deseo de tener libertad completa para ir y venir como a uno le
plazca, cargar armas y organizar manifestaciones puede estar en
conflicto con el anhelo de seguridad pública. El deseo de tomar
decisiones eficaces y firmes en el extremo, una dictadura puede
entrar en conflicto con el deseo de la participación pública en el
extremo, una democracia en la que todos votan por todo. La creación
de leyes y políticas, por lo general, implica la elaboración de
compromisos que se negocian entre los diversos grupos de interés.
Los grupos pequeños de personas con intereses especiales que ellos
consideran muy importantes pueden ser capaces de convencer a sus
miembros para votar con base en esa única cuestión y, por tanto,
demandar concesiones provenientes de una mayoría más difusa.
Aun
cuando la mayoría de las personas en una sociedad esté de acuerdo
con una decisión social, la minoría que no lo esté puede tener
cierta protección. En el sistema político estadounidense, por
ejemplo, los gobiernos federal y estatales cuentan con constituciones
que establecen derechos para los ciudadanos que no pueden modificar
los funcionarios electos, sin importar cuán grande sea la mayoría
que los apoya. Los cambios en esas constituciones por lo general
requieren de mayorías muy grandes, de dos tercios o tres cuartos de
todos los votantes, en vez de sólo la mitad más uno. Una estrategia
para las minorías políticas consiste en unir esfuerzos, al menos
temporalmente, con otros grupos pequeños que tengan en parte
intereses similares. Una coalición de minorías puede ser capaz de
ejercer una influencia considerable. Dicha coalición puede llegar
incluso a ser una mayoría, siempre y cuando sus intereses comunes
sobrepasen sus diferencias.
El
sistema bicameral en la legislatura federal y en la mayor parte de
las legislaturas estatales brinda una protección similar de los
derechos políticos. En el Congreso, por ejemplo, la Cámara baja
tiene representación en forma proporcional a la población, de modo
que cada ciudadano del país está representado de manera igual. Sin
embargo, la Cámara alta tiene exactamente dos miembros para cada
estado sin importar su población, asegurando con eso que los
ciudadanos de cualquier estado, sin importar si es pequeño, tengan
la misma representación que los de otro estado, aun cuando sea
grande.
Además,
las sociedades han desarrollado muchas maneras informales de ventilar
conflictos, incluyendo debates, huelgas, manifestaciones, encuestas,
propaganda y hasta juegos, canciones y caricaturas. Los medios de
comunicación proporcionan una instancia óptima para que grupos
pequeños de personas con motivo de queja hagan proposiciones
públicas de gran alcance entre el auditorio (y aun pueden
alentarías). Cualesquiera de estas formas y medios pueden liberar
tensiones y promover el compromiso o exaltar y polarizar más aún
las diferencias. El fracaso para resolver o moderar conflictos
conduce a un tremendo estrés en el sistema social. La incapacidad o
la falta de voluntad para cambiar puede acabar en un alto nivel de
conflicto: litigios, sabotaje, violencia o revoluciones y guerras
totales. El conflicto intergrupal, legal o de otro tipo, no
necesariamente termina cuando cierta porción de la sociedad logra al
fin una decisión a su favor. Los grupos opuestos podrían entonces
desplegar esfuerzos para revertir, modificar o evitar el cambio, y
por tanto, el conflicto continúa. No obstante, la disputa también
solidifica la acción grupal; tanto las naciones como las familias
tienden a unirse en tiempos de crisis. En ocasiones, los líderes de
estos grupos utilizan este conocimiento de manera deliberada para
provocar conflicto con un grupo de fuera, a fin de reducir así las
tensiones y consolidar el apoyo dentro de su propio grupo.
INTERDEPENDENCIA MUNDIAL
Las
naciones y culturas son cada vez más dependientes unas de otras a
través de los sistemas económicos internacionales y los problemas
ambientales compartidos, como los efectos mundiales de la guerra
nuclear, la deforestación y la lluvia ácida. Asimismo, aprenden más
unas de otras por medio de los viajes internacionales y el uso de los
medios de comunicación. Cada vez más, el sistema mundial se está
convirtiendo en una red muy apretada, en la que un cambio en
cualquier parte de ésta traerá consecuencias en el resto. Por
ejemplo, los conflictos locales se extienden más allá de sus
límites para involucrar a otras naciones; la fluctuación del abasto
de petróleo afecta la productividad económica, los equilibrios
comerciales, las tasas de interés y el empleo en todo el mundo. Se
relacionan la riqueza, la seguridad y el bienestar general de casi
todas las naciones. Hay un creciente consenso entre los líderes de
la mayor parte de los países de que las políticas aislacionistas ya
no son sostenibles y que las cuestiones globales, como el control de
la proliferación de armas nucleares y la protección del sistema
monetario mundial de fluctuaciones violentas, se puede conseguir sólo
por la acción concertada de todas las naciones.
Las
naciones interactúan por medio de una amplia variedad de arreglos
formales e informales. Los primeros incluyen relaciones diplomáticas,
alianzas militares y económicas, y organizaciones mundiales como las
Naciones Unidas o el Banco Mundial. Sin embargo, a diferencia de los
gobiernos nacionales, las organizaciones mundiales con frecuencia
tienen sólo autoridad limitada sobre sus miembros. Otros arreglos
incluyen intercambios culturales, flujo de turistas, intercambios
estudiantiles, comercio internacional y las actividades de
organizaciones no gubernamentales con membresía en todo el mundo
(como Amnistía Internacional, campañas contra el hambre, la Cruz
Roja y organizaciones deportivas).
La
riqueza de una nación depende del esfuerzo y habilidades de sus
trabajadores, sus recursos naturales, y el capital y la tecnología
disponibles para la elaboración de la mayor parte de aquellos
recursos y habilidades. Sin embargo, la riqueza nacional no sólo
depende de cuánto puede producir un país por si mismo, sino también
del equilibrio entre las importaciones de productos de otros países
y las exportaciones hacia ellos. El comercio internacional no se debe
sólo a que los países carezcan de ciertos recursos o productos,
como petróleo, diversos granos alimenticios o automóviles
eficientes. Aun cuando un país pueda producir todo lo que necesita,
le beneficia comerciar con otras naciones. Si un país elabora sus
productos de manera más eficiente (en términos de calidad o costo,
o ambos) y los vende a otras naciones, un sistema tal permite
teóricamente a todas las naciones participantes salir adelante.
Sin
embargo, hay muchas influencias prácticas que distorsionan la
realidad económica del comercio internacional. Por ejemplo, éste
puede frustrarse por el miedo a la explotación por naciones más
poderosas económica o políticamente, por el deseo de proteger
grupos especiales de trabajadores quienes perderían frente a la
competencia económica extranjera y por no querer llegar a ser
dependiente de otros países para ciertos productos a los que no se
podría tener acceso en caso de futuros conflictos.
Debido
a los vínculos internacionales cada vez más numerosos, las
distinciones entre política internacional y nacional pueden resultar
poco claras en muchos casos. Por ejemplo, las políticas que
determinan qué clase de automóviles o ropa comprar y a qué
precios, se basan en el comercio exterior y la balanza internacional
de pagos. La producción agrícola del país depende de los mercados
extranjeros, así como de las políticas nacionales. Aun cuando los
mercados internacionales pueden representar una ventaja para todos
los países, pueden significar una gran desventaja para grupos
particulares de personas dentro de las naciones. La producción
barata de automóviles en los países de Asia, por ejemplo, puede
beneficiar a los compradores de coches de todo el mundo; pero también
puede llevar a la quiebra a los fabricantes en otros países. Por
tanto, las políticas nacionales pueden necesitarse para evitar la
penuria de tales grupos; esas políticas a sus vez afectarán el
comercio internacional. Las naciones con un consenso interno fuerte
acerca de sus propias ideologías políticas o religiosas pueden
llevar a cabo políticas extranjeras que promuevan de manera activa
la difusión de tales ideologías en otros países y socaven grupos
con ideas competidoras.
La
creciente interdependencia de los sistemas social, económico y
ecológico del mundo, dificulta predecir las consecuencias de las
decisiones sociales. Los cambios en cualquier parte del mundo han
podido ampliar los efectos en otra parte, con altos beneficios para
ciertas personas y grandes costos para otras. También existe la
posibilidad de que algunos cambios produzcan inestabilidad e
incertidumbre, lo cual representa una desventaja para todos. La
estabilidad mundial depende de que las naciones establezcan sistemas
más confiables para hacer negocios e intercambiar información,
desarrollar mecanismos de vigilancia para advertir de catástrofes
mundiales (como el hambre y la guerra nuclear) y reducir la gran
distancia en el estándar de vida entre las naciones más ricas y las
más pobres. Las naciones, al igual que todos los participantes en
los sistemas sociales, en ocasiones encuentra a su favor sufrir
algunas pérdidas de corto plazo para lograr los beneficios de largo
plazo de una economía mundial estable.
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